¿Cuántos neopentecostales hay en Brasil? Ciertamente son muchos, dado el crecimiento de los edificios de culto en los últimos años. Lamentablemente, aún no se han divulgado los datos del último censo nacional, el de 2022, del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) relativos a este segmento. Por lo tanto, hay que remitirse a los del penúltimo censo, el de 2010, según los cuales los neopentecostales en Brasil, al menos en ese año, eran más de 42 millones, cerca del 22,2%. Según la Alianza Evangelica Latina en 2023 son el 35% de la población total, es decir poco más de 76 millones. Que han aumentado exponencialmente lo revela también un reciente estudio del Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA), que constató un crecimiento del 228% de las iglesias evangélicas en los últimos veinte años. Si en 1998 Brasil contaba con 26.600 lugares de culto neopentecostales, en 2021 la cifra había aumentado a 87,5 mil, mientras que las iglesias católicas sólo representan el 11% del total. Por un lado, el país cuenta con una miríada de cultos independientes, principalmente ligados al territorio y no extendidos a gran escala, como el “Ministerio Jesús te Ama” y la “Iglesia Pentecostal Roca Inquebrantable Dios es Fiel”. Por otro lado, existen verdaderas marcas, es decir, instituciones establecidas también mediante el uso de canales de televisión, que engloban a millones de creyentes. Entre las más famosas está la Iglesia Universal del Reino de Dios, definida por los estudiosos de la IPEA como “una sociedad con varias ramas” con al menos 6.800 centros, seguida de la Cuadrangular con casi 5 mil.
Estos números no solo son un espejo de los cambios en una sociedad que en su pasado colonial ha conocido la evangelización católica por definición, la jesuita, sino que también representan un dato tentador para la política, sobre todo porque este año Brasil acude a las urnas para las elecciones municipales, consideradas un test para las presidenciales de 2026. El lobby evangélico en el Congreso, la llamada ‘bancada evangélica’ ha apoyado históricamente al gobierno del expresidente Jair Bolsonaro, votado por el 80% de esos fieles en las últimas presidenciales. Baste decir que su esposa Michele es fiel miembro de la iglesia neopentecostal Atitude y Silas Malafaia, jefe de la ‘Asamblea de Dios Victoria en Cristo’ es desde hace tiempo amigo y partidario del ex presidente. La amplia presencia en el territorio y los elevados números indican que el voto neopentecostal puede ser determinante en las próximas elecciones municipales. Por eso, incluso Lula ha hecho del acercamiento a este segmento social una de las prioridades de su agenda para 2024. Entre otras cosas, porque la última encuesta de diciembre de Poder Data fue desalentadora para el presidente. El 52% de los encuestados neopentecostales considera que el actual gobierno es peor que el de Bolsonaro. En enero de 2023 el porcentaje era del 47%.
Para alcanzar a los neopentecostales, junto con otros segmentos de la población aún distantes como la agroindustria, sectores de las Fuerzas Armadas y las fuerzas de seguridad, así como los precarios de la economía digital que trabajan para aplicaciones de transporte o entrega, el gobierno ha lanzado una nueva campaña mediática. Su mantra es “Brasil es un solo pueblo”. El jingle principal también cuenta con el pastor Kleber Lucas como uno de los cantantes y el lenguaje elegido se acerca al mundo neopentecostal, con expresiones como “Gracias sean dadas a Dios”, “gracia recibida”, utilizadas para celebrar programas gubernamentales como el subsidio “Bolsa Familia” para los pobres, o el programa de vivienda “Mi casa, mi vida”, donde se muestra a un ciudadano que se ha beneficiado y celebra esta victoria con “¡Oh Gloria!” Pero muchos se preguntan si esta nueva narrativa gubernamental no es otro intento fallido de llegar a un mundo religioso y a sus votos demasiado distante ideológicamente de la línea gubernamental. Empezando por el casting de la campaña mediática. Según el diario O Estado de São Paulo, “es poco probable que la inclusión de Kleber Lucas beneficie la imagen de Lula ante este público. Precisamente por su proximidad al actual presidente, al que apoyó públicamente en 2022, el pastor de la Iglesia Bautista del Alma ya ha sido apartado por muchos evangélicos”. Ya durante la campaña electoral, los fanáticos de Lula habían rozado el ridículo al difundir posts que decían sin ningún rastro de ironía pero en serio que “Lula nunca ha conversado con el diablo” para contrarrestar la campaña bolsonarista de que los satanistas votarían al candidato del Partido de los Trabajadores (PT).
