Creadas por Fidel Castro luego del triunfo de la Revolución en 1959, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba (FAR) son el conjunto de fuerzas militares terrestres, aéreas y marítimas del país. Se trata de la institución oficial más influyente y poderosa de la isla; y sus generales más destacados desempeñan papeles cruciales en todos los escenarios de sucesión concebibles.
A diferencia de lo que sucede en otras naciones, las FAR cubanas tienen un complejo entramado donde muchos generales se reparten el poder en proporciones casi idénticas. Eso hace que una eventual sucesión podría quedar sumida en el caos.
Para empezar, en Cuba hay cuatro ejércitos y no uno solo. Estos son el Ejército Central, el Oriental, el Occidental y el Ejército Juvenil del Trabajo. Cada uno tiene sus comandantes y la zona de influencia está delimitada por regiones en los primeros tres casos, aunque no así en el último.
Ejército Central
Creado el 4 de abril de 1961 bajo la jefatura del comandante Juan Almeida Bosque, abarcaba el territorio de las provincias de Camagüey, Las Villas y la porción este de Matanzas. Actualmente comprende las provincias de Matanzas, Villa Clara, Cienfuegos, Sancti Spíritus y Ciego de Ávila.
Ejército Oriental
Nació el 21 de abril de 1961, apenas dos semanas después que el anterior. Su fundador fue el entonces comandante Raúl Castro desde su cargo de ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. “¡Si salvamos Oriente, salvamos la Revolución!”, decía Fidel por esos años.
Ejército Occidental
Fue fundado el 14 de junio de 1961 y, para dirigirlo, se designó al todavía “comandante de la Revolución” Guillermo García Frías. En la página web del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias se indica que las estructuras militares desarrollaron durante los ‘60 un “perfeccionamiento orgánico” que culminó con el nombramiento del Ejército Occidental el 18 de diciembre de 1973.
Ejército Juvenil del Trabajo
Este cuerpo surgió como resultado de la fusión de la Columna Juvenil del Centenario y las divisiones de infantería permanentes. Creado el 3 de agosto de 1973 en Camagüey, desde su inicio sirvió como fuerza de apoyo a la producción. En 1993, al asignársele la responsabilidad de administrar y dirigir integralmente las granjas estatales, asumió el proceso de la dirección económico-productiva de sus unidades.
Por qué podría ser caótica una sucesión de poder
El analista Brian Latell, senior associate del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington, afirmó en su ensayo “El ejército cubano y la dinámica de la transición” que, “si se produjeran actos de violencia popular en gran escala (...), muchos jefes de tropas se negarían a seguir órdenes de desatar fuerzas letales contra los civiles. A esto seguiría el conflicto entre los jefes y las unidades militares rivales”.
En momentos en que miles de cubanos salieron a las calles de distintas ciudades del país para protestar por los permanentes cortes de luz, la escasez de agua y la falta de alimentos, el régimen está en una encrucijada entre si reprime -como lo hizo el 11 de julio de 2021- o no y, de esa forma, deja crecer aún más la demanda de la población.
En diálogo con Infobae, Javier Larrondo, presidente de la ONG Prisoners Defenders, estimó que, con vistas a la experiencia del 11J, el objetivo de la dictadura “es tratar de calmar a la gente sin generar excesiva represión para no tener el repudio internacional porque la imagen del régimen está completamente denostada y su narrativa está siendo no solamente desarticulada por parte de los cubanos, que ya la han desarticulado; si no que, además, internacionalmente”.
Y siguó: “El régimen está entre la espada y la pared. Si reprime, su narrativa a nivel interno y externo se va a caer por los suelos; pero si no reprime genera una demanda de necesidades cada vez mayor porque el pueblo va a conocer que en Santiago de Cuba, tras las protestas, le dieron comida a la gente. Por lo tanto, en otros sitios van a decir: ‘Vamos a hacer lo mismo’. Es decir, están generando, sin darse cuenta, al no reprimir, una demanda. En realidad, esa es la situación ideal, que el pueblo cuando se queja de algo, tiene razones para hacerlo, el gobierno debe responder. Pero eso va en contra de los principios de una dictadura totalitaria que no puede permitir el disenso ni puede permitir las manifestaciones públicas en contra del gobierno”, puntualizó.
