(Desde Santiago, Chile) Un álgido debate ha generado en Chile la instalación “Palabras Mayores”, del artista visual y académico chileno Enrique Matthey (1954). La obra es una estructura de gran tamaño que asemeja una roca, pintada con motivos de los aborígenes selknam, instalada en el frontis del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), en Santiago, donde antes se encontraba la obra “Unidos en la gloria y en la muerte” de Rebeca Matte, que fue retirada del lugar para sorpresa de los transeúntes.
La instalación, de 8 metros de largo por 4,30 metros de ancho y 3,9 de alto, fue rápidamente vandalizada por los transeúntes y luce por estos días un grafiti enorme que reza “Jesús te ama”, junto a consignas que aluden directamente a la calidad de la obra.
Según una nota de Radio Bío Bío, la pieza también ha sido objeto de críticas y burlas en redes sociales, y uno de los principales argumentos es la cantidad de dinero invertido en su ejecución: Matthey, quien tiene una trayectoria de más de 40 años en el arte chileno, se adjudicó un premio Fondart y recibió $22.950.000 (unos USD 25mil) del Estado para su realización.
La artista visual y gestora cultural Katia Osorio, viralizó su opinión al respecto: “Es una bofetada y burla para la mayoría de los artistas como yo. Con $5 millones les traigo varios troncos de la Patagonia y le coloco unas rayas o manos como los Tehuelches y algo con el mismo cuento que relata el ‘académico’ Enrique Matthey”, dijo en su mensaje.
Sin embargo, para la curadora del Museo Nacional de Bellas Artes, Paula Honorato, se trata de una intervención a tomar en cuenta: “Hay algo súper interesante aquí: la obra está en el espacio público, y eso hace que esté expuesta a las ideas que el público general tiene del arte o quiere tener del arte”, explicó.
“Los rayados apuntan a que no les gusta, a que es un arte alejado del público general, y luego han ocupado la piedra para poner mensajes propios. El hecho que exista esta polémica, es propio de la obra en sí. Esta es una obra, si tu quieres, críptica, porque es una piedra que está sobre una escultura emblemática, eso no todos lo saben, y que además es una piedra selknam. Hay muchas ideas juntas que se suman al hecho de qué significa el arte, o qué quiere la gente del arte”, añade.
La defensa del artista
Según Matthey, la idea le vino a la cabeza allá por el año 91, cuando pasó por el frontis del Palacio Pereira, ubicado en Santiago. “En ese momento estaban dando una obra de teatro llamada ‘Calígula’, y tanto al frente como al costado habían tendones blancos con letras negras anunciando el espectáculo. Yo vivía en ese barrio y había pasado por el palacio cientos de veces, pero jamás lo había visto. Bastó ese detalle, tan económico, para que viese el palacio por primera vez. Y ahí tomé conciencia que la rutina hace que las cuestiones se vuelvan invisibles”.
Ese fue el leit motiv: “El hecho de reemplazar o cubrir con esta roca, con esta piedra, la escultura de la Rebeca Matte, en el frontis del MNBA, produce una interrupción del cotidiano, y eso hace que uno se pregunte sobre la escultura y el entorno del museo. Y ahí uno comienza a verlo por primera vez”.
Acerca de las reacciones adversas a su intervención artística, Matthey asegura que “en otros países, las personas desde muy temprana edad tienen contacto con el lenguaje de las artes, de modo tal que hay un conocimiento básico que permite no cuestionarse este quehacer desde el punto de vista de ‘cuánto cuesta’. Y en Chile algo de eso acontece, porque no tenemos cultura de lo que son las Artes Visuales. El impacto que esto genera afuera del museo es muy distinto a si la obra estuviera adentro. Al interior, lo habría visto gente que va siempre al museo, que se deja llevar por lo que ahí está viendo. Afuera, genera reacciones virulentas, que tienen que ver con un malestar ciudadano que hace mucho se viene arrastrando”, remató.