El régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, sigue los pasos de Daniel Ortega en Nicaragua, para retener el poder, afirman opositores nicaragüenses después de conocer la inhabilitación política que recientemente confirmó el Tribunal Supremo de Venezuela contra la líder opositora venezolana María Corina Machado.
En octubre pasado, Machado obtuvo una amplia victoria en las elecciones primarias que la designaron como la candidata presidencial de la oposición para enfrentar al presidente Nicolás Maduro, candidato oficialista en las elecciones presidenciales previstas para el segundo semestre de 2024.
La inhabilitación dejaría a la líder opositora fuera de la contienda, a pesar de que ella ha manifestado su intención de continuar en la lucha electoral, y el gobierno de Estados Unidos presiona al régimen venezolano para que reestablezca las garantías de elecciones libres.
“Venezuela se encamina a un fraude intelectual”, pronostica el analista y opositor nicaragüense Eliseo Núñez. “Un fraude intelectual es cuando borrás a la oposición totalmente y competís nada más bajo tus reglas, sabiendo que vas a ganar, porque la oposición no va a ir a votar”.
Para graficar este concepto, Núñez expone el recorrido que hizo Daniel Ortega para establecer una dictadura en Nicaragua. “Los primeros fraudes que hizo Ortega, yo pudiera llamarles fraudes materiales, es decir, falsificaba actas, eliminaba actas, usaba lo que nosotros llamamos urnas preñadas, o sea, cargadas con votos y Venezuela se dirige a un fraude intelectual que es lo que pasó en 2021 en Nicaragua, cuando se inventaron de la A la Z una elección con reglas que son imposibles de seguir por los otros y eliminan a los competidores”.
En el 2021, Daniel Ortega canceló a tres partidos de oposición y encarceló a siete líderes opositores que manifestaron su intención de competir contra Ortega en las elecciones generales previstas para noviembre de ese año.
“Maduro va a eliminar la oposición”, dice Eliseo Núñez, como hizo Daniel Ortega en 2021, sin dejar que la oposición pueda decidir si participar o no. “Aunque la oposición tenga la voluntad de competir, Maduro la va a eliminar. Ortega eliminó a la oposición. En el 2016 dejó a algunos para que hiciera las veces de oposición, pero ya en el 2021 los eliminó a todos”.
Daniel Ortega regresó al poder en el año 2007, después de unas elecciones en las que enfrentó a sus adversarios divididos, y bajo la protección de un pacto con Arnoldo Alemán, el líder del Partido Liberal Constitucionalista (PLC), el partido más fuerte de Nicaragua en ese entonces, que le permitió ajustar las reglas electorales a sus posibilidades.
Hasta el triunfo del 2007, Ortega venía de perder tres elecciones seguidas frente a adversarios unidos y un obstáculo que se le hacía imposible vencer: la Constitución Política de Nicaragua establecía que para ganar en primera vuelta se necesitaba el 45 por ciento de los votos y el punto más alto de Ortega lo alcanzó en 2001, cuando logró el 42.3 porciento de los votos y perdió las elecciones contra el candidato liberal Enrique Bolaños.
El pacto con Arnoldo Alemán bajó el umbral electoral al 35 por ciento y, en noviembre de 2006, Ortega ganó las elecciones con el 38.07 por ciento de los votos.
A partir de ahí, comenzó a desmantelar el tejido institucional que existía, a concentrar el poder en torno a su persona y a reelegirse mediante fraudes electorales, en los que la oposición participaba, pero los resultados los anunciaba el tribunal electoral controlado por Ortega sin demostrar de dónde habían salido esos números.
Daniel Ortega ha gobernado Nicaragua durante cinco períodos, cuatro de ellos consecutivos. En las elecciones de 2016, dinamitó al Partido Liberal Independiente (PLI), el principal partido opositor en ese momento, cuando la Corte Suprema de Justicia, bajo su control, ordenó quitarle los sellos a su representante legal, y entregárselo a un político desconocido que los reclamaba.
