(Washington, Estados Unidos) En el marco de un pesimismo cada vez más alto sobre las condiciones económicas, el 32% de los ciudadanos de América Latina y el Caribe tiene intenciones de emigrar y el apoyo a la democracia sigue en uno de sus puntos más bajos, apenas un punto por encima del peor registro, según los resultados del Barómetro de las Américas 2023 difundido este miércoles en un evento en Washington.
Ambos indicadores, según los investigadores, están “estables” en la región, salvo algunas excepciones. Por ejemplo en Bolivia y Ecuador, es donde se ven las caídas más dramáticas en el apoyo a la democracia en los últimos dos años.
“Bolivia pasó del 61% al 51%, por lo que tuvo una caída de 10 puntos porcentuales en el apoyo a la democracia en el período reciente y Ecuador también experimentó una caída similar: 63% al 51% en este período reciente”, dijo la directora del proyecto, que realiza el barómetro, Elizabeth Zechmeister, al presentar la publicación “El pulso de la democracia en las Américas”.
El laboratorio que lleva adelante el Proyecto de Opinión Pública sobre América Latina (Lapop, por sus siglas en inglés) de la Vanderbilt University tiene un registro de casi 20 años de datos, tomados a través de encuestas realizadas en todos los países tanto en áreas urbanas como rurales. A través de esta herramienta se miden cada dos años, desde el año 2004, determinados valores sobre la democracia.
Los resultados del último trabajo fueron compartidos este miércoles en un evento organizado en conjunto con el Diálogo Interamericano. Los investigadores destacaron que cuando se mira el promedio de toda la región, el apoyo a la democracia tuvo una fuerte caída hace una década, aún no se recupera.
Si se comparan los resultados promedio de todo los países en el respaldo a la democracia de los últimos dos estudios, el indicador tuvo un retroceso de dos puntos: del 61% en 2021 al 59% en 2023. Mientras que entre 2004 y 2014, aproximadamente dos tercios de la población expresaban su apoyo a la democracia, desde 2016 esa cifra se redujo a tres de cada cinco personas.
Asimismo, la satisfacción con el funcionamiento de la democracia también ha disminuido. Si bien entre 2004 y 2014 la mayoría se declaraba satisfecha con la democracia, desde 2016 ese número cayó al 40%, sin mostrar signos claros de recuperación.
Detrás de estos promedios regionales se esconden realidades muy distintas entre países. Uruguay, Costa Rica y Chile muestran los niveles más altos de apoyo a la democracia en la actualidad, mientras que Honduras, Surinam y Guatemala se ubican en el otro extremo.
Entre los países donde el apoyo ciudadano a la democracia ha caído más dramáticamente en la última década se encuentran Argentina, Colombia, Jamaica y Surinam. Por ejemplo, en Jamaica la proporción de personas que apoyaban la democracia en 2006 era de 79%, mientras que en 2023 se redujo a 53 por ciento.
En el respaldo a la democracia Uruguay, Costa Rica y Chile son los países que están en la parte superior de la tabla y países como Surinam, Honduras y Guatemala están al final del ranking.
La desilusión con la democracia ha provocado que en varios países hayan surgido líderes antisistema tales como Nayib Bukele en El Salvador y Andrés Manuel López Obrador en México.
Eso llevó a que El Salvador, por ejemplo, sea el país con mayor “satisfacción con la democracia” parte de la ciudadanía: 77 porciento. Del otro lado de la tabla en esa respuesta está Haití, que languidece con apenas un 12 porciento.
Es la economía
Uno de los desafíos para el apoyo a la democracia en el público, según los investigadores, es “generar confianza institucional” algo que proviene del “cumplimiento de las promesas de la democracia”, explicó Noam Lupu, director asociado de Lapop.
“Entonces una de las promesas de la democracia es proporcionar condiciones económicas razonables o condiciones para que la gente prospere económicamente. Lo que se puede ver aquí es que el pesimismo sobre el crecimiento económico está en su punto más alto en la región”, agregó Lupu.
