Ecuador se convirtió en uno de los diez países con mayor criminalidad del mundo. Los ecuatorianos ahora viven un estado de excepción y conflicto armado interno que ha permitido que las fuerzas de seguridad se desplieguen en todo el país y neutralicen a más de 20 agrupaciones narcoterroristas. La violencia ha escalado notablemente, desde masacres carcelarias hasta coches bomba en las calles. Parece que la nación ha cruzado un límite de no retorno.
Mario Pazmiño -coronel en servicio pasivo de las Fuerzas Armadas de Ecuador, ex director de Inteligencia del Ejército ecuatoriano y consultor en temas de seguridad, inteligencia y estrategia- habló con Infobae sobre las condiciones que llevaron a la actual situación que vive el país. El experto asegura que el crimen organizado tardó al menos 40 años en instalarse en el país, casi el mismo tiempo que tendrá que pasar para que los ecuatorianos experimenten los niveles de seguridad a los que estaban acostumbrados.
Pazmiño es enfático en recalcar que los gobiernos han permitido que la estructura del Estado sea penetrado por las mafias transnacionales y también indica que Ecuador no cuenta con un sistema de Inteligencia articulado.
–El mundo observa con preocupación a Ecuador por la actual crisis de seguridad, ¿cómo el país llegó a este escenario?
–El país sufre un proceso de transformación durante cuatro décadas. Esto arranca más o menos en 1990, cuando el Ecuador era un país de tránsito entre dos grandes potencias del narcotráfico: Colombia y Perú. Decían que el país era un santuario, pero posterior a eso, llega a el año 2004 donde se ocurre lo que se conoce como el Efecto Mercurio que se genera desde Colombia. A raíz de esto gran parte de la infraestructura del crimen organizado comienza a pasar a territorio ecuatoriano. En el 2004, se transforma en un centro de acopio y plataforma internacional de distribución de narcóticos. A partir de esa fecha hasta el 2014, otra década más en el Ecuador se genera una nueva mutación. Entonces el país se transforma en procesador (de droga) sin ser productor. Desde el 2014 hasta la presente fecha, el país es considerado la principal plataforma de exportación de cocaína de la Cuenca del Pacífico.
–Un reciente estudio policial ha indicado que en Ecuador operan los cárteles mexicanos de Sinaloa y Jalisco y también la mafia de los Balcanes, ¿cómo la operación de estos cárteles cambió –si es que lo hizo– las dinámicas de la gobernanza criminal dentro del país?
–En el momento que hay una superproducción de cocaína, en el vector que comprende la del departamento de Nariño y la provincia de Esmeraldas por donde sale aproximadamente el 75% de la producción de cocaína de Colombia, entonces se genera una atracción de quienes de diferentes carteles. Adicional a estos cárteles mexicanos, que tienen interés y que participan directamente de esta explotación de la droga en esa zona el cártel de Sinaloa y el cártel Jalisco Nueva Generación, también hay un cártel colombiano: el clan del Golfo y también hay una protomafia brasilera: el Comando Vermelho. Estos diferentes actores internacionales necesitan poder trasladar la droga, cuidarla, embodegarla y luego trasladarla hacia las plataformas internacionales de distribución que son los puertos necesitan contratar o subcontratar o tercerizar, como quieran llamarlo, a bandas locales. Ahí intervienen las 23 bandas que el Presidente de la República las ha catalogado como organizaciones de terrorismo porque utilizan técnicas de terrorismo urbano.
– Las masacres carcelarias y los recientes hallazgos de de las Fuerzas Armadas (como el jacuzzi que encontraron en una de las cárceles) demuestran que el Estado tenía el control de las cárceles, sino que los criminales también actúan en complicidad con funcionarios que les permiten el ingreso de armas y de otro tipo de objetos prohibidos. Además de la depuración de las instituciones, ¿qué otras medidas se deben adoptar para que las prisiones no sean centros de operación del crimen organizado?
– En el interior de las cárceles hemos visto suites ejecutivas con todos los lujos. Lo que usted dice es una realidad. Existe una penetración permanente y un control de administración ni del SNAI (servicio de cárceles), que es el organismo que se encarga de cuidar y controlar los centros carcelarios ni de los guías penitenciarios. Ellos son colaboradores directos del crimen organizado por lo tanto quiénes controlan y dirigen al interior de los centros carcelarios son las bandas delictivas. Recién el Estado está tomando el control. ¿Qué quiere decir esto? Que los gobiernos anteriores, las instituciones anteriores y los funcionarios que trabajaron anteriormente solo estuvieron ahí para dejar que el crimen organizado siga penetrando la estructura gubernamental. Lamentablemente es una realidad. Hay dos factores importantes: el altísimo nivel de corrupción de todos los funcionarios y el segundo la falta de eficiencia operativa de los guías penitenciarios.
