Las ondas del sismo Milei, con epicentro en Argentina, están sacudiendo Bolivia como en los tiempos de los ejércitos auxiliares, de hace dos siglos, y se sienten en la economía y la salud.
En la espera de la asunción del presidente Javier Milei, el comercio en todo el sur de Bolivia vivió la expectativa con temores y subas de precio de la muy amplia variedad de productos que llegan de ese país.
Iguales temores se perciben entre los miles de bolivianos que solían cobrar pensiones de jubilación como residentes de un país en el que no residen, aunque algunos también votan allí.
También está en riesgo la ventaja de que gozaban miles de bolivianos de hacerse tratar, incluso con operaciones quirúrgicas, en los hospitales argentinos a pesar de que el pésimo sistema de salud pública de Bolivia no aplica la reciprocidad con los argentinos.
En previsión de los cambios que anunció Milei en su país, los comerciantes bolivianos comenzaron a ajustar los precios de los productos argentinos, comenzando con los vinos, fideos, arroz, aceites y muchísimos otros.
En los departamentos de Tarija, Potosí, Chuquisaca y el sur de Santa Cruz predominan los productos argentinos que entran casi sin control pero que ahora tienen precios que han subido un poco, aunque los vendedores calculan que se puedan disparar mucho más.
Algunos consumidores temen que los vinos que compraban por el equivalente de tres dólares lleguen a tener precios prohibitivos y que la carne de res que compraban en cinco dólares el kilo se encarezca mucho.
El presidente Luis Arce demoró hasta último momento para anunciar que no asistiría a la asunción de Milei, donde se hubiera sentido muy incómodo por la ausencia de todos sus amigos del populismo izquierdista de la región.
Dos días antes había asistido, como huésped de su amigo Lula da Silva, a una reunión del Mercosur, en condición del primer presidente boliviano que lo hace, y aprovechó para proponer que, en lugar de insistir en un tratado de libre comercio con la Unión Europea, el bloque busque asociarse con China.
En las redes sociales se comentó que, de esa manera, Arce confirmó que Bolivia se ha convertido en una colonia del imperialismo chino, que con sus empresas controla todos los contratos de obras públicas, mientras miles de ciudadanos chinos se dedican a explotar oro en los ríos de la cuenca del Amazonas.
Dos empresas chinas se han comprometido a explotar el litio de los gigantes lagos de sal del altiplano, igual que una rusa, y sólo esperan, para comenzar, que el gobierno boliviano cubra falencias de infraestructura, como la dotación de energía eléctrica.
Parlamentarios de la oposición criticaron la decisión de Arce de no asistir a la asunción del presidente Milei y usaron el argumento de que, al fin y al cabo, Argentina es el segundo socio comercial de Bolivia después de Brasil.
Eso es cierto, aunque en este momento la venta de gas natural a Argentina se ha reducido mucho debido a la persistente caída en la producción, resultado de la política de Evo Morales y Arce que ahuyentaron las inversiones petroleras.
Los narcos bolivianos también tienen que preocuparse por la llegada de Milei a la presidencia argentina.
La ahora ministra Patricia Bullrich había denunciado que el gobierno de Alberto Fernández había inhabilitado el puesto de radares instalado por el gobierno de Mauricio Macri en Tartagal, Salta, para avistar las avionetas de la droga procedentes de Bolivia.
El puesto tenía, además, una patrulla de aviones de la Fuerza Aérea para detener o derribar las avionetas de la cocaína, dijo Bullrich en una visita a la zona en agosto de 2021.
El diario El Tribuno de Salta informa regularmente de la “lluvia blanca” que se produce en esa provincia cuando las avionetas bolivianas se ven obligadas, por falta de pistas de aterrizaje, a lanzar sus paquetes en lugares acordados.
La ruta de la droga boliviana hacia Argentina es tan importante como la que va a Brasil, ambas con destino a Europa.
Evo Morales volvió de Argentina unas horas antes de que asumiera Milei. Estuvo durante dos semanas en contacto con las organizaciones de bolivianos en Buenos Aires, cuando los grupos de piqueteros estaban organizando sus acciones para perjudicar al nuevo presidente.
Aquí se especulaba si sería detenido por la policía argentina por cometer el delito de hacer política en un país que no es el suyo, o sería expulsado y declarado persona non grata, como le ocurrió en Perú.