Cuando Edgardo Rubén Assad, también conocido como Sheikh Suhail Assad, aterrizó en el aeropuerto internacional Guarulhos de San Pablo el pasado martes, procedente de Irán, no tenía ni idea de lo que estaba a punto de ocurrir. Después de todo, el argentino de origen libanés al servicio de la Revolución Islámica en Teherán, había venido muchas veces a Brasil, y en todas nunca tuvo problemas, pasando cualquier control aduanero. El martes pasado, sin embargo, las cosas fueron diferentes. El sistema informatizado de control de viajeros extranjeros del aeropuerto lo reconoció y la policía federal brasileña le impidió inmediatamente la entrada en el gigante latinoamericano. A continuación, fue embarcado en un vuelo de Qatar Airways y, vía Doha, Assad se vio obligado a regresar a Irán. La principal motivación de las autoridades brasileñas fueron los supuestos “vínculos de Assad con el grupo terrorista Hezbollah y la Guardia Revolucionaria iraní”, así como el hecho de que figure en la base de datos de presuntos terroristas del FBI, el “Terrorist Screening Center”. El argentino tiene el estatus más grave, el de ‘No Fly’.
Pero, ¿quién es Edgardo Rubén Assad y por qué las autoridades brasileñas no le han dejado entrar esta vez en Brasil? Nacido en Argentina de padres libaneses, Assad emigró con su familia a Líbano a los 20 años, donde estudió teología islámica hasta que conoció a Mohsen Rabbani, uno de los principales defensores del expansionismo proiraní en América Latina. Rabbani es el antiguo agregado cultural iraní en Argentina y es apuntado como el autor intelectual de los atentados terroristas en Buenos Aires contra la embajada israelí en 1992 y contra la AMIA de 1994 que dejaron 107 muertos y unos 500 heridos.
En 2015, el fiscal argentino Alberto Nisman denunció también cómo la familia de Assad había facilitado a Irán el acceso a grupos poderosos en Argentina. Assad, junto con su cuñado Abdul Karim Paz y su primo, Jorge Alejandro “Yussuf” Khalil, ayudaron a Teherán “a llevar a cabo el Pacto con Irán de 2013″. Según Nisman, Irán utilizó la red de relaciones de Assad para idear un plan con la entonces presidenta Cristina Kirchner para exonerar a los iraníes acusados del atentado a la AMIA - entre ellos Rabbani - a cambio de beneficios comerciales como exportaciones agrícolas e importaciones de petróleo. Una vieja foto tomada en Brasil en la primera década del nuevo milenio muestra a Edgardo Rubén Assad en el extremo izquierdo de un grupo con Rabbani y su yerno Ali Qomi en el centro, junto con algunos brasileños del estado nororiental de Pernambuco, donde el cerebro de la AMIA había establecido una base de reclutamiento ideológico en la ciudad de Belo Jardim.
Otra foto más reciente de 2017 muestra a Assad en San Pablo siendo entrevistado por la televisión iraní en español, Hispan Tv, con motivo de la visita del ayatolá Mohsen Araki a Brasil, conocido por llamar abiertamente a la “aniquilación del sionismo” y promover relaciones amistosas con los talibanes. En aquella ocasión los anfitriones de la conferencia fueron nada menos que los centros religiosos vinculados con Hezbollah y entre los invitados de todo el continente se encontraban clérigos latinoamericanos e iraníes, todos discípulos de Mohsen Rabbani. En la entrevista con Hispan Tv Assad se presentó como miembro de la Universidad Internacional Al Mustafa (UAM), centro de las operaciones de influencia de Irán en América Latina. De hecho, el argentino es el responsable de supervisar el reclutamiento de la universidad. El Departamento del Tesoro de Estados Unidos sancionó a la UAM en 2020, seguido por Canadá en 2022, por acoger y entrenar a milicias chiíes paquistaníes y afganas en Siria en apoyo al régimen del presidente Bashar al Assad. Según el Tesoro de EEUU, la UAM “sirve de red internacional de reclutamiento para el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica-Fuerza Qods (IRGC-QF)”, que dirige las operaciones terroristas de Teherán fuera del país persa. La UMA se fundó en Qom, Irán, en 2007 bajo la supervisión directa del ayatolá y líder supremo Alí Jamenei.
