(Desde Montevideo, Uruguay) - El presidente uruguayo Luis Lacalle Pou sigue de cerca, desde hace dos días, la situación de Shani Goren Horovitz, una nieta de uruguayos que fue secuestrada por Hamas el sábado 7, día en que el grupo terrorista atacó a Israel. El vínculo de esta rehén con Uruguay no se conoció hasta que esta semana la familia decidió pedir ayuda en el consulado uruguayo en Tel Aviv y una posible mediación de Uruguay para que la mujer sea liberada.
El gobierno actuó de manera rápida. Una vez recibida la documentación en la oficina diplomática en Israel, Uruguay reconoció a Goren como ciudadana uruguaya y pidió la liberación inmediata de la rehén.
Otorgarle la nacionalidad a Goren fue el primer tema a resolver para el gobierno uruguayo, que ahora inicia una etapa de colaboración en las negociaciones, informó Lacalle Pou este miércoles en una rueda de prensa. El mandatario diferenció dos roles: el de Israel –que fue la “víctima” del terrorismo– y el de los países que ofician de negociadores.
El gobierno uruguayo habló con la Embajada de Israel para informarle que habían sido contactados por la situación de los rehenes y comentaron que Uruguay no quería “obstruir” ningún “trabajo, estrategia o táctica” de ese Estado. Sin embargo, el gobierno israelí consideró que era “bien visto” que el país interviniera en las negociaciones.
Tras la respuesta de Israel, la Cancillería uruguaya decidió hablar “directamente” con quienes negocian la liberación de los secuestrados, detalló el mandatario uruguayo.
Lacalle Pou prefirió no dar mayores detalles sobre este caso dado que se trata de un tema “sensible” que se podría “complejizar” si se “habla mucho”.
Goren vivía sola en el kibtuz Nor Oz, en Israel, aunque en el mismo predio residían sus padres. Al momento del ataque, la joven de 29 años estaba hablando por teléfono con la novia de su hermano, hasta que en un momento se pone a llorar y la llamada se corta. Luego la familia sabría, a través de un video de Hamas, que Goren había sido secuestrada por el grupo terrorista.
Esa misma madrugada, la madre de la secuestrada, Tamara Goren, habló con su hija pero había cortado la llamada porque los terroristas estaban cerca. “Hay que seguir viviendo, pero mi corazón no está aquí; está con mi hija”, contó la mujer en una entrevista con el Semanario Hebreo.
La madre de la mujer contó que no sabía qué pasaba con su hija en la madrugada de ese sábado y hasta pensó que podía estar muerta porque no le contestaba los mensajes. Luego pidió en el grupo de WhatsApp del kibutz que alguno de los vecinos entrara a la casa para confirmarle si estaba allí o no. Una mujer ingresó y vio que se la había llevado pero que, como no había rastros de sangre, su hija no estaba herida.
Shani Goren pudo acceder a la nacionalidad de Uruguay porque la ley del país permite otorgársela a los hijos y nietos de uruguayos.
Sus abuelos maternos, la familia Horovitz, eran uruguayos. Fueron activistas en un movimiento juvenil judío sionista de centro izquierda y emigraron a Israel en 1953, según la historia de la familia narrada por El Observador. El abuelo de la joven secuestrada ya había sufrido el secuestro de un familiar porque su primo, Eduardo Bleier Horovitz, fue uno de los desaparecidos de la dictadura uruguaya (1973-1985).
Los restos de Bleier aparecieron en 2019 y fue el último de los desaparecidos de la dictadura uruguaya en ser identificado. Estuvo detenido en el 300 Carlos, centro de detención clandestino, donde lo torturaban por dos motivos: por comunista y judío.
Un tercer primo Horovitz –primo de Bleier y del abulo de Shani Goren– sobrevivió al holocausto y emigró a Uruguay en 1945.