La pulverización de la oposición ocurriría, sin embargo, en las elecciones de 2021, durante la tercera reelección de Ortega, cuando además de cancelar a los partidos de oposición y apresar a los candidatos, promulgó leyes que desnaturalizaban el ejercicio electoral, tal como se le conocía hasta entonces.
“Todo lo que Ortega miraba como oposición lo reduce al mínimo. Incluso reduce la campaña electoral a 60 días, reduce todas las actividades electorales, prohíbe las manifestaciones populares y prohíbe las concentraciones”, explica Núñez.
“Lo llamo fraude electoral intelectual porque lo concibieron desde las reformas que hicieron en los temas de seguridad con las famosas leyes a finales del 2020, después siguieron con las reformas electorales de finales de abril del 2021 y lo ejecutaron con el encarcelamiento de todos los competidores y la eliminación de los partidos políticos”, añade.
Félix Maradiaga es uno de los siete opositores que Ortega encarceló cuando pretendieron competir contra él en las elecciones de noviembre del 2021. Pasó 20 meses en una cárcel de máxima seguridad y en febrero de 2023 fue desterrado a Estados Unidos.
“Daniel Ortega es efectivamente una referencia concreta de una forma más descarada de permanencia en el poder, inhibiendo de previo a la oposición para no tomarse la molestia de simular elecciones competitivas. Quizás en ese sentido sí hay un guion”, señala ante la consulta de Infobae.
Sin embargo, dice ver la mano de Rusia y a China detrás de la consolidación de esas dictaduras. “Es una coordinación mucho más perversa y compleja que parece partir del convencimiento de que la comunidad internacional, Estados Unidos y las instituciones occidentales no tienen las garras para frenar el avance de esos sistemas, que se basan en un desprecio total al derecho internacional y a la democracia liberal”, afirma.
Dice que China y Rusia usan su poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU como garantía para las dictaduras aliadas. “Ese estatus les resulta conveniente para apañar a sus aliados bajo la premisa de que no habrá consecuencias severas para los regímenes ilegítimos, en este caso Venezuela”.
Eliseo Núñez considera que la decisión más difícil que deben tomar los opositores venezolanos es participar o no participar en las próximas elecciones. “Se cual sea la decisión que tomen, la tienen que tomar unidos”, recomienda.
Maradiaga, por su parte, dice que “Venezuela tiene una ventaja significativa sobre la experiencia nicaragüense, como es la diferencia de que sí hubo un proceso de elecciones primarias amplias y competitivas. Más de tres millones de personas votaron en un proceso interno que definió a María Corina Machado como la legítima representante de la oposición. En el caso nicaragüense, no se logró concretar el proceso competitivo interno de la oposición porque Ortega encarceló a todos los potenciales candidatos”.
“Yo insistiría en el hecho de que en Venezuela sí hay una figura de oposición institucionalmente validada por la oposición. Toda la legitimidad y organización de las energías de oposición deben estar orientadas a respaldar a María Corina y no aceptar elecciones sin su participación” agrega.
Eliseo Núñez dice que Maduro, como lo hizo Ortega en el 2021, terminará apresando a los candidatos opositores. “Ellos le tienen temor a la movilización popular. Y la elección en sí misma es una un ejercicio de movilización popular y lo que Ortega se ganó con la desfachatez de echar preso a todo el mundo, además de conseguir las fichas de cambio que siempre busca, es que hubiese cero posibilidades de movilización electoral”.
“Entonces, si la oposición decide participar, tiene que estar decidida a llevar la movilización popular como su objetivo y no el día electoral. La movilización popular tiene que anteceder al día de la elección y si deciden, como te digo, participar, tienen que ir todos junto y saber que el objetivo es movilizar a la población porque la elección en sí misma está viciada desde su origen”, concluye Núñez.