¿Hay unidad en las Fuerzas Armadas cubanas en caso de una transición política?
Si el régimen de Miguel Díaz-Canel decide reprimir las protestas de la población tiene que estar seguro que haya unidad dentro de estas diversificadas Fuerzas Armadas cubanas. ¿Pero estará seguro de ello?.
Brian Latell afirmaba en su estudio que “es posible que las perspectivas de transición pacífica bajo el control militar estén comenzando a esfumarse. Es muy probable que los cambiantes papeles y misiones de las FAR estén socavando su unidad y disciplina interna. Por lo menos cuatro fisuras de corte transversal pudieran estar debilitando el mando y el control, creando a la vez facciones entre los grupos de oficiales, tanto en sentido vertical como horizontal”, remarcó.
El analista mencionó:
- Tensiones generacionales: al igual que en algunos países de Europa oriental durante las transiciones poscomunistas, los oficiales más jóvenes pudieran emerger como poderosa fuerza reformista. Los jóvenes oficiales liberales, insatisfechos con el control que los generales partidarios del gobierno han ejercido durante décadas, pudieran exigir cambios profundos tanto en el ejército como en el país.
- Rivalidades entre generales: la unidad y la fraternidad que aparentemente existen en las altas esferas militares pudieran no ser más que una ilusión. Es muy probable que los tradicionales jefes de tropas y oficiales del estado mayor, incluyendo a los administradores de empresas pretorianas, se hayan ido alienando progresivamente unos de otros, ya que las misiones de las FAR han experimentado cambios y muchos oficiales se han convertido en beneficiarios de actividades con fines de lucro.
- Deterioro de la conducta profesional: las empresas pretorianas son caldo de cultivo fértil para la corrupción. Oficiales jubilados y en servicio activo que gozan de privilegios políticos surgen como una nueva clase comparativamente acomodada, que está perdiendo aquel contacto estrecho con el pueblo que tradicionalmente caracterizaba las relaciones civiles y militares. Cualquiera que sea el rumbo que tome la transición, por lo menos algunos elementos y líderes de las FAR sobrevivirán y desempeñarán papeles críticos.
- Reestructuración de fuerzas y misiones: tanto las FAR como las grandes fuerzas auxiliares de las mismas deberán ser sometidas a una considerable reducción de personal, y algunas entidades deberán ser abolidas. Se deberán reducir de forma drástica los gastos militares, las instalaciones y los inventarios de armamentos, y los sectores y empresas de las FAR deberán ser privatizados.
- Supeditación del ejército al control civil en un sistema democrático: la designación de un ministro civil de defensa será un punto crítico en la transición. Los papeles del comandante en jefe, ministro y jefe de Estado tendrán que ser repartidos de acuerdo con la Constitución.
- Internacionalización del Ejército: desde la desaparición de la Unión Soviética, las FAR han tenido pocos contactos internacionales. Irónicamente, algunos de los más sólidos han sido con Estados Unidos, incluyendo las conversaciones de alto nivel sostenidas sobre la línea divisoria de la Base Naval de Guantánamo. Los futuros gobiernos de Cuba podrían desempeñar papeles constructivos en el mantenimiento de la paz, al unir fuerzas con las naciones democráticas en actividades de seguridad a nivel regional e internacional.
Por último, respecto a si están en conflicto los distintos ejércitos cubanos, una fuente consultada por Infobae que prefirió mantener el anonimato por temor a represalias del régimen, respondió: “No creo que lo sepa casi nadie o nadie porque si la información se sabe y dan con quién posiblemente la dijo, por la propia información, los fusilan”.