– Hay informes internacionales indican que no hay el número requerido de guías para que controlen a los presos, además ellos actúan desarmados. ¿Cómo deberían ser los cuerpos de vigilancia de las cárceles?
–Los cuerpos de seguridad de las prisiones no le permiten al delincuente que tome el control de los pabellones. No les permiten que deambulen cuando ellos quieren, que impongan condiciones. Quien impone las condiciones, quien establece las normas y los procedimientos son los guías penitenciarios. Estos guías deben tener un alto entrenamiento y procedimientos internacionales y nacionales. En el caso ecuatoriano, los guías penitenciarios son cuotas políticas. Casi la mayoría son favores que deben algunos políticos y ponen a personas sin entrenamiento, sin una capacitación adecuada y con altísimos niveles de corrupción. Entonces son penetrados rápidamente y lo que hacen es colaborar con el crimen organizado. Hay una deficiencia tremenda y estructural. Se debe retomar el control como lo están haciendo las Fuerzas Armadas y en cada celda colocar a las personas que tienen que estar. Las Fuerzas Armadas nos han demostrado que sí se puede tomar el control de las cárceles y sí hay como imponer disciplina al interior de los centros carcelarios. Una cosa que no hizo ni la policía, ni hizo los guías penitenciarios ni los anteriores gobiernos.
–El presidente Daniel Noboa ha propuesto centralizar los servicios de inteligencia, ¿qué debe mejorar en cuanto a la Inteligencia que existe en el Ecuador?
– El sistema de Inteligencia está desarticulado porque el Estado utiliza solo los sistemas de inteligencias institucionales y no tiene un centro de Inteligencia que analice toda la información de los diferentes agencias, de las diferentes componentes del sistema de Inteligencia y la presente, con base a diagnósticos o escenarios, en este caso al Presidente de la República para que pueda tomar decisiones.
–¿Quiénes deberían integrar esos sistemas?
–Los sistemas de Inteligencia son estructuras muy cerradas con técnicos y altamente profesionales. Estos sistemas no pueden ser improvisados, con gente que viene de cuotas políticas o de amistades personales. Así no funciona.
– Se ha anunciado algunos acuerdos de cooperación entre Ecuador y Estados Unidos, sobre todo con capacitación y con presencia de militares estadounidenses en el país. ¿Estos tratados son similares tanto en forma como en el contexto en el que se instaló la Base de Manta?
–Son escenarios completamente diferentes. El alcance también es diferente con relación a lo que era la Base de Manta. Creo que este nivel de cooperación es mucho más amplio porque las embarcaciones, los buques de guerra norteamericanos que van a estar fuera de las millas marítimas del mar territorial, en mar abierto, pero en contacto permanente con la Armada ecuatoriana y parte de los miembros de la Armada ecuatoriana que va a estar en esas embarcaciones, van a tener que realizar lo que se llama interdicción marítima. Toda embarcación que salga desde la costa ecuatoriana o que ingrese va a ser monitoreada, con el propósito de hacer un seguimiento. Se va a controlar sobre todo a lanchas o embarcaciones que salen a reabastecer la droga o que salen llevando drogas. La capacidad de interdicción marítima va a ser mucho más grande porque que las embarcaciones norteamericanas tienen la capacidad de actuar en aguas internacionales rápidamente...
– En los últimos años hemos visto está creciente ola de violencia en las calles con sicariatos, atentados a funcionarios fiscales, coches bomba... ¿Estamos en un punto de no retorno? ¿Los ecuatorianos debemos asimilar que al salir a un espacio público puede que exista una amenaza inminente?
– El país se demoró cuatro décadas en llegar a un nivel de penetración sumamente grave por parte del crimen organizado transnacional y el país durante este proceso atravesó una línea que nunca debió atravesarse: la línea de terrorismo urbano. Esta línea no se recompone, esa línea no se puede nuevamente restablecer. Es una línea que se corta y ya no hay retorno. Lamentablemente el país cruzó la línea del terrorismo urbano y pues va a ser sumamente complejo retomar las actividades normales. Siempre va a haber la duda y siempre va a haber ese temor de que en cualquier momento se pueda activar alguna acción de terrorismo urbano. Vamos a vivir exactamente como vive España, como vive Colombia, como vive Venezuela, como vive Brasil. Eso le va a tocar al Ecuador porque esto no se va a acabar en un estado de excepción en 30 días más. Por lo bajo se demorará de tres a cuatro décadas, siempre y cuando se den las condiciones favorables, para que podamos retornar a los niveles de seguridad que teníamos. En estos procesos se tienen que incorporar inmediatamente políticas públicas de largo alcance, no solo en el aspecto militar policial, sino en el aspecto social. Hay que cambiar la mentalidad de nuestros niños, de nuestros jóvenes, hay que mejorar las condiciones de educación, de salud, de empleo, de vivienda del pueblo ecuatoriano... Si no cambiamos eso, pues lamentablemente las cosas seguirán igual.