Primero fueron los habitantes que escaparon del agua trepando a los tejados. Ahora, quienes siguen atrapados en los pisos de las viviendas. Los rescatistas todavía tienen una ardua labor de salvamento en Porto Alegre, golpeada por unas inundaciones sin precedentes.
En el barrio de Sarandi de esta moderna ciudad sureña de Brasil, capital de Rio Grande do Sul, los bomberos lograron evacuar a los habitantes que se subieron a lo más alto de sus viviendas cuando las lluvias torrenciales sumergieron buena parte de calles y avenidas.
“Ahora estamos retirando a las personas que están en el segundo y el tercer piso”, explicó a la agencia AFP Daniel Batista da Rocha, primer sargento del cuerpo de bomberos militares de Rio Grande do Sul.
Pero las tareas en este barrio del norte de Porto Alegre son delicadas.
“Hay mucha agua. Incluso en la zona (geográfica) más baja, hay profundidad. Las embarcaciones están navegando a la altura de la red eléctrica. Para navegar, debemos cortar la red”, explicó Rocha, que lleva un traje de neopreno, chaleco salvavidas y casco amarillo.
Las inundaciones dejaron hasta ahora 78 muertos en el estado de Rio Grande do Sul, más de cien desaparecidos y 115.000 personas debieron abandonar sus casas.
“Cada uno ayuda”
El tiempo apremia para rescatar a quienes todavía siguen atrapados por el peor desastre climático sufrido en esta rica región de Brasil, con una economía principalmente agropecuaria.
Las imágenes aéreas muestran cómo el agua se apoderó en los últimos días de Porto Alegre, una urbe con muchos edificios altos y amplias avenidas, donde viven 1,4 millones de habitantes.
Según la alcaldía, el nivel del río Guaíba que divide la ciudad alcanzó el domingo 5,30 metros, por encima del récord de 4,76 metros registrado durante unas históricas inundaciones en 1941.
Junto a los rescatistas, la población también se moviliza.
“Estamos haciendo lo máximo posible para ayudar a los demás. Cada uno ayuda a su manera, como puede”, aseguró Luis Eduardo da Silva, un voluntario de 32 años.
El objetivo es reunir provisiones de primera necesidad, chalecos salvavidas, agua y combustible para los damnificados, explica este habitante de Porto Alegre.
La organización y las entregas se realizan “durante el día: es más fácil localizar” a los más necesitados. “Ya en la noche se complica”, agrega.
También hay puntos de distribución improvisados, como las gasolineras, donde se amontonan botellas de agua y alimentos.
La gobernación de Rio Grande do Sul hizo un llamamiento a donaciones y destacó entre los bienes más necesarios, colchones, sábanas y productos de higiene personal.
Otros vecinos pusieron a disposición sus embarcaciones y hasta motos acuáticas para apoyar en las labores de rescate.
Ante este dramático panorama, los habitantes de Porto Alegre advirtieron este domingo que están viviendo una “situación de guerra”.
El mercado público, el más antiguo de Brasil y un símbolo del bullicio de esta ciudad de 1,3 millones de habitantes, está cerrado desde el viernes ante la desesperación de los comerciantes por la crecida del río Guaíba por encima de los cinco metros, un máximo histórico.
“Nunca ocurrió algo así. Los comerciantes tienen grandes daños, pero estamos aquí luchando”, apuntó a EFE con cara de preocupación Ronaldo Pinto Gomes, gerente de este mercado inaugurado en el siglo XIX y que alberga un centenar de puestos comerciales y una treintena de restaurantes.
Rio Grande do Sul, fronterizo con Uruguay y Argentina, ha sufrido en el último año una serie de eventos climáticos extremos asociados al fenómeno de El Niño, que provoca un aumento de las precipitaciones en el sur del país.
(Con información de AFP y EFE)