El 10 de enero pasado, desde Rusia llegó una noticia que cayó como bomba en Nicaragua. El Servicio Federal de Aduanas (FTS) de Rusia informó a través de un comunicado oficial el decomiso de una tonelada de cocaína procedente de ese país centroamericano, en el Gran Puerto de San Petersburgo.
“Las drogas fueron detectadas durante la inspección de un contenedor que llegó desde Nicaragua. Los análisis confirmaron que la droga era cocaína”, señaló el comunicado oficial que difundieron medios rusos.
La información fue escueta e iba acompañada de una fotografía donde agentes ordenaban en el suelo lo que se explicó eran mil briquetas o paquetes rectangulares, con cobertura color marrón que contenían polvo blanco comprimido y etiquetadas con las letras “BBB” y “DIOR”.
El alijo fue encontrado en la parte superior de un contenedor de carga, y la prueba de campo dio positivo a cocaína. El Servicio Federal de Aduanas calculó su valor en 11 millones de rublos (unos 122.7 millones de dólares) e informó que “los contrabandistas” serían sometidos a la justicia y pueden ser condenados hasta 20 años de prisión si son declarados culpables de tráfico de drogas a gran escala.
Sin embargo, no se dijo quiénes eran los contrabandistas detenidos ni a quién iba a destinado el cargamento, ni quién lo envió desde Nicaragua. Tampoco el régimen de Nicaragua se ha referido al asunto, ni se sabe de alguna operación policial para dar con los traficantes.
“Hasta donde sé, las autoridades rusas y nicas no han dicho una sola palabra respecto al punto de origen del cargamento de droga. De hecho, los medios oficialistas rusos solo han dicho que la incautación fue el resultado de una operación de los organismos de inteligencia de ambos países”, explica Javier Meléndez, especialista en asuntos de seguridad y director del centro de investigación centroamericano Expediente Abierto.
“Que salga más de una tonelada de cocaína en el país internamente más vigilado de Centroamérica por la represión generalizada y el estado de paranoia, es alucinante”, añade. “Cuesta entenderlo. Además, Nicaragua tiene seis puertos y el más relevante, el de Corinto, es muy pequeño, con poca capacidad instalada y debiera ser muy fácil detectar una tonelada y media de cocaína”.
Para la excomandante guerrillera sandinista Dora María Téllez, lo más llamativo de este quiebre es que hasta ahora las autoridades rusas no han mencionado el nombre del remitente de la droga en Nicaragua. “Eso lo que me hace ver a mí es que está involucrado alguien de estatura política importante en las relaciones Rusia - Nicaragua como para no haberlo mencionado”, dice.
“Ese alto nivel que viaja y va de arriba para abajo a Rusia, es Laureano (Ortega Murillo) y el grupo de Laureano que lo acompaña, porque no vas a establecer conexión con la mafia rusa, distribuidora de cocaína, por teléfono”, señala.
Dora María Téllez fue una persona cercana a Daniel Ortega en la guerrilla, durante los años 70, y durante el gobierno sandinista de los años 80, cuando se desempeñó como ministra de salud. En 1994, ya en la oposición, rompió con la facción de Ortega y fundó el disidente Movimiento Renovador Sandinista (MRS) junto al escritor Sergio Ramírez Mercado y otros importantes cuadros del Frente Sandinista. Fue presa política del régimen de Ortega por más de un año y actualmente se encuentra desterrada en Estados Unidos.
Según Téllez, en Nicaragua existe “una enorme complicidad con los principales cárteles del narcotráfico, los que tienen controlada la entrada al mercado norteamericano en la frontera de México con Estados Unidos” y “la droga capturada en Nicaragua es de carteles que no están en arreglo con el régimen”.
Dice que el silencio que guardan tanto las autoridades rusas como el régimen de Ortega “es un indicador de que ahí tenemos una mafia en el poder dedicada a unas operaciones de tráfico de drogas internacional”.
“Es una actividad de crimen organizado desde el poder político al más alto nivel en Nicaragua. Si no ¿quién va a silenciar a los medios oficialistas si no hay una orden desde arriba, desde Daniel Ortega y Rosario Murillo”, se pregunta.
