El mayor en retiro Roberto Samcam es fundador del Ejército de Nicaragua, en 1979, y considera que, en su afán de sostener la dictadura, Daniel Ortega ha diseñado una estructura “altamente militarizada” en donde ha hecho alianzas con Cuba, Rusia, China e Irán, a cambio de ofrecer el país como “plataforma de agresión a los Estados Unidos”.
Samcam recibió entrenamiento militar en Cuba, comandó una brigada de artillería y fue uno de los primeros enlaces entre el ejército sandinista y la guerrilla contrarrevolucionaria, para las conversaciones que llevaron a los acuerdos de paz y, finalmente, a la derrota electoral de Daniel Ortega en 1990.
El militar participó en la rebelión de algunos oficiales en julio de 1990 contra el entonces jefe del Ejército, general Humberto Ortega, hermano de Daniel Ortega. La rebelión fue sofocada y sus protagonistas purgados discretamente. “Me tocó ser el último. Yo pido mi baja en abril del 91″, relata.
En esta entrevista con Infobae, Samcam analiza la apuesta militar que Daniel Ortega está realizando, y las alianzas que ha establecido con regímenes antiestadounidenses “para reforzar su aparataje” y sostener la dictadura a través de las armas por largo tiempo.
“Lo que Ortega tiene es un antiimperialismo a ultranza y utiliza, y se deja utilizar, para decirle a los Estados Unidos: soy plataforma de tus enemigos”, dice Samcam.
-¿Cuál cree que es la apuesta de Daniel Ortega desde el punto de vista de seguridad militar con respecto a Nicaragua y los conflictos que hay ahora en el mundo?
-Daniel Ortega tiene diseñada una estructura para sostener el régimen. Ha hecho una división del trabajo con los aliados. Por ejemplo, a Cuba le ha delegado la inteligencia de campo, la contra inteligencia, y la inteligencia en el exterior, lo que se denomina la diplomacia de guerra. En los rusos ha delegado la inteligencia electrónica, el espionaje telefónico y en redes y el desarrollo armamentístico. Luego, China. Asume que los chinos van a adoptarlo y China va a ser el paraguas económico del régimen. Y finalmente, los iraníes, que ambos se utilizan para presionar y chantajear al gobierno de los Estados Unidos con el tema del terrorismo.
-Una especie de distribución de sus necesidades.
-De sus necesidades sí, pero además el reforzamiento de todo su aparataje. La Dirección de Inteligencia, la heredera de la Dirección General de la Seguridad del Estado, es un organismo altamente capacitado. No le debe envidia a ninguno de los órganos de inteligencia del resto de Latinoamérica, exceptuando a los cubanos. Trata de reforzar para que no haya disidencias, sobre todo a lo interno del Ejército, que es el trabajo que hicieron en Venezuela.
-Si Ortega llena algunas necesidades con esas alianzas, ¿qué le da él a los rusos, a los cubanos, a los iraníes y a los chinos?
-En los cuatro casos les da una plataforma de agresión a los Estados Unidos. Les proporciona esa plataforma de accionar para amenazar a los Estados Unidos. En el caso de los rusos, lo vimos claramente cuando, previo a la invasión rusa a Ucrania, hay funcionarios de alto nivel que llegan días antes, inclusive el mismo 24 de febrero estaba una delegación rusa. Lo que Ortega tiene es un antiimperialismo a ultranza y utiliza, y se deja utilizar, para decirle a los Estados Unidos: soy plataforma de tus enemigos. En el caso de los iraníes, ahí la apuesta es un poco más arriesgada. Ya hay antecedentes de apoyo al terrorismo en el 93, como en el primer ataque al World Trade Center, y entonces ofrece a los iraníes las oportunidades de poder llegar más rápido a los Estados Unidos.
-Hace poco el régimen de Nicaragua anunció que reactivará el viejo aeropuerto militar de Punta Huete, conocido como Panchito. ¿Le ve algún sentido militar a eso o solo es el aprovechamiento de una infraestructura que está allí un poco desaprovechada?
-Ahí mata dos pájaros de un tiro. Efectivamente, amplía la llegada de aviones más pesados que tendrían un acceso menos vigilado internacionalmente. Pero, además, ahí están las instalaciones militares. Ese aeropuerto, Panchito, fue construido para la llegada de los Mig 21 en los años 80, con la amenaza de los Estados Unidos de que si llegaba un Mig a Nicaragua iba a haber una invasión. Va a trabajarlo en las dos vías, civil y militar. Es lo que están haciendo en el aeropuerto Sandino, en Managua. Recordemos que al lado está la Fuerza Aérea.
