La actual escalada en Oriente Medio también podría repercutir en el precio de los carburantes, destapando una caja de Pandora que lleva semanas gestándose a punto de estallar en Brasil. Según los expertos, el esperado aumento del valor del petróleo obligará a la petrolera nacional Petrobras a ampliar la diferencia con el llamado Precio de Paridad de Importación (PPI), un criterio adoptado internacionalmente que con la dolarización del petróleo garantiza la paridad en los precios internacionales. A diferencia de todas las petroleras del mundo, la compañía brasileña en este último mandato de Lula ha decidido no seguir más este criterio salvo para las compras al exterior, cerca del 25% del diesel y el 15% de la gasolina. Una decisión que ahora el país corre el riesgo de pagar muy cara. Con la reciente subida del precio del barril, que ha vuelto a los 90 dólares, los precios de Petrobras han ampliado la brecha con los internacionales. Incluso antes del ataque de Irán a Israel, la diferencia de precios de Brasil con respecto al PPI era del 19%, unos 0,66 reais por litro, mientras que en el caso del gasóleo, la diferencia de precios era del 10%, con 0,41 reais por litro, según el último informe de la Abicom,la Asociación Brasileña de Importadores de Combustibles, publicado el viernes.
La crisis internacional en Oriente Medio podría acentuar ahora la crisis que vive desde hace semanas la industria petrolera brasileña. Si Petrobras ha intentado hasta ahora en el primer cuatrimestre de 2024 no subir los precios para no crear más problemas al presidente Jean Paul Prates, que la semana pasada corrió el riesgo de ser despedido por Lula, ¿Qué ocurrirá ahora en las próximas semanas? Según los expertos, un aumento del precio de la gasolina podría poner a Prates en una situación aún más delicada. Desde el punto de vista político, un aumento crearía enormes problemas al gobierno Lula, porque tiene la consecuencia inmediata de aumentar el coste del transporte y, por tanto, también el coste final de las mercaderías. Sin embargo, sin nuevos aumentos, el flujo de caja de la empresa estatal corre el riesgo de verse comprometida.
En resumen, no hay paz para Petrobras, que ya ha sido el centro de un verdadero terremoto interno en las dos últimas semanas. La mecha había estallado con las declaraciones del ministro de Minas y Energía, Alexandre Silveira, que había criticado abiertamente al presidente de la petrolera, Jean Paul Prates. El motivo de la polémica había sido el pago de dividendos extraordinarios a los accionistas. Al mismo tiempo, la empresa estatal anunció una pérdida del 33,8% en el beneficio líquido de 2023. A su vez, Lula movió ficha para sustituir a Prates por Aloizio Mercadante, actual presidente del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES). Mercadante fue ministro de la Casa Civil en el gobierno de la delfina de Lula, Dilma Rousseff, en 2014 y 2015, cuando el país vivió la peor crisis económica de su historia democrática. El mercado teme que la medida oculte una estrategia de mayor intervencionismo del gobierno en la gestión de la petrolera.
Además, según los analistas, el desencadenante de la crisis y de las fricciones entre el ministro Silveira y el presidente de Petrobras, Prates, es también el mercado de los biocombustibles, que sólo el año pasado hizo ganar a Petrobras 161.000 millones de reales, 31.454 millones de dólares. El problema es que este escenario podría cambiar pronto para peor para la petrolera nacional. De hecho, se está tramitando en el Senado un proyecto de ley llamado “Combustible del Futuro”, según el cual el diesel de Petrobras tendrá que tener una mezcla aún mayor de combustible de origen vegetal. Actualmente, el 14% del diesel vendido en Brasil es biodiésel, producido principalmente a partir de aceite de soja. El proyecto de ley prevé que el porcentaje alcance el 20% a finales de esta década, y a partir de 2031 podría llegar al 25%. Además, el texto reserva otro 3% para el llamado gasóleo verde, que se obtiene a partir de aceites vegetales como la soja y la palma, así como de grasas animales. El diesel vegetal corre así el riesgo de estar presente en los próximos años en un 28% en cada litro de carburante vendido por Petrobras, causando a la petrolera una pérdida de miles de millones de reales al año. Durante la redacción del proyecto de ley, Petrobras intentó incluir en el porcentaje reservado al diesel de origen vegetal el combustible sintético que ella misma produce, denominado R5, argumentando que también tiene un componente renovable. Sin embargo, el intento chocó con los intereses del agronegocio y fue frenado con los votos del Frente Parlamentario Agropecuario (FPA) y del Frente del Biodiesel.
