El 20 de abril de 2018, Álvaro Conrado, de 15 años, salió de su casa y con el dinero que le daban sus padres para ir al colegio decidió comprar dos botellas de agua en una gasolinera y llevarlas a los estudiantes que protestaban contra el régimen de Daniel Ortega en la Universidad de Ingeniería, en Managua.
No logró llegar. En las inmediaciones de la catedral metropolitana, un balazo le alcanzó en el cuello. Según testigos, el régimen de Ortega dispuso francotiradores en las alturas del Estadio Nacional con órdenes de “disparar a matar” contra quienes protestaban.
“A raíz de protestas sociales ocurridas durante los meses de abril y mayo de 2018, el gobierno de Nicaragua llevó a cabo una estrategia de represión violenta, como hacía años no se vivía en el país. Más de 70 personas fueron asesinadas presuntamente a manos del Estado y cientos gravemente heridas”, expresó Amnistía Internacional en su informe “Disparar a matar: Estrategia de represión de la protesta en Nicaragua”, publicado en mayo de 2018.
Conrado cayó herido y sus últimas palabras fueron: “Me duele respirar”, una frase que se convirtió en emblema durante la rebelión ciudadana de abril 2018. Fue llevado al hospital Cruz Azul, donde le negaron la atención por “ordenes de arriba”. Murió esperando ayuda médica.
Esta semana, la Asamblea Nacional de Nicaragua, controlada por Daniel Ortega y Rosario Murillo, aprobó en “trámite de urgencia” y con 89 votos a favor y ninguno en contra, la “Ley que declara Abril mes de la paz”, en lo que opositores consideran un “intento por borrar de la memoria la rebelión de abril 2018″ y la masacre con que el régimen la sofocó después.
Álvaro Conrado, conocido como “Alvarito”, fue uno de los 25 jóvenes asesinados ese 20 de abril de 2018, un día después de que comenzaran las protestas, principalmente de estudiantes, contra una reforma a la ley de seguridad social que quitaba varios beneficios a los jubilados.
Durante ese mes de abril fueron asesinados 55 ciudadanos, la mayoría menores de 30 años, y en todo 2018 murieron 355 personas, según el recuento hecho por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
La cifra de víctimas fatales incluye a 22 policías y a unos 40 simpatizantes del partido de gobierno.
La respuesta violenta a las protestas provocó multitudinarias manifestaciones que se organizaron espontáneamente, mientras otros grupos, de campesinos y jóvenes principalmente, levantaron unas cien barricadas en todo el país para evitar la incursión de los policías y grupos paramilitares.
El país estaba paralizado por la rebelión ciudadana y Daniel Ortega se vio obligado a solicitar un diálogo con los opositores, el que usó para ganar tiempo mientras organizaba un ejército paramilitar que, con armas de guerra, se encargó de desmontar violentamente las protestas.
Además de los muertos, la represión provocó un éxodo masivo. Se calcula que unas cien mil personas salieron de Nicaragua ese año por razones políticas. También se produjo, de acuerdo con varias organizaciones defensoras de derechos humanos, el encarcelamiento de más de mil personas y el desmontaje de la Nicaragua que existía hasta ese momento.
Desde 2018, han sido canceladas más de 3500 organizaciones e instituciones de la sociedad civil en Nicaragua. La prensa independiente y los organismos defensores de derechos humanos fueron perseguidos, cerrados y confiscados sus bienes. Asimismo, el régimen de Ortega cerró unas 30 universidades privadas del país, y se estableció un control policial en calles que impide cualquier manifestación contra el gobierno.
“Abril, mes de la paz, mes de las victorias de la paz. Aparentemente, hay a quienes no les gusta la paz, serán vampiros, serán chupasangres, se alimentan de sangre y de dolor, de sufrimiento. Aparentemente, porque quienes se oponen a que se celebre la paz, pues no tienen otra calificación: chupan la sangre de los pueblos, viven, son vividores, viven de la sangre de los pueblos, reciben por violentar la paz y sembrar, desde el odio, sufrimiento y dolor en territorio sagrado como el nuestro”, expresó Rosario Murillo, vicepresidente del país y esposa de Daniel Ortega.
“¡Viva la paz! ¡Abril, mes de la paz! Y como les duele, porque ni pudieron ni podrán y es la verdad, y aquí celebramos la paz, y avanzamos en paz y bien”, añadió Murillo en declaraciones a medios afines a su gobierno.
Las madres reclamaron justicia para sus hijos asesinados con una gigantesca marcha el 30 de mayo de 2018. Sin embargo, la respuesta fue mayor violencia. Al menos 19 personas murieron por disparos ese día, una d ellas jornadas más sangrientas del año.
Uno de los asesinados por francotirador fue Jonathan Morazán Meza, de 21 años, quien participaba en una marcha el 30 de mayo de 2018 cuando recibió un balazo en la frente.
“Abril para nosotros significa resistencia. Nos mueve muchísimo, porque es un mes donde se llena de muchos recuerdos, tantos recuerdos dolorosos, pero también. recuerdo de la resistencia de nuestros familiares”, dice Tamara Morazán, hermana del joven asesinado.
“El pueblo no olvida y ellos tampoco”, añade en referencia a la ley recién aprobada por la Asamblea Nacional. “El Estado no olvida abril y sigue aprobando leyes absurdas en su lucha contra el olvido y nosotros contrarrestamos con nuestra lucha para el no olvido”.
Cada año, diversas organizaciones recuerdan que en abril estalló la rebelión ciudadana, mientras los familiares de los asesinados hacen homenajes a sus seres queridos.
“Desde 2018 nos convocamos por el dolor del asesinato de nuestros familiares y la demanda de justicia”, escribió la Asociación de Madres de Abril (AMA) en su cuenta en X. “hemos honrado la memoria de nuestros seres queridos para que no se desvanezca en el olvido y continuamos trabajando por el esclarecimiento de las circunstancias de sus asesinatos”.
“El trabajo de la Asociación Madres de Abril ha sido imparable. Estamos siempre trabajando en el esclarecimiento de la verdad, trabajando por la justicia y creando una memoria colectiva para que estos asesinatos no los vuelva a cometer nunca más un gobierno”, dice Morazán, quien es miembro de AMA.
Para este domingo 14 de abril, la organización ha invitado a una misa “en memoria de nuestros familiares víctimas mortales de la represión estatal de abril 2018″, en una iglesia de San José Costa Rica.
El régimen de Ortega también hace lo suyo y ha convocado a estudiantes al edificio confiscado del diario La Prensa, para este 19 de abril, fecha de inicio de la rebelión, para celebrar el “Día de la Paz”.
Asimismo, la declaración de “Mes de la Paz” que hizo este lunes la Asamblea Nacional sería el tercer intento para cambiarle el sentido a este mes.
El 6 de enero de 2021, Daniel Ortega declaró a través de un decreto presidencial, al 19 de abril, día que se tiene como el del inicio de la rebelión ciudadana, como “Día nacional del deportista nicaragüense y dos años más tarde, el 16 de abril de 2023, la Asamblea Nacional aprobó la “Ley que Declara el 19 de Abril Día Nacional de la Paz”.
“La iniciativa de ley declarando abril como mes de la paz solo ratifica que abril sigue vivo, que dolió, duele y le dolerá a la mafia sandinista el desprecio y rechazo rotundo de los verdaderos nicaragüenses que aman a su patria”, escribió la opositora Zayda Hernández en su cuenta de X.