En marzo de 2020 Beatriz Argimón hizo historia en Uruguay al convertirse en la primera vicepresidenta del país. Lugar al que llegó tras una extensa carrera política en el Partido Nacional; una carrera que comenzó en la militancia con apenas 17 años, y que la llevó a desempeñarse, entre otros cargos, como edila y diputada, hasta llegar a presidir el directorio blanco y posteriormente la vicepresidencia de la República.
Según el Índice de Democracia de The Economist, Uruguay es la democracia más plena de América del Sur, y en la región comparte esa categoría con Costa Rica. Sin embargo, el hecho de que hoy en día tenga una vicepresidenta mujer es la excepción a la regla. Incluso cuando las mujeres uruguayas fueron de las primeras en lograr el derecho al voto y en divorciarse por su propia decisión, en la actualidad es una de las naciones con menor representación femenina en su Congreso.
Con motivo del Mes de la Mujer, Argimón viajó a Buenos Aires para brindar una conferencia sobre los “Desafíos para la mujer en la política Latinoamericana”, que se realizó en la residencia del embajador uruguayo y que contó con la participación de personalidades de la diplomacia, cultura y política local.
Durante su exposición, la vicepresidenta de Uruguay remarcó que “los derechos de las mujeres no tienen partido político” y destacó la importancia de tener un Día de la Mujer, sobre todo en uno de los continentes que sufre mayores “inequidades”.
“Lamentablemente, algunos movimientos en la región se han tomado el tema de los derechos de las mujeres como un tema exclusivo de determinados sectores, de determinadas filosofías. Mi perspectiva, que es en la que he trabajado toda mi vida, es que los derechos de las mujeres no tienen partido político. Los derechos de las mujeres los representamos quienes tenemos, sin lugar a dudas, la voluntad optimizada en nuestro accionar de que todos somos iguales ante la ley, que no hay otra diferencia que nuestros defectos y virtudes”, manifestó.
En esa línea, consideró que tanto hombres como mujeres deben trabajar en conjunto para lograr una mayor equidad en las sociedades: “Juntos construimos la sociedad, construimos nuestras familias, construimos espacios públicos, y por lo tanto las mujeres también tenemos derecho a estar en los lugares donde se definan las políticas públicas, las políticas de nuestros países, que entre otras cosas tienen que ver con dejarle un mundo mejor a las nuevas generaciones”.
Rechazó, además, que no respalda las reivindicaciones por los derechos de las mujeres que se presentan en forma violenta, “porque parte de la construcción del avance es precisamente el respetar las diferentes posiciones, pero por sobre todas las cosas el diálogo y la unidad”. “Por lo tanto, todo aquel planteo que implique y que conlleve incluso una discriminación no me representa”.
Con relación a la coyuntura latinoamericana, Argimón sostuvo que se trata de una región donde “la inequidad y la pobreza tienen cara de mujer”. “Y cuando hablamos de mujeres y pobreza, hablamos también de niñez”, apuntó.
Al respecto, explicó que esa situación no solo tiene que ver con reivindicaciones, sino con el acceso de todos los ciudadanos a tener el auténtico ejercicio de sus derechos: “El derecho a una alimentación como corresponde, el derecho a una educación que les permita experimentar un mundo cada vez más competitivo con grandes cambios, distintos a los que nosotros tuvimos que enfrentar. Pero fundamentalmente, tiene que ver con la responsabilidad de tener un mundo mejor”.
Sobre el caso de Uruguay, destacó el alto grado de adhesión democrática que hay en la ciudadanía, pero aclaró que ese alto nivel democrático debe llevar a las autoridades a “asumir un compromiso”. “¿Puede hablarse de un alto grado de democracia sólida si la mirada del 52% de la población está fuera de donde se deciden las políticas públicas?”, planteó.
En ese sentido recordó que el último censo de la Unión Interparlamentaria muestra que Uruguay está en el número 100 de los parlamentos del mundo en términos de representación femenina. “Hay países musulmanes que tienen más representación femenina parlamentaria que Uruguay”, rechazó.
“Entonces empezamos a buscar cuál podía ser ese nudo, que obviamente tiene que ver con el poder en el mundo donde las mujeres accedemos menos al poder comunicacional, al poder económico, y al poder político. Esto tiene que ver con la historia de Uruguay (...) Que ustedes me tengan aquí hablando como vicepresidenta es lo más raro que pasó en el Partido Nacional”, agregó.
