El 14 de diciembre de 2016, Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo inauguraron con toda pompa el Museo San Juan Pablo II que, según la propaganda oficial era “un espacio dedicado a rendir homenaje permanente al Santo de la Iglesia Católica”, quien visitó en dos ocasiones Nicaragua.
El edificio, de tres galerías, se extiende por unos siete mil metros cuadrados y costó a la Alcaldía de Managua 56.4 millones de córdobas (dos millones de dólares de la época aproximadamente), según una investigación de la plataforma Divergentes.
A la inauguración asistieron, además de Ortega y Murillo, los cardenales Miguel Obando, Leopoldo Brenes, y el entonces nuncio apostólico Fortunatus Nwachukwu, entre otras personalidades.
“Damos por inaugurado este memorial en homenaje a San Juan Pablo II. Podemos llamarlo un memorial de la reconciliación y la paz, que él la predicó”, dijo Ortega en lo que parecía un viraje en su apreciación hacia la iglesia católica y, particularmente, hacia Karol Wojtyla, quien en vida fuera un importante crítico de la dictadura revolucionaria sandinista.
Juan Pablo II tuvo una agria relación con la revolución sandinista de los años 80. El 4 de marzo de 1983 visitó Nicaragua por primera vez y fue recibido por una muchedumbre y una manta en el aeropuerto que decía: “Bienvenido a la Nicaragua libre gracias a Dios y a la Revolución”.
En el propio aeropuerto regañó al entonces ministro de Cultura, sacerdote y poeta Ernesto Cardenal. Para el registro histórico quedo una fotografía donde se ve a Cardenal de rodillas y a boina quitada, mientras el papa le recrimina señalándolo con el dedo índice. “Usted debe regularizar su situación”, le habría dicho según relató después el propio Cardenal.
Durante la homilía, Juan Pablo se vio obligado a pedir silencio a la muchedumbre de simpatizantes sandinistas que le pedía a gritos solidaridad con sus muertos. Se fue de Nicaragua visiblemente molesto.
Juan Pablo II regresó a Nicaragua el 7 de febrero de 1996, ya con doña Violeta Barrios de Chamorro en el poder. Su actitud fue totalmente distinta. “Recuerdo la celebración de hace 13 años. Tenía lugar en tinieblas, en una gran noche oscura. Hoy se ha tenido la misma celebración eucarística al sol”, expresó el pontífice en su sermón.
El museo que inauguró Ortega ese 14 de diciembre de 2016 exhibía el registro de esas visitas: las fotografías, el sello papal, el libro de homilías, la ropa, los zapatos y una medalla conmemorativa de su estadía en Nicaragua. También se hicieron réplicas de la enramada donde el Juan Pablo II ofició la misa y el papamóvil que usó para moverse por el país.
Sin embargo, el museo nunca abrió sus puertas al público y permaneció cerrado durante siete años como un elefante blanco a la orilla del lago de Managua.
El 22 diciembre pasado, la Alcaldía de Managua inauguró en el mismo lugar un Parque y Centro Cultural que hace honor al compositor nicaragüense Tino López Guerra. “El Parque y Centro Cultural Tino López Guerra, aquí en Managua, Plaza de la Revolución, nuevo espacio para el arte, la creatividad, la cultura”, anunció Rosario Murillo sin explicar qué sucedió con el Museo San Juan Pablo II que ella misma se inauguró ahí hace siete años.
No sé sabe dónde están las reliquias que albergaba, ni en qué estado se encuentran y quién las resguardo, si es que alguien lo hace.
El programa de actividades que la Alcaldía de Managua anunció para este año en el nuevo Centro Cultural, aparece copado por dos de los hijos de Daniel Ortega y Rosario Murillo: Laureano y Camila Ortega Murillo.
Laureano Ortega, de 42 años, es la estrella indiscutible de los festivales que organiza la Fundación Incanto. Todo el Estado se dispone para que brille el hijo de la pareja de dictadores.
Se le considera el heredero. Oficialmente es “asesor presidencial” del régimen y tiene gustos caros: usa relojes Rolex de 40 mil dólares y en el extranjero se le ha visto manejando vehículos de más de cien mil dólares.
Incanto fue fundada por Laureano Ortega y otros en 2015. Una investigación del periódico digital Artículo 66 determinó que, en los tres años posteriores a su fundación, Incanto recibió un total de 8,3 millones de córdobas (unos 250 mil dólares) del presupuesto público, destinados al pago de boletos aéreos, viáticos, salarios, alimentación y hospedaje de los maestros italianos invitados a los festivales puccinianos que organiza.
Camila Ortega, 36 años, participó como modelo en algunos eventos de moda durante su juventud, y posteriormente fundó la organización Nicaragua Diseña, que realiza un festival anual de moda. De este festival no hay cifras de gastos, pero es notoria la presencia de las instituciones estatales respaldando cada evento.
El 9 de febrero pasado Laureano Ortega organizó, a través de su fundación Incanto, un concierto “por el amor y la amistad”, en el antiguo Museo a San Juan Pablo II. Una semana más tarde repitió y para este 24 de mayo está programada una “Gala Lírica Amor de Madre”, a cargo de… Laureano Ortega.
Por si alguien se pierde alguna de estas presentaciones del hijo de Daniel Ortega y Rosario Murillo, hay conciertos de Laureano Ortega en este mismo centro previstos para este año el 22 de junio, el 12 de julio, el 6 de septiembre, el 17 de noviembre y el 20 de diciembre.
El de 9 de marzo, Camila Ortega organizó una “Pasarela y Expo por el Día de la Mujer” y tiene programados para el 24 de agosto un “Festival Nacional Trajes Originales de nuestro Folklore”; el 8 de septiembre una “Pasarela y Expo Día Nacional del Huipil”; y durante todo el mes de diciembre el público podrá asistir a una “Exposición de arte navideño”, dirigida por la hija de Ortega y Murillo.
El 14 de diciembre, Nicaragua Diseña, la organización que dirige Camila Ortega Murillo, ejecutará una “Pasarela Navideña” en el Parque y Centro Cultural Tino López Guerra, el mismo edificio que alguna vez sus padres inauguraron como “un espacio dedicado a rendir homenaje permanente al Santo de la Iglesia Católica”.