La venganza es un plato que se sirve frío. Eso lo sabe Daniel Ortega, quien esperó cinco años sin mayores reacciones a la deserción de su antigua mano derecha en asuntos jurídicos y negociaciones políticas, el magistrado Rafael Solís Cerda, para arrebatarle los bienes que poseía en Nicaragua, incluyendo los de familiares cercanos.
Desde finales de enero 2024 a la fecha, el régimen nicaragüense ha confiscado al menos seis propiedades de Solís o de sus familiares. El 27 de febrero pasado, patrullas de la Policía nicaragüense se presentaron a la vivienda de la madre de Solís, Rafaela Cerda, de 93 años, a quien obligaron salir del inmueble “solo con la ropa que andaba puesta”.
La ola de confiscaciones contra Solís y sus familiares se produce casi un año después que el régimen de Ortega lo declarara “traidor a la patria” y ordenara que todos sus bienes pasen al Estado de Nicaragua.
Solís fue magistrado de la Corte Suprema de Justicia de Nicaragua durante 19 años y al mismo tiempo se desempeñaba como representante político del partido de gobierno, Frente Sandinista, en el sistema judicial y contacto personal de Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo.
Renunció el 8 de enero de 2019 a través de una carta pública en la que denunció como “un estado de terror” la represión que desató Daniel Ortega en contra de las protestas ciudadanas que estallaron en 2018 pidiendo su salida del poder.
Con multitudinarias marchas en las calles, y más de cien barricadas paralizando el país, en su momento más débil, Ortega convocó a un primer diálogo con los opositores, en mayo de 2018, que le sirvió para ganar tiempo y organizar una fuerza paramilitar, dotada con armas de guerra y apoyada por la Policía, que desactivó violentamente las protestas callejeras.
Según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en 2018 se produjeron 355 asesinatos relacionados con la represión a las protestas, y otras organizaciones calculan en más de mil las personas apresadas, y cerca de cien mil las que huyeron del país para proteger sus vidas o libertades.
“Han sembrado el miedo en nuestro país y ya no existe derecho alguno que se respete con las consecuencias inevitables de la instalación y consolidación al menos de una dictadura con caracteres de monarquía absoluta”, expresó Solís en su carta de renuncia.
“Si no se hubiera matado tanta gente, yo estaría con ustedes y continuaría en la Corte y en el Frente”, añadió en la misiva que se hizo pública cuando el exmagistrado ya se encontraba exiliado en Costa Rica, donde aún permanece.
Embajador y diputado
Rafael Solís Cerda, 70 años, fue el primer embajador que la guerrilla sandinista envió a Estados Unidos cuando tomó el poder en Nicaragua, en julio de 1979. Solís llegó aún con ropa militar y compró apresuradamente un juego de vestimentas civiles para presentarse ante el entonces presidente estadounidense Jimmy Carter.
Solís proviene de una familia adinerada y religiosa. Estudió en el Colegio Centroamérica y en la Universidad Centroamericana (UCA), ambos manejados por la Compañía de Jesús. Se involucró en la lucha contra el régimen de Anastasio Somoza, en la década de los 70, primero a través del movimiento cristiano estudiantil y luego en la guerrilla sandinista.
Tras el triunfo revolucionario permaneció un año como embajador en Estados Unidos, y luego se integró al Ejército Popular Sandinista (EPS), quien lo designó su delegado en el recién formado Consejo de Estado, una especie de parlamento revolucionario.
Después de la derrota electoral del Frente Sandinista, en 1990, Solís desapareció de la política e intentó convertirse en empresario de la pesca en la Costa Atlántica del país, pero sorpresivamente reapareció en 1996 como candidato a diputado suplente del entonces Movimiento Renovador Sandinista (MRS), el grupo disidente del Frente Sandinista, que se oponía a la forma en que Daniel Ortega conducía el partido en la oposición.
Sin embargo, camaradas de Solís aseguran que nunca se distanció de Daniel Ortega. “La prueba es que Ortega lo coloca como magistrado de la Corte Suprema de Justicia en 1999, cuando Ortega y Arnoldo Alemán se repartieron los poderes de Nicaragua”, explica una fuente que pide anonimato.