Según la ONU, la evidencia internacional indica que los países que han aprobado leyes de paridad alcanzan una participación más equilibrada entre hombres y mujeres. Actualmente Chile cuenta con un 35,5% de mujeres en la cámara baja o única del Parlamento, Costa Rica con 47,4% y México con un 50,4% (IPU). En Uruguay, en cambio, las mujeres son el 52% de la población y apenas ocupan el 25,3% de las bancas.
Si bien reconoció que Uruguay mejoró su conformación en el Senado, Argimón remarcó que todavía queda camino por recorrer para salir de ese puesto 100, con una Ley de Cuotas mediante. Sobre esta legislación recordó que hubo parlamentarios hombres que discutían la propuesta, justificando que países como Argentina, Brasil y Chile habían tenido presidentas mujeres sin necesidad de una ley de cuotas. “En realidad todos los países tenían cuotas menos Uruguay. Pero las tenían en sus partidos políticos o en sus sectores. Por eso Uruguay había quedado rezagada”, explicó.
Recordó, por su parte, que a principios de la década de los 2000 un grupo de legisladoras de diferentes partidos trabajaron conjuntamente en una “agenda común consensuada”. Según señaló la vicepresidenta de Uruguay, “se convirtió en el periodo histórico de mayor producción legislativa”. Periodo que dejó al país con leyes que garantizan, por ejemplo, un día de licencia con sueldo para que las mujeres, tanto funcionarias públicas como privadas, se hagan los análisis ginecológicos preventivos; el derecho a elegir con quiénes quieren estar acompañadas en el parto; y una ley de derechos sexuales y reproductivos.
“Cuando se habla de los derechos de las mujeres en el siglo 21, no basta con elevar el puño, sino que hay que pensar lo que las mujeres quieren. Las de las ciudades y las del interior profundo”, subrayó Argimón, y destacó que el actual gobierno que preside Luis Lacalle Pou realizó el primer censo de las mujeres en el campo.
“El otro día tuvimos una reunión donde se entregaban los cupos para sacar la libreta de conducir, muchas nos decían que querían tener su libreta de conducir; es un sinónimo de libertad, sinónimo de independencia, sinónimo de que cuando le pasa algo a alguien yo me puedo subir al auto y manejar. Y si soy víctima de violencia, puedo salir en busca de ayuda”, añadió.
Argimón se refirió también a los graves problemas que atraviesan las mujeres, como la violencia de género, la trata, los femicidios, y dijo que, a su criterio, la política pública por la que hay que empezar en este siglo “es por la independencia económica de las mujeres”: “Esto implica darle la fortaleza de saber que pueden enfrentar su situación sola, independientemente de lo que la vida le depare, es una herramienta indispensable”.
Lo segundo, agregó, es lo que técnicamente se llama “la penalización de la maternidad”: “Tiene que ver con esas mujeres que quieren, solas o con sus parejas, ser mamás, pero sin embargo, eso sabe que implican un retroceso en su vida profesional o en su vida laboral, entonces postergan la maternidad y de pronto cuando deciden ya están en una edad donde aparecen problemas para concretar su maternidad. Eso debemos considerarlo”.
Ante este contexto, afirmó: “Hay una nueva agenda, que no dice ni de partidos políticos, ni de puños levantados, ni deditos, ni de andar tirando colores por ahí”.
La vicepresidenta uruguaya instó a “no subestimar lo que muchas veces nuestras sociedades nos dicen, porque son las que perciben de primera mano lo que está pasando”.
Y concluyó: “Hay un cambio en la sociedad que el sistema político debe asumir. Y el sistema político siempre va más atrás que la realidad. Por eso militamos por estos temas. Porque vivimos en un continente maravilloso, porque tenemos la energía de hombres y mujeres que quieren vivir en países que le brinden una mejor calidad de vida Y vemos fenómenos que realmente nos preocupa; la pobreza de las mujeres es uno de los grandes problemas de nuestro continente (...) Y yo hasta que me muera voy a ser militante de mi partido, pero por sobre todas las cosas voy a seguir peleando por una mejor democracia”.