Eso se puede observar también en la pregunta realizada por los investigadores sobre inseguridad alimentaria. Salvo en dos países, ese indicador aumentó de forma dramática.
Otro de los factores que incide en el deterioro de los indicadores sobre democracia es la inseguridad. Eso se puede ver en toda la región, pero los saltos más grandes al respecto se dan en Nicaragua, Argentina y Ecuador.
Según Lupu, Argentina es un ejemplo de esa correlación, porque también en este último reporte tuvo de los peores registros de apoyo a la democracia propios desde 2004, que es cuando Lapop lo empezó a medir.
El informe también apunta a algunos signos alentadores sobre el futuro de la democracia en América Latina. Entre los grupos etarios más jóvenes el apoyo a la democracia es mayor al que tenían las generaciones previas cuando eran también jóvenes. Eso permite inferir que el compromiso con la democracia podría fortalecerse a medida que las nuevas generaciones reemplacen a las actuales.
Otra de las preguntas es la confianza en las elecciones. “Tal vez no sea sorprendente que en Costa Rica y Uruguay dos tercios de los ciudadanos dicen tener un alto nivel de confianza, pero también en El Salvador y México, justo donde las instituciones se han erosionado en cierto sentido, pero todavía hay cierta confianza pública en las elecciones”, dijo Lupu.
La migración y la inseguridad
Los datos muestran que la inseguridad económica y física están detrás del aumento en las aspiraciones migratorias desde 2018.
El estudio reveló que en promedio un 32% de los ciudadanos en América Latina y el Caribe tiene intenciones de irse a vivir a otro país en los próximos tres años. Esa cifra significa un aumento de 6 puntos respecto a la medición prepandemia de 2018/19. Si bien el punto más alto se registró durante 2021 en plena crisis del COVID-19, las intenciones de emigrar no han vuelto a los niveles previos.
Zechmeister destacó durante la presentación de los datos que hay también una diferencia entre quienes tienen intención de emigrar y quienes están realizando acciones para ejecutarlo. La encuesta de Lapop también indaga sobre los pasos concretos que han dado quienes planean emigrar para concretar ese objetivo, lo cual permite estimar su probabilidad real de concretar la emigración.
“En Haití el 79% de las personas expresan su aspiración de irse. Pero sólo un pequeño porcentaje de ese grupo realmente ha tomado medidas concretas para hacerlo”, dijo la investigadora. Según el estudio sólo el 4% ha dado pasos firmes para concretar la emigración tomando medidas tales como ahorrar dinero, tramitar documentos o planificar una fecha de partida.
En cambio en Nicaragua -donde entre 2018 y 2023 hubo un salto de 15 puntos en las intenciones de emigrar- también se observa como “una parte considerable de ellos ha tomado medidas concretas para intentar salir”, agregó Zechmeister. Así, cerca de uno de cada cuatro nicaragüenses adultos está clasificado con un “alto grado de disposición” para emigrar prontamente.
Además de Nicaragua, entre los países donde más crecieron los deseos de emigrar en los últimos cinco años se destacan Ecuador (11 puntos de crecimiento) y Perú (10 puntos). En cambio, intenciones de emigrar se redujeron levemente en República Dominicana, Guatemala, Honduras y Brasil.
¿Qué hay detrás de este incremento en las aspiraciones migratorias observado en la mayoría de países analizados? Según el informe, los factores más influyentes son la inseguridad económica y física de los ciudadanos.
Por ejemplo, el 46% de las personas que sufrieron episodios recientes de inseguridad alimentaria en sus hogares planea emigrar, frente a sólo el 28% de aquellos que no padecieron escasez de comida. Del mismo modo, el 43% de las víctimas de algún crimen en el último año tiene intenciones de irse de su país, comparado con el 31% de quienes no fueron víctimas.