La muerte de un jefe “miliciano” (parapolicial) en un tiroteo con la Policía brasileña provocó una ola de ataques incendiarios contra 35 autobuses en distintos puntos de Río de Janeiro. En el intercambio de disparos con la Policía, murió Matheus da Silva Rezende, conocido como “Faustão”, quien era el segundo en la jerarquía del mayor grupo paramilitar del estado.
“Faustão” era sobrino de Luis Antonio da Silva Braga, alias “Zinho”, quien dirige esta milicia fundada por policías, que se expandió por todo el estado en la última década y que vive una crisis interna tras la muerte de su ex líder.
Según consignó el periódico O Globo, la banda atraviesa una guerra interna desde el fallecimiento de su ex jefe, Wellington da Silva Braga, alias “Ecko” (otro tío de “Faustão”), también abatido por la Policía en 2021.
Además de “Zinho”, que era una especie de “gerente financiero”; otro miembro comenzó a postularse como líder del grupo. Se trata de Danilo Dias Lima, conocido como “Tandera”, quien fue uno de los responsables de la expansión de esta milicia hacia otros barrios de Río.
La milicia luego se dividió, consignó O Globo, que indicó que “Zinho” tomó la zona oeste de la ciudad; y “Tandera”, la parte de Nova Iguaçu y Seropédica. Consumada la fragmentación, los dos grupos comenzaron a atacarse entre sí.
No obstante, el año pasado, “Tandera” perdió el apoyo de sus socios y nuevos líderes tomaron su lugar. Tauã de Oliveira Francisco, alias el “Tiburón”, es quien lidera el grupo en el municipio de Seropédica, detalló el medio citado.
En tanto, Gilson Ignácio de Souza, conocido como “Juninho Varão”, está al frente de la banda que opera en Nova Iguaçu; y Alan Ribeiro Soares, alias “Nanan”, intenta establecerse en la zona oeste de Río, territorio dominado por “Zinho”. Todos los jefes actuales eran socios bajo el mando de “Ecko”.
Ninguno de los capos es policía ni ex miembro de ninguna fuerza de seguridad. Sin embargo, no siempre fue así. El grupo fue creado a principios de la década de 2000 por policías que vivían en Campo Grande y se llamaba “Liga de la Justicia”.
Inicialmente nacido para combatir a los narcotraficantes, cobran “impuestos” a los habitantes de numerosas barriadas por servicios