El 8 de noviembre la policía federal brasileña, con la colaboración del Mossad israelí y del FBI estadounidense, puso en marcha la operación Trapiche, que condujo a la detención de tres ciudadanos brasileños y a la emisión de una orden de detención internacional contra un sirio, Mohamad Khir Abdulmajid de 36 años, y Haissam Houssim Diab, un libanés de 48 años, los dos con nacionalidad brasileña. Ambos, según la investigación, son familiares y se les considera reclutadores de Hezbollah para llevar a cabo atentados contra objetivos de la comunidad judía en el gigante latinoamericano.
La figura de Abdulmajid parece sumamente interesante porque muestra cuál es la nueva estrategia de los operativos de Hezbollah dentro de América Latina y cómo el contrabando de cigarrillos electrónicos es una de las nuevas fronteras de financiación. Las redes sociales de Abdulmajid cuentan que, antes de llegar a Brasil en 2008, el hombre vivió en Paraguay, donde un miembro de su familia trabajaba en una casa de cambio. Uno de los brasileños detenidos en el marco de la operación Trapiche declaró a la policía que había recibido instrucciones por WhatsApp precisamente desde Paraguay.
Ese país ha sido durante mucho tiempo un centro neurálgico - junto con la región de la Triple Frontera, donde limita con Argentina y Brasil - del denominado Componente de Asuntos Comerciales de la Organización de Seguridad Exterior de Hezbollah (ESO en inglés). Su líder es Talal Hamiyah, también conocido como Ismat Mezarani, que participó en los atentados terroristas en Argentina de 1992 y 1994. El Departamento de Estado estadounidense ofrece actualmente una recompensa de 7 millones de dólares por él. La ESO pertenece al ala militar de Hezbollah, pero sus actividades son distintas de las acciones militares formales de la organización terrorista libanesa en Oriente Medio. La ESO se ocupa de inteligencia, contrainteligencia, planificación, coordinación y ejecución de atentados terroristas contra los enemigos de Hezbollah. Las operaciones de la ESO suelen ser clandestinas y tienen como objetivo intereses israelíes y estadounidenses fuera de Oriente Medio. En la actualidad, las formas de financiación de las actividades terroristas de Hezbollah en América Latina son múltiples, principalmente el tráfico de drogas. Sin embargo, históricamente, especialmente en la década de 1990, las tiendas de artículos electrónicos regentadas por libaneses cumplidores, especialmente en la Triple Frontera, se han utilizado como un gigantesco centro de financiación de la organización terrorista.
Mohamad Khir Abdulmajid y Haissam Houssim Diab, según los registros comerciales brasileños, también eran ambos propietarios de tiendas de electrónica en una galería de Brasilia, la Feira dos Importados, que ha sido objeto de varias operaciones contra el blanqueo de dinero a lo largo de los años. En particular, la operación “Siete errores”, llevada a cabo en 2007, había descubierto una red libanesa, compuesta por siete hermanos de la familia Diab, relacionada con los dos hombres buscados. Según la policía brasileña, la red utilizaba empresas pantalla y documentos falsos para importar mercancías de Paraguay sin pagar impuestos. Es el mismo esquema que Hezbollah utilizó en otro centro comercial que se hizo famoso, la Galleria Pagé de Ciudad del Este, sancionada por el Departamento de Estado en 2006 por considerarla una sede de Hezbollah, que se financiaba aquí, principalmente a través de tiendas de artículos electrónicos.
Pero ahora, además de los productos electrónicos, la nueva frontera de la financiación es el contrabando de cigarrillos electrónicos. En 2022 Abdulmajid, que entretanto había abandonado la empresa de productos electrónicos, se trasladó a Belo Horizonte, en el estado de Minas Gerais, y abrió dos estancos. Según informa el sitio de noticias G1, la policía sospecha que las dos tiendas se utilizaron para financiar actividades terroristas. Abdulmajid ya estaba siendo investigado, antes de la operación Trapiche, por contrabando de cigarrillos electrónicos.