Al final de estas agitadas semanas, el resultado de la crisis de Petrobras ha sido el desplome de las acciones en bolsa y la huida de los inversores. Gracias en parte a la mediación del Ministro de Economía, Fernando Haddad, los políticos han intentado salir al paso rebajando el tono. El ministro de Minas y Energía, Alexandre Silveira, declaró el viernes que «no hay ninguna disputa de poder con Prates. Es un error personificar la posición del ministro de Minas y Energía en relación a Petrobras. De hecho, hay posiciones específicas que son antagónicas», añadió Silveira. Sin embargo, aún no está claro cuánto durará la tregua y si la crisis internacional se reavivará violentamente en los próximos días. Entre las causas de las fricciones entre Prates y el ministro de Minas y Energía estaría también la destitución del presidente del consejo de administración de Petrobras, Pietro Mendes, que fue nombrado por instrucciones de Silveira y destituido del mismo consejo la semana pasada, por conflicto de intereses, a raíz de una sentencia judicial. Mendes es, de hecho, también Secretario de Petróleo, Gas Natural y Biocombustibles en el Ministerio de Minas y Energía de Silveira. El gobierno Lula ya ha hecho saber que recurrirá la sentencia, y es precisamente esto lo que podría reavivar las tensiones, dado que a finales de marzo, antes de que saliera a la luz el nombre de Mercadante, Mendes era el posible candidato presidencial en la lista de personas elegidas por el gobierno para la renovación del consejo de administración que se debatirá en la próxima reunión del 25 de abril.
En definitiva, Petrobras confirma su escenario de inestabilidad, como ocurrió en la época de la operación Lava Jato, cuando se descubrió el tamaño de la corrupción política en la petrolera estatal. En estos mismos días la multinacional suiza Trafigura, una de las mayores comercializadoras de materias primas del mundo, se declaró culpable y pagará más de 126 millones de dólares para poner fin a una investigación del Departamento de Justicia de Estados Unidos sobre un esquema de corrupción que involucra a Petrobras. El acuerdo millonario en EEUU de la empresa suiza choca llamativamente con la nulidad de las pruebas y los acuerdos de culpabilidad en Brasil y ha causado debate en el país latinoamericano. Además, como explicó el representante de los accionistas minoritarios, Marcelo Mesquita, en una entrevista al diario O Estado de São Paulo, “el hecho de que Petrobras haya tenido siete presidentes en ocho años ha resultado muy perjudicial”. “Por supuesto que es una cuestión política. Es la inestabilidad política la que altera la vida de la empresa y la curva de producción. La empresa podría ser hoy mucho mayor y más rentable si fuera una empresa pública brasileña y no una empresa estatal brasileña, denunció Mesquita.
Irónicamente, la crisis política de Petrobras se produjo en el momento en que sus técnicos realizaban un excepcional descubrimiento de petróleo en aguas de la cuenca de Potiguar, frente a los estados de Ceará y Rio Grande do Norte, una de las cuatro cuencas del llamado Margen Ecuatorial. Se trata de una zona de aguas profundas del Atlántico en la que Guyana y Surinam ya descubrieron reservas con hasta 13.000 millones de barriles de crudo. Petrobras estima que el horizonte de explotación en esa zona puede rendir 14.000 millones de barriles de petróleo.
En total, Petrobras planea perforar 16 pozos hasta 2028 en el Margen Ecuatorial, con una inversión estimada de 3.100 millones de dólares en exploración en la región que se extiende desde Amapá hasta Rio Grande do Norte. Según los expertos, más allá de la importancia en sí mismo, este reciente descubrimiento podría actuar como factor de presión para el inicio de la exploración en cuencas contiguas más arriba en el Margen Ecuatorial, como la de la desembocadura del Amazonas, donde Petrobras lleva más de un año intentando obtener una licencia ambiental denegada por el Instituto Brasileño de Medio Ambiente (Ibama). En mayo de 2023, el Ibama denegó la solicitud de la empresa para perforar. En aquel momento, la agencia medioambiental argumentó que era necesaria una Evaluación Ambiental del Área Sedimentaria (AAAS). Petrobras recurrió y está a la espera de que se analice la solicitud de reconsideración presentada a la agencia medioambiental, con el fin de realizar una evaluación preoperativa, uno de los pasos del proceso de autorización. En resumen, la compañía petrolera brasileña se encuentra en una encrucijada crucial y la inestabilidad política, con su consiguiente impacto en la gestión, podría poner en peligro su eficacia y operatividad. Si Guyana fue el país con más descubrimientos de pozos de petróleo en 2022 y 2023, Brasil corre ahora el riesgo de quedarse atrás en la competencia regional.