“Vengo a defender los intereses del Frente Sandinista”, dijo públicamente Rafael Solís al asumir su silla como magistrado, una controversial frase para un juez que lo persiguió en todo su desempeño.
“Yo recuerdo a Payo (Rafael Solís) en el exilio en Costa Rica. Y lo recuerdo en el Frente Interno en Managua. Era un compañero dedicado y valiente, pero siempre tuvo ese rasgo —un rasgo que por supuesto lo puso donde está— de ser obediente, de hacer lo que le decían, no importaba cuál fuera su propio criterio. Si en una situación militar esto puede haber sido un requisito, en estos tiempos esa cualidad tendría que haberlo eliminado como candidato a la Corte Suprema, ya no digamos como miembro de esta”, escribió la escritora nicaragüense Gioconda Belli, en un escrito publicado en 2007.
Padrino de Ortega
En septiembre de 2006, cuando Daniel Ortega necesitó aparecer casado por la iglesia Católica con miras a las elecciones de ese año en las que se presentaba por quinta ocasión como candidato presidencial del Frente Sandinista, Solís figuró como testigo de una dudosa ceremonia que se habría producido en 1978, cuando Ortega y Rosario Murillo, según su versión, se habrían casado en Costa Rica bajo los oficios de un sacerdote guerrillero.
Daniel Ortega venía de perder tres elecciones seguidas y las advertencias del poderoso arzobispo de Managua, cardenal Miguel Obando, habrían sido decisivas en sus derrotas. A la víspera, Obando pidió a los votantes que evaluaran la calidad de los candidatos observando si estaban casados o no según los ritos de la iglesia católica.
A pesar de que años antes Rosario Murillo había reconocido que nunca se casó con Daniel Ortega, luego de la advertencia de Obando comenzó a correr la versión del casamiento guerrillero, del que solo Rafael Solís quedaba como testigo vivo. Ortega y Murillo “renovaron” votos matrimoniales ante el propio arzobispo de Managua y con Solís como padrino de bodas.
Ese año Daniel Ortega ganó las elecciones que se celebraron en noviembre de 2006, y que lo llevarían al poder que mantiene hasta hoy, 17 años después.
Rafael Solís participó en todas las jugadas fuertes del sandinismo, siempre tras Daniel Ortega. Fue uno de los redactores de la actual Constitución Política, en 1987; asistió a Ortega en la acusación por violación y abuso sexual que le hizo Zoilamérica Narváez, en 1998; fue uno de los negociadores del pacto con el liberal Arnoldo Alemán; y, en octubre de 2009, fue el principal artífice de una sentencia de la Corte Suprema con la que Ortega logró reelegirse pese a la prohibición constitucional que existía.
“No pensé que eso llevaría a la nación a esto. Nunca lo imaginé”, lamentó Solís, dos días después de su renuncia en una entrevista con el diario estadounidense The New York Times.
La Asamblea Nacional de Nicaragua (parlamento) no tramitó la renuncia de Solís, pero ocho meses más tarde, en octubre de 2019, lo “destituyó” del cargo mediante una votación sumaria en la que se acusó al exmagistrado de “canalla”, “vendepatria” y parte del “golpismo”.
El pasado 29 de enero, el régimen de Daniel Ortega confiscó el Hotel Casablanca, un pintoresco edificio de 15 habitaciones, ubicado en la zona costera de San Juan del Sur, propiedad de Rafaela Cerda, madre del exmagistrado.
La Policía también tomó posesión de las viviendas de Ana Isabel Solís y Aldo Rapacciolli Solís, hermana y sobrino de Rafael Solís, respectivamente. También fue confiscado el centro comercial bautizado como Plaza Isabella, en Managua, cuya propiedad aparece registrada a nombre Ana Isabel Solís.
El último acto de venganza se produjo el 27 de febrero pasado cuando cuatro patrullas se presentaron a la vivienda de Rafaela Cerda, ubicada en el exclusivo reparto de Villa Fontana, en Managua, y exigieron a la nonagenaria señora que desalojara la propiedad porque pasaba a pertenecer al Estado de Nicaragua, según informaron medios locales.
Infobae trató de conversar con Rafael Solís sobre este tema, pero el exmagistrado alegó que no podía hacer comentarios en este momento.