La misma opinión tiene el opositor Enrique Sáenz, según un escrito difundido por él en redes sociales: “¿Sabe la Policía de cuál puerto de Nicaragua salió contenedor con una tonelada de cocaína incautado en Rusia? ¡Claro que lo sabe! ¿Sabe el nombre de la empresa embarcadora? ¡Obvio que lo sabe! ¿Sabe quiénes son los funcionarios aduaneros y portuarios que intervinieron en el trámite? Por supuesto que lo sabe. Entonces ¿cuántos capturados hay?”.
El famoso narcotraficante colombiano Carlos Lehder asegura en un libro próximo a publicarse que durante los años 80 se refugió en Nicaragua bajo la protección del gobierno sandinista que dirigía Daniel Ortega, según un adelanto que reveló hace unos días la revista Semana, de Colombia.
“Me asignaron como vivienda una amplia casa de protocolo diplomático, a la cual lo único que llevé fue mi fusil G3 y demás armamento personal, un morral cargado de dólares, mi potente radio de comunicaciones HF Global y mi radio Zenith, que usaba en el día para escuchar música, y por la noche para monitorear las emisoras de Colombia y La Voz de Alemania (Deutsche Welle)”, relata.
En 1984, el narcotraficante y agente de la DEA Barry Seal tomó unas fotografías en el aeropuerto Los Brasiles, de Managua, donde se ve a Pablo Escobar y Federico Vaughan, asistente del entonces poderoso ministro del Interior de Nicaragua, Tomás Borge, cargando paquetes presumiblemente de droga.
Las fotografías sirvieron al presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, para demostrar la participación sandinista en el narcotráfico internacional.
Dora María Téllez considera que, en ese tiempo, el gobierno sandinista facilitaba operaciones menores de narcotráfico y, sobre todo, refugio a delincuentes de alto nivel. Esas operaciones, dice, solo podían conocerlas un grupo reducido de dirigentes entre quienes estarían Tomás Borge y Daniel Ortega. “Evidentemente Tomás (Borge) lo sabía porque sale en todos lados la figura de Tomás y es casi imposible que Daniel no lo haya sabido”, considera.
“El punto ahora es que Centroamérica es una zona de tránsito de volúmenes gigantescos de droga, porque la ruta del narcotráfico se trasladó del Caribe a tierra firme. Por Centroamérica pasa casi el 80 por ciento de la droga que va para Estados Unidos”, añade.
“Lo que llama la atención de este asunto es que no están satisfechos simplemente con el tema de la droga hacia Estados Unidos, sino que quisieron aventurarse en el mercado ruso, un mercado enorme, en el que este grupo cree que está políticamente protegido, como en efecto lo está”, dice Téllez.
Para la exguerrillera, operaciones para hacer llegar una tonelada de cocaína a Rusia desde Nicaragua, requiere altos niveles de coordinación, y la compara con las operaciones que hace el régimen de Ortega para el traslado de migrantes.
“Es una operación similar a la que están haciendo con los migrantes, de una operación internacional de un gran calibre. De un gran peso, de gran coordinación, de mucho dinero en juego”, explica. “Además, vos tenés que tener un grupo operacional que esté haciendo posible esa movida. Unos traficantes que están en Marruecos con unos traficantes que están en Managua, al más alto nivel, en donde se coordina eso y se le da la orientación al Aeropuerto Sandino, a la Policía, a Migración, y se coordina el precio de esa bajada, el precio de la llegada de ese avión, el precio por cada cabeza. Es decir, estás hablando de un negocio de tráfico de personas a escala. Si ya están entrando migrantes desde Marruecos, estamos hablando de un nivel de operación de los Ortega Murillo como crimen organizado. Es decir, no solamente están en el tráfico de droga, sino además en el tráfico de personas. Están quedando totalmente en evidencia”.
Dora María Téllez considera que la caída del cargamento de cocaína en el puerto de San Petersburgo es un golpe duro para el régimen porque “se fractura la confianza con los rusos. Los rusos se están dando cuenta que les están metiendo gol”, además, es una pérdida económica grande. “¿Quién va a pagar el dinero perdido por esa droga, que es una cantidad enorme?”, se pregunta.