A partir del 10 de abril de 2025, los ciudadanos de Estados Unidos, Canadá y Australia enfrentarán nuevos requerimientos para ingresar a Brasil, según las últimas regulaciones implementadas por el gobierno de Lula da Silva.
Este cambio en la política de visados, que inicialmente se preveía para 2024 pero finalmente se concretará el año que viene, busca estandarizar los procesos de entrada al país, incluyendo a los visitantes por turismo o viajes de crucero, quienes deberán tramitar una eVisa (permiso electrónico).
La iniciativa nació luego de que durante el Gobierno de Jair Bolsonaro se rompiera “el estándar de la política migratoria brasileña, históricamente fundamentada en los principios de reciprocidad e igualdad de tratamiento”, apuntaron desde el ministerio brasileño.
Bolsonaro, que no aplicó el principio de reciprocidad de sus antecesores, derogó la exigencia de visas para los ciudadanos de esos cuatro países, sin que hubiese la misma retribución, con el argumento de facilitar el turismo y los negocios.
“Brasil no concede exención unilateral de visas de visita sin reciprocidad”, resaltó la Cancillería, que afirmó que independiente de la actual decisión seguirá “negociando” con esos cuatro países “acuerdos de exención de visas con bases recíprocas”.
Ahora, a partir del 10 de abril de 2025, cuando entre en vigor la normativa, volverá a ser adoptada la modalidad de visa electrónica, que era usada hasta 2019 para esos países.
Qué es la eVisa y cómo tramitarla
La nueva eVisa para Brasil tendrá un costo de USD 80,90 y ofrecerá una validez de 10 años con posibilidad de múltiples entradas al país, aunque limitando la estadía a 90 días por año.
Este cambio normativo se alinea con prácticas globales en la gestión de la movilidad internacional y representa un esfuerzo por fortalecer la seguridad y el control migratorio, manteniendo al mismo tiempo la apertura hacia el turismo y las relaciones internacionales.
Para obtener la visa electrónica, los solicitantes deberán cumplir con una serie de requisitos detallados:
- Una carta de intención que especificará fechas y el motivo del viaje
- Confirmación de alojamiento, prueba de residencia
- Billetes de retorno o una declaración firmada de retorno
- Prueba de ingresos
Este último requisito implica la verificación de los estados de cuenta bancarios de los últimos tres meses o las seis últimas nóminas, con un ingreso promedio mínimo de USD 2.000.
Aquellos solicitantes que no cumplan con el criterio de ingresos pueden optar por un patrocinador financiero.
Este requisito es reflejo de los procedimientos similares aplicados por otros países, como Estados Unidos, a los ciudadanos brasileños que desean ingresar en su territorio. La reciprocidad en las políticas de visado refuerza las relaciones bilaterales basadas en el respeto y la igualdad de condiciones para los viajeros internacionales.
La empresa VFS Global se encargará del procesamiento de las solicitudes de visa para Brasil. Se anticipa que el tiempo de espera promedio para la tramitación sea de cinco días hábiles, aunque desde las autoridades brasileñas recomiendan iniciar el trámite al menos dos meses antes de la fecha de viaje planeada, para evitar inconvenientes o retrasos.
Este ajuste en la política de visados se produce en un contexto en el cual Brasil ha experimentado un incremento significativo en la llegada de turistas internacionales. En los primeros nueve meses de 2023, el país acogió a casi 6 millones de visitantes extranjeros, destacando a los ciudadanos estadounidenses como el segundo grupo más numeroso, solo superado por los visitantes argentinos.
Estos datos, proporcionados por TravelPulse, subrayan la importancia del turismo como motor de la economía brasileña y la necesidad de adaptar las políticas migratorias a la realidad del flujo turístico global.
Al tiempo que Brasil ajusta su política de visados, la Unión Europea ha decidido posponer nuevamente la implementación de su programa ETIAS, que exigirá a los visitantes de la mayoría de los países no miembros de la UE obtener una autorización de viaje previa.
Estas medidas globales reflejan un esfuerzo coordinado por parte de los destinos turísticos para gestionar los flujos migratorios de manera eficiente y segura, garantizando al mismo tiempo una experiencia de viaje favorable para los visitantes internacionales.