Mientras José Raúl Mulino celebraba su triunfo electoral la noche de este domingo en Panamá, a más de mil kilómetros, en Managua, un viejo dictador se frotaba complacido las manos.
“Daniel Ortega calculó el triunfo del partido de (Ricardo) Martinelli. Y por eso es que le da el asilo y por eso es que le da protección. Ahora Ortega va a cobrar favores”, dice el analista político nicaragüense Eliseo Núñez.
José Raúl Mulino, 64 años, ganó el domingo la elección presidencial en Panamá con poco más del 34 por ciento de los votos después de una azarosa campaña en la que el exmandatario Ricardo Martinelli, candidato presidencial de los partidos Realizando Metas y Alianza, fue inhabilitado electoralmente tras una condena por blanqueo de dinero.
Mulino, ex ministro de Seguridad de Martinelli y candidato a la vicepresidencia, asumió el liderazgo de la campaña y en la boleta electoral, al tiempo que Martinelli se refugiaba en la embajada de Nicaragua en Panamá para solicitar asilo político y evitar la cárcel en su país.
Cinco días después que fuera ratificada una condena a más de diez años de prisión y al pago de una multa de más de 19 millones de dólares por lavado de dinero contra Martinelli, el 7 de febrero pasado, el régimen de Daniel Ortega anunció que Nicaragua otorgaba asilo político al expresidente panameño por considerarlo “perseguido por razones políticas”.
El gobierno panameño, sin embargo, negó el salvoconducto necesario para que Martinelli pudiera salir de la embajada y viajar a Nicaragua o cualquier otro destino.
Martinelli convirtió la embajada de Nicaragua en Panamá en su santuario personal, lo que significó una revolución en el más bien modesto edificio diplomático, ubicado en la urbanización La Alameda, corregimiento de Betania, en la capital panameña.
Tras la llegada de Martinelli se realizaron remodelaciones profundas en el edificio y se vio un desfile de operarios llevando utensilios de vivienda, así como visitas de amigos y correligionarios del mandatario panameño.
Martinelli, que se declara de derecha, y a pesar de estar en las antípodas con Daniel Ortega, se convirtió de esta forma en el tercer expresidente centroamericano acusado de corrupción en su país que busca refugio en la dictadura nicaragüense.
A Nicaragua llegaron también, como asilados políticos y luego se convirtieron en ciudadanos nicaragüenses de forma expresa, los expresidentes salvadoreños Mauricio Funes Cartagena y Salvador Sánchez Cerén.
Durante la campaña electoral, el Gobierno de Panamá reclamó la injerencia de Nicaragua al otorgarle asilo político a alguien sobre quien pesaba una orden de captura y denunció que Martinelli utilizó la sede diplomática nicaragüense para realizar proselitismo político a favor de Mulino.
“Agradezco muy especialmente y le doy las gracias por el noble y desinteresado gesto que nunca olvidaré, al Presidente de Nicaragua Comandante Daniel Ortega y a Doña Rosario Murillo su esposa y VP”, publicó Martinelli en X el 11 de marzo cuando cumplió 75 años.
Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo, felicitaron este lunes al presidente electo de Panamá, José Raúl Mulino, por el triunfo electoral de este domingo.
“Celebramos en hermandad nuestroamericana y caribeña la decisión del pueblo panameño de elegirle como jefe del Estado y el Gobierno con un programa que usted mismo ha descrito como caminos de esperanza para las familias panameñas”, dice la carta enviada a Mulino.
Para el líder opositor nicaragüense, Juan Sebastián Chamorro es difícil predecir por ahora cómo va a terminar esta relación entre el régimen de Daniel Ortega y Panamá.
“En el corto plazo veo muy probable una emisión de salvoconducto para que Martinelli deje la embajada, y eso lo libere un poco de la presión judicial que tiene en su país, más allá de que después el presidente electo, ya en funciones, vaya a querer ejecutar algún tipo de indulto o algo un poco más definitivo”, calcula Chamorro.
“Ortega, ciertamente, gana en esta partida en el corto plazo, porque de alguna manera, puede cobrar con más tranquilidad ahora su tajada (parte). Probablemente vaya a recibir a Martinelli y probablemente vaya a pedirle favores políticos en el concierto internacional a Panamá. Eso estoy seguro de que Ortega lo hará, lo que no estoy muy seguro es si Mulino se lo otorgaría”, añade.
Eliseo Núñez, analista político, considera que, además de las cuentas a cobrar que tiene Ortega “al dueño del partido al cual pertenece el presidente electo, también tiene a su favor que el tema de Nicaragua no es una prioridad para la sociedad panameña, es decir, no le genera afecciones internas a Panamá el hecho de que el nuevo gobierno de Mulino tenga mejores relaciones con Ortega”.
Tanto Chamorro como Núñez coinciden en que Mulino tiene en el parlamento un importante escollo dado que el partido Realizando Metas solo consiguió 13 de 71 escaños, según los recuentos preliminares.
“Un factor adicional es que esta vez el partido que ganó tiene muy pocos diputados en la Asamblea legislativa. Entonces esto también le quita capacidad a Mulino de poder pagarle todos los favores a Ortega”, dice Núñez.
El analista agrega dos factores que podrían cambiar los cálculos de Ortega: la presión de Estados Unidos y la independencia que Mulino pueda mostrar ante Martinelli.
“La presión de los Estados Unidos sobre Panamá puede ser bastante puntual y fuerte, y dependerá también de si Nicaragua sigue siendo prioridad para Estados Unidos en la región; y lo segundo que puede ayudar en esto es que siempre es incómodo que alguien quiera mandar en lugar del presidente electo. Y esto pudiera ocasionar roces con Martinelli”, agrega.
Por el momento, afirma Núñez, “se ve que la jugada a Ortega le salió bien y Martinelli va a tener un indulto o, en el peor de los casos, puede obtener un salvoconducto para irse de Panamá. Pero, definitivamente, es momento para que Ortega cobre favores y veremos si Mulino los va a pagar”.