La única certeza es que el presidente se dirige ahora al electorado neopentecostal. En un reciente viaje al estado de Espírito Santo, Lula subrayó la importancia de un enfoque más inclusivo. Durante la Conferencia Nacional del PT, en diciembre pasado, había insistido en la necesidad de “aprender a construir un discurso” para los evangélicos. “Tenemos que aprender a hablar con esa gente. Son personas trabajadoras y buenas, que a menudo agradecen a la Iglesia que aleje a sus maridos del alcohol para que cuiden de sus familias”, había dicho Lula. La Fundación Perseu Abramo, brazo económico del PT, anunció entonces la creación de un núcleo de estudios específicos sobre temas religiosos, en particular el mundo neopentecostal. Según el sitio de noticias O Antagonista, “la idea del partido es simple: intentar comprender a los evangélicos para convertirlos al partido”. En una entrevista concedida al diario O Globo, el ministro de Desarrollo Social, Wellington Dias, confirmó también que el Palacio de Planalto está formando a miembros de iglesias neopentecostales para que aprendan a inscribir a fieles en situación de vulnerabilidad en los diversos programas sociales del gobierno, como Bolsa Família, Farmacia Popular y Luz para Todos.
Y mientras el Gobierno de Lula en 2023 ha bloqueado algunos temas progresistas de su agenda, como la ley del aborto o la liberalización de las drogas, los neopentecostales le reprochan no haber ido tan lejos como les hubiera gustado, dejando de lado cuestiones muy importantes para ellos. En primer lugar, la aprobación del llamado Estatuto del No Nacido, es decir la eliminación de la actual ley del aborto, que hoy en Brasil sólo se autoriza en tres casos: embarazo tras violación, riesgo para la vida de la mujer y anencefalia del feto. El lobby pentecostal también lucha por el Estatuto de la Familia, considerado el principal núcleo sobre el que planificar las políticas sociales, y por la Ley General de Religiones, que pide la isonomía con la religión católica, la regulación de la educación en casa y el fin de la retención del impuesto sobre la renta de las donaciones hechas a las iglesias. Todas estas cuestiones cayeron en saco roto hasta ahora, sin ningún apoyo por parte del gobierno a pesar de que el lobby evangélico había enviado en diciembre de 2022 una carta al presidente de la Cámara, Arthur Lira, del Partido Progresista (PP), con los proyectos de ley prioritarios para su bancada. Sin embargo, algunos de estos, como el plan que prohíbe el matrimonio entre personas del mismo sexo, son inconstitucionales porque van en contra de un derecho ya establecido en el país sudamericano.
También crearon tensiones entre los neopentecostales y el gobierno en 2023 las declaraciones de Lula sobre la masacre de Hamas del 7 de octubre y el hecho de que pusiera al mismo nivel al atacado y al atacante, definiendo “genocida” a Israel. Se trata de una cuestión muy importante para los neopentecostales, que hacen una lectura mesiánica del estado de Israel y, por tanto, fundamental para su teología. Tampoco les gustó que no se considerara la candidatura del evangélico Jorge Messias, ex procurador general de la Unión, al Supremo Tribunal Federal (STF). El golpe final fue la nominación del ahora ex ministro de Justicia y Seguridad Flávio Dino, definido por Lula como “un comunista decente”, término que no encaja en los cánones neopentecostales que asocian el comunismo con los valores anticristianos.
Sin embargo, en la campaña electoral, Lula llegó a publicar una carta en la que ratificaba su apoyo a esta parte del electorado. “Declaro mi respeto y admiración por la fe, la dedicación y el amor con que los evangélicos llevan a cabo su misión, tanto en el ámbito de la difusión del Evangelio como en el de la asistencia social, la protección de los niños, los jóvenes, las mujeres, los ancianos y las personas con discapacidad”, había escrito, para añadir a continuación que “del mismo modo, es bienvenida la participación de los evangélicos en las diversas formas de participación social en el gobierno, como los consejos sectoriales y las conferencias públicas”.
Lula también había escrito una segunda carta el pasado mes de junio, cuando fue invitado a participar en el acto simbólico de las comunidades neopentecostales de Brasil, la Marcha por Jesús en San Pablo. El presidente finalmente no asistió para evitar tensiones con el bloque bolsonarista de participantes, pero envió una carta a uno de los organizadores, Estevam Hernandes, fundador de la Iglesia Renacer en Cristo, condenado junto a su esposa Sonia en Estados Unidos en 2007 por haber entrado en el país con 56.000 dólares sin declarar en la aduana. En Brasil, la pareja ya había sido acusada de blanqueo de dinero, falsificación ideológica y malversación de fondos, pero fueron absueltos por el Tribunal Supremo en 2012. “Siempre he admirado y respetado la Marcha por Jesús, que considero una de las más extraordinarias expresiones de fe de nuestro pueblo”, había escrito Lula a Hernandes. Fue precisamente el presidente brasileño quien sancionó en 2009 la ley que establece el Día Nacional de la Marcha por Jesús. Hasta ahora, sin embargo, cartas y campañas mediáticas aparte, el lobby neopentecostal sólo ha conseguido que el Congreso apruebe que el gobierno incluya en la nueva reforma fiscal un apartado que amplía la inmunidad fiscal de los templos a sus “asociaciones benéficas y asistenciales”. ¿Será suficiente para ganar su voto en las elecciones municipales?