-¿Porque dice “menos vigilado”?
-Porque está más apartado y es más difícil que la gente llegue hasta Panchito. Tiene más control de la vigilancia externa.
-En Managua hay una base satelital rusa. Glonass. ¿Qué papel juega ahora en este contexto?
-Mira, Glonass es un enclave, eso hay que definirlo con toda claridad. Ahí no entra ningún nicaragüense ni del Ejército ni de ningún tipo. Los rusos tienen la capacidad del espionaje electrónico. A través de Glonass ha llegado una cantidad de medios de vigilancia que están distribuidos en varias unidades militares para la escucha telefónica, el espionaje telefónico y electrónico. Estados Unidos lo considera como un centro de espionaje regional. No es solamente un centro de GPS, sino que es un centro de espionaje.
-Si la situación es así como la describe, Estados Unidos parece muy tranquilo con la construcción de una base en su contra.
-Estados Unidos se ha quedado quieto con todo. Cuando crean la Ley Renacer hablan de un informe que debe dar la comunidad de inteligencia en 90 días sobre las actividades rusas en dos temas: armas e inteligencia. Hasta el día de hoy no se sabe absolutamente nada. Las armas siguen llegando. Hay informes de 20 tanques más, de T-72. Y los Estados Unidos, bien, gracias, pues su problema no es Nicaragua, su problema ahorita es China, su problema es Ucrania, Rusia. Parece que no le han dado la importancia que realmente merece y el resto de los países de Centroamérica están callados porque no quieren señalar a Ortega para que después no sean ellos los señalados. Es el caso de Bukele en El Salvador, el caso de Xiomara Castro en Honduras, y el caso de Giammattei en Guatemala.
-¿Usted dice que está creciendo un problema regional a ojos vista de todos?
-Exactamente. Hay tres problemas que a los Estados Unidos les dan dolor de cabeza: narcotráfico, terrorismo y migración. En dos de estos problemas Nicaragua está a la cabeza. Nicaragua sobrepasó al Triángulo del Norte (Guatemala, Honduras y El Salvador) en migración. Son cientos de miles si sumás los cubanos y los venezolanos que llegan a Nicaragua y salen de aquí. Ahora están llegando haitianos en otra marea humana. Luego tenés el narcotráfico. El día de hoy la droga pasa por Nicaragua como Pedro por su casa. Y luego tenés el tema del terrorismo. Ahorita no lo están sintiendo, pero ya hay antecedentes. Falta poco para que sientan ese tercer problema que tanto les afecta. Entonces, a lo mejor ahí reacciona.
-¿Ortega está jugando bien sus piezas en este contexto? ¿O está metiendo en un problema Nicaragua?
-Siempre la ha metido. En los años 80 nos metimos en una disputa Este-Oeste y estábamos en medio. Y no en medio en aspectos propagandísticos, sino en una guerra, donde las dos superpotencias ponían las armas y nosotros los muertos. Esa alianza con estos países que son abiertamente hostiles a los Estados Unidos, lo que pone en riesgo es la situación de su gobierno. El equipo de trabajo que rodea Ortega hace el análisis de que los Estados Unidos no va a accionar de manera contundente en contra de su gobierno, pues ya pasó la época de que lo embajadores microadministraban la política en Nicaragua.
-¿Cuál es su pronóstico? ¿Qué va a pasar con Nicaragua en su situación militar?
-El tema es que Nicaragua ya no hay donde poner armas. Han creado más unidades militares. La intención es crear un gobierno altamente militarizado y súper armado. Y no está en guerra con nadie, está en guerra contra el pueblo. Eso lo que te dice es que van para largo plazo en el poder, porque eso es para amedrentar a la población. En los años 80 había unos 130 mil hombres sobre las armas en el pico de la guerra. Ahora no necesitan tanto, hay 20 mil probablemente en el Ejército, pero hay una cantidad de paramilitares posiblemente igual a esa cifra. El gran temor de Daniel Ortega es un nuevo levantamiento. Ya probó que puede cometer crímenes de lesa humanidad con más o menos relativa impunidad. Y no le temblaría el pulso comprometer ahora al Ejército.