(Desde Montevideo, Uruguay) - La investigación del asesinato de Lola Chomnalez, ocurrido a fines de 2014 en Barra de Valizas (Rocha), tuvo un giro fundamental cuando la genetista Natalia Sandberg planeó un cambio en el tratamiento de las muestras de ADN que se habían recogido. La líder del Registro Nacional de Huellas Genéticas de la Policía Científica uruguaya propuso, ante la falta de resultados, estudiar la línea materna de los ejemplares que tenían.
El giro fue clave para dar con Leonardo David Sena, el asesino de la adolescente argentina que este miércoles fue condenado a 27 años y seis meses de prisión.
El ADN del homicida se había encontrado en la toalla y en el DNI de Lola, pero no coincidía con ninguno de los que estaba en la base de datos de la Policía Científica. Los investigadores intentaron estudiar la línea paterna del ADN, pero tampoco obtuvieron resultados. Entonces, a Sandberg se le ocurrió probar con la línea materna.
Entrevistada por El País, la genetista comentó que a partir de una ley de 2011 se comenzó a tomar muestras de ADN a todas las personas procesadas y condenadas en el país. Los investigadores esperaban que el asesino de Lola cometiera un nuevo delito y que, por tanto, su ADN se incorporara a la base de datos. Así, se podría cotejar con las muestras del crimen.
“Nunca perdimos la esperanza de que esa persona pudiera ingresar a nuestra base de datos criminal. Pero ello no ocurría. Pasaban los años, y esa persona, que dejó sus rastros en el escenario del crimen de Lola, no ingresaba como procesado ni formalizado. Entonces fue que decidimos cambiar la forma de buscarlo”, explicó la experta.
La rutina en esta oficina de la Policía Científica está marcada por confrontar la base genética de los criminales del país con todos los casos que todavía no se han resuelto y en los que se obtuvieron perfiles genéticos. Como Sena no aparecía en los listados, Sandberg se planteó buscar otras alternativas.
“Fue por un proyecto personal que yo me planteé buscar algunas alternativas. Por supuesto que esa iniciativa empezó con este caso (el crimen de Lola Chomnalez), pero luego la hicimos extensible a los demás casos forenses. Me propuse utilizar la base genética criminal (de Policía Científica) de otra forma. Buscar algún tipo de parentesco de un criminal que ya formaba parte de nuestra base para descubrir una nueva línea de investigación”, contó.
Este proyecto, que tuvo el apoyo de la Policía Científica y del grupo de Investigación de la Policía, empezó a mediados de 2020, cuando todavía no se buscaban criminales siguiendo los trazos genéticos de padres e hijos (o al menos Sandberg no conocía ningún caso). “Al principio pensé que iba a ir por un lado descabellado, pero mis colegas me apoyaron científicamente. Al año y medio de que yo había empezado esta línea de investigación, tuvimos un congreso virtual donde el FBI anunció que se podía realizar este tipo de búsqueda”, comentó.
El estudio de los lazos maternos permitió llegar a la madre de Sena, quien informó que tuvo 11 hijos y que había uno que hacía años que vivía con una familia en Rocha, el departamento uruguayo en el que murió Lola.
La genetista no sabe cuántos casos exactos se resolvieron utilizando este método, pero asegura que fueron “un montón” aunque ninguno tan mediático como el de Lola Chomnalez.
Sandberg es magíster en Ciencias Biológicas y fue capacitada por el FBI de Estados Unidos. Participó en la elaboración del proyecto para la creación de una base de datos genética de la población criminal de Uruguay.
La genetista aseguró tiempo atrás que el trabajo para esclarecer el homicidio de Lola Chomnalez se mantuvo bajo un “hermetismo total” porque se trataba de un caso “muy delicado”.