Tras la fachada de la universidad, Teherán recluta simpatizantes, promueve su influencia, recaba información y establece alianzas con líderes y movimientos políticos afines. El objetivo es difundir los ideales de la Revolución Islámica y orientar la política regional en una dirección antiestadounidense. Según los numerosos análisis sobre el tema de Emanuele Ottolenghi, Senior Fellow de la Fundación para la Defensa de las Democracias de los aproximadamente 40.000 graduados de Al-Mustafa en los últimos años, el 10% son latinoamericanos entrenados por el propio Rabbani en Qom, Irán, con el cometido de regresar después a sus países de origen para difundir la Revolución islámica. Mientras que las sedes latinoamericanas de la universidad se encuentran en Caracas, Venezuela y Bogotá, Colombia, sus centros culturales están repartidos por toda América Latina, incluida Cuba. Como ha señalado Ottolenghi en repetidas ocasiones, “gracias a la financiación iraní, Rabbani ha podido crear una hidra difusa con un liderazgo completamente local que puede operar libremente por toda la región sin necesidad de su presencia física”. Rabbani es el representante personal del líder supremo Alí Jamenei en América Latina y, al estar buscado por la Interpol, no puede venir a la región. En Irán, dirige el Instituto Cultural Islam Oriente, cuya misión es publicar material de lectura en portugués y español y estrechar los lazos entre Irán y América Latina. El instituto está asociado a la Universidad Internacional Al Mustafa, la UAM.
De hecho, Edgardo Rubén Assad es el brazo de Rabbani en la región, donde participó en la creación de decenas de centros culturales financiados por el régimen de Teherán. Antes de ser retenido en Brasil el pasado martes, la policía mexicana también había prohibido recientemente su entrada en México, país que conocía bien y que había pisado por primera vez en 2007. A pesar de que miembros de la comunidad chiita mexicana en la Mezquita de Torreón, en el estado de Coahuila, hicieron una solicitud formal al gobierno mexicano para que el argentino recibiera la residencia permanente como “agregado cultural y educativo », la solicitud fue denegada y en 2009 las autoridades mexicanas lo incluyeron en la lista de personas a las que se prohíbe la entrada en el país “por sus vínculos con los involucrados en el atentado de la AMIA”.
Sin embargo, en los últimos años Assad había circulado libremente por América Latina. Desde 2013 había estado varias veces en El Salvador para inaugurar el primer centro islámico del país y establecer fuertes relaciones con el movimiento guerrillero marxista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, (FMLN) de cuyas cenizas se formó políticamente el presidente Salvador Sánchez Cerén en 2014, que más tarde apoyaría la causa iraní en la región. Además, en Perú, uno de los discípulos de Assad, Edwar Husain Quiroga Vargas, un converso que estudió con Rabbani en Qom en 2009, fundó el Partido de Dios, que también es el nombre de Hezbolá en árabe. Inkarry Islam, el instituto cultural islámico chiíta de Vargas en el departamento de Apurímac, cerca de Cusco, ha sido sospechoso de reclutar lugareños para Hezbolá. Vargas fue también uno de los principales partidarios de la campaña del ex presidente marxista peruano Pedro Castillo.
Pero, ¿por qué se detuvo a Assad en su gira por América Latina y, sobre todo, cuáles fueron los motivos de su viaje? El momento histórico es ciertamente delicado. Tanto para Irán como para su apoderado Hezbollah, América Latina es crucial, no sólo para eludir sanciones y reforzar alianzas con gobiernos amigos como el Brasil de Lula. La región, según las principales agencias de inteligencia estadounidenses e israelíes, es sobre todo un posible escenario de atentados y corre el riesgo de ser utilizada como trampolín de entrada y logístico para ataques de Hezbollah también en EEUU. El peligro del terrorismo, recordamos, ha aumentado exponencialmente debido a la escalada en Oriente Medio y los controles se han hecho más estrictos en general. En Brasil la alerta es mayor porque acaba de comenzar el juicio resultante de las investigaciones de la Operación Trapiche de la Policía Federal, que el pasado noviembre destapó una red de Hezbolá dispuesta a atentar contra diversos objetivos judíos en el gigante latinoamericano.
Además, las autoridades brasileñas esperan el visto bueno de Argentina para iniciar el juicio contra Farouk Abdul Hay Omairi. Libanés nacionalizado brasileño, Omairi tiene ahora 80 años y fue descrito por el fiscal Nisman como el “principal representante” de Hezbollah en la Triple Frontera. Propietario de la agencia de turismo Piloto, fue acusado de haber conseguido la documentación necesaria para que los integrantes del comando terrorista se instalaran en la zona de la Triple Frontera, desde donde luego habrían ingresado a la Argentina para perpetrar el atentado contra el AMIA. Además, según la investigación, numerosas llamadas telefónicas a otros sospechosos del atentado partieron de su agencia. En el pasado, Omairi había sido condenado a 11 años y 8 meses de prisión en Brasil por un delito de tráfico de drogas y falsificación de documentos. En junio de 2023 el entonces juez de la causa de la AMIA, Daniel Rafecas, había ordenado la captura de cuatro sospechosos de haber colaborado con la planificación del atentado contra la AMIA, incluido Omairi. Sin embargo, dado que el libanés es también ciudadano brasileño, Brasil, como hace habitualmente con sus compatriotas, no ha concedido su extradición a Argentina pero ha garantizado que lo juzgará en sus tribunales, previa petición del juez que en Buenos Aires instruye la causa AMIA, que desde octubre pasado está a cargo del juez Ariel Lijo.
La visita de Edgardo Rubén Assad, por lo tanto, se enmarca en este complejo contexto al que también se suma una reciente polémica entre Chile y Argentina por células de Hezbollah en Santiago. El jueves, la ministra argentina de Seguridad, Patricia Bullrich, envió un informe muy detallado sobre el tema a su par chilena Carolina Tohá, en el que también se menciona a Brasil y a la Triple Frontera. Hay “indicios”, según el documento, de que “tanto Irán”, a través de su “injerencia política y comercial”, como el grupo Hezbollah, mediante “actividades ilícitas”, “han aumentado su capacidad de acción en varios puntos estratégicos de América Latina”, entre ellos Brasil. El informe también menciona a Edgardo Rubén Assad. En Santiago, Assad habría estado vinculado al Centro Islámico de Chile, en el barrio de Las Condes, desde principios de los 2000 hasta mediados de la década pasada. En el informe enviado por Bullrich al gobierno chileno, Assad es definido como “un militante de la Unidad de Relaciones Exteriores, que se desempeña como detector de candidatos y reclutado por la Jihad Islámica desde hace años en Latinoamérica”.
En una extraña sincronía de acontecimientos, dos días después de la expulsión de Edgardo Rubén Assad de Brasil, la Cámara de Diputados en Brasilia acogió una polémica sesión dedicada a la “crisis humanitaria en la Franja de Gaza”, que se convirtió en pocas horas en apología del terrorismo y del antisemitismo, sin que nadie de los presentes interviniera. Un brasileño con una camiseta verde que representaba la bandera de Hamás incluso circuló tranquilamente entre los escaños de los diputados repartiendo pancarta antiisraelí. A la sesión también participó Ahmed Shehada, presidente del Instituto Brasileño-Palestino y hermano del terrorista Salah Shehadeh, uno de los fundadores de Hamás y comandante de las Brigadas Al Qassam, su brazo armado. Ahmed Shehada leyó pasajes de la Torá a los diputados, atacando a los judíos.