“No es de extrañar que Mohamed Abdulmajid, la figura clave en el complot de asesinato de Hezbollah recientemente descubierto en Brasil, utilizara los estancos como fachada para actividades financieras ilícitas”, dijo a Infobae Emanuele Ottolenghi, investigador principal del Think-tank con sede en Washington Fundación para la Defensa de las Democracias. “Los cigarrillos electrónicos se están convirtiendo rápidamente en el último producto de la industria del contrabando en la zona transfronteriza de Argentina, Brasil y Paraguay. Y detrás de gran parte del contrabando hay un fuerte vínculo con la comunidad local de comerciantes chiitas libaneses, incluyendo, potencialmente, a Hezbollah”, detalló Ottolenghi a Infobae.
Abdulmajid no es el único que ha saltado recientemente a los titulares. El pasado mes de julio, un comerciante libanés de cigarrillos electrónicos, Wissam Idriss, de 31 años, fue asesinado frente a su domicilio en Ciudad del Este en un atentado que la policía local describió como sicariato. Según el diario de Paraguay La Nación, en su tienda, la policía incautó documentos, entre ellos transacciones de compraventa de vehículos y propiedades, en busca de vínculos con el asesinato.
“Encontramos mucha documentación de inversiones muy grandes hechas a nombre de una de las empresas del hombre, todas a partir de este año”, dijo la fiscal Vanesa Candia.
El contrabando de cigarrillos electrónicos se suma así a la larga lista de las innumerables actividades clandestinas del ESO en América Latina, que a menudo se combinan con las del crimen organizado local. De hecho, los cigarrillos electrónicos están prohibidos en Brasil desde 2009, lo que ha favorecido el crecimiento de un mercado ilegal dirigido por el principal grupo criminal del país, el Primer Comando de la Capital (PCC).
Se trata de un mercado floreciente, ya que hay dos millones de brasileños que utilizan productos no regulados, en los que ni siquiera es posible saber que se está inhalando y que sustancias químicas se han utilizado en la composición del producto. A finales de septiembre, los cigarrillos electrónicos fueron objeto de una audiencia pública en la Comisión de Asuntos Sociales del Senado. Según la senadora Soraya Thronicke, del partido Podemos, que propuso la audiencia, “mucho más peligroso que la regulación es el daño que la no regulación haría a la sociedad en su conjunto, porque no sabemos qué sustancias consume nuestra población en estos cigarrillos electrónicos”. Hace unos días, Gonzalo Vecina, ex presidente de la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa), defendió en la prensa brasileña la regulación de los cigarrillos electrónicos. “No son buenos para la salud y no sustituyen a los cigarrillos normales. El problema es que las autoridades de seguridad de Brasil no pueden frenar este mercado. Así que, en este contexto, prohibirlos significa mantener un mercado paralelo”, declaró.
El pasado mes de julio, en el estado de Espíritu Santo, la policía había abierto con la Operación Vapor una investigación sobre la posible contaminación con fentanilo de una partida de 1.700 cigarrillos electrónicos ilegales procedentes en parte de Paraguay. La alerta se retiró posteriormente, pero la operación había puesto de relieve el creciente papel de los cigarrillos electrónicos en el mercado criminal entre Paraguay y Brasil. “Hay informes concretos de que ya se han encontrado drogas sintéticas como el K9 en los cigarrillos electrónicos”, declaró el Comisario de la Policía Civil Guilherme Eugênio.
Los cigarrillos se venden por Internet y gracias también a las actividades de contrabando desde Paraguay de agentes de Hezbollah como Abdulmajid. De hecho, en Paraguay, en 2021, las autoridades autorizaron los cigarrillos electrónicos que contienen hasta un 2% de nicotina. Pero la realidad es que, en diversos comercios, grandes o pequeños, la venta de estos productos con el 5% de nicotina o más se da con normalidad. Y en esta total falta de control se puede añadir realmente cualquier producto.
El contrabando de cigarrillos electrónicos por parte de operativos de Hezbollah parece ser la consecuencia natural de su interés por el mundo del tabaco. Ya un informe de 2016 publicado por el Ministerio de Sanidad de Israel afirmaba que “el comercio ilícito de tabaco constituye una importante fuente de financiación para Hezbollah”. Además, el tráfico de cigarrillos electrónicos, en su mayoría de fabricación china, de Paraguay a Brasil parece seguir la misma ruta que los cigarrillos de contrabando, donde domina el mercado el ex presidente paraguayo Horacio Cartes, acusado por Estados Unidos por sus vínculos con Hezbollah. El pasado mes de enero, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos sancionó, entre otras empresas, a su compañía fabricante de cigarrillos Tabacos USA Inc. Pero sobre todo Cartes aparece vinculado a las actividades de blanqueo de dinero de Hezbollah en el texto que define la sanción, junto con el ex vicepresidente de Paraguay Hugo Velázquez.
“Cartes y Velázquez tienen vínculos con miembros de Hezbollah”, reza el texto, “entidad designada por el Departamento de Estado de EEUU como organización terrorista extranjera y objeto de múltiples sanciones. Hezbollah ha organizado regularmente eventos privados en Paraguay en los que los políticos hacen tratos para obtener favores, vender contratos estatales y discutir sobre la aplicación de la ley a cambio de sobornos. Representantes de Cartes y Velázquez cobraron sobornos durante estas reuniones”. Cartes fue durante décadas socio del brasileño Darío Messer, detenido en 2017 en el marco de la Lava Jato por mantener una red financiera clandestina en medio centenar de países al servicio también de constructoras implicadas en la misma investigación anticorrupción. El ex presidente paraguayo, sus empresas y familiares tienen prohibido operar en el circuito bancario estadounidense.
En 2019, la Operación Miope de la Policía Federal brasileña, con una investigación de ocho años, había puesto de relieve el impresionante papel de los cigarrillos de Cartes en el mercado ilegal de Brasil. Los cigarrillos del ex presidente de Paraguay encabezan la lista de los más incautados por las autoridades aduaneras brasileñas. Entran en país sudamericano a través de puertos clandestinos en el río Paraná y el lago de Itaipú, pero también por otras rutas, como el propio Puente de la Amistad en la Triple Frontera. En su momento, las autoridades descubrieron una red de blanqueo de capitales creada para lavar y facilitar el movimiento de dinero procedente del contrabando de cigarrillos, productos electrónicos y drogas de Paraguay a Brasil. Las cuentas bancarias de las empresas controladas por la organización criminal, compuesta por brasileños y paraguayos, habían movido más de 6.500 millones de reales de origen ilegal, cerca de 1.350 millones de dólares, solo entre 2010 y 2018. Según los investigadores de la Policía Federal, esta red contrabandeaba a Brasil principalmente cigarrillos producidos por la Tabacalera del Este (Tabesa), ubicada en Hernandarias y propiedad de Cartes.
Como ha demostrado la Trapiche, Paraguay sigue siendo fundamental para las operaciones de Hezbollah, hasta el punto de que pocos días antes de que estallara la operación, Brendan Boundy, coordinador de la sección anticorrupción del Departamento de Estado, se había reunido con el presidente Santiago Peña en Asunción. El propósito de la visita era discutir una mayor cooperación de Paraguay en iniciativas para reducir los canales de lavado de dinero. En este delicado momento histórico, Paraguay también podría ser utilizado por Hamas en busca de nueva financiación. Fue precisamente en la Triple Frontera donde, según la policía federal brasileña, operaron en el pasado miembros de una ONG llamada Tierra Santa, creada en Texas en 1998 y designada organización terrorista por Estados Unidos en 2001. Su fundador Shukri Abu Baker, nacido en Brasil de padre palestino, fue condenado a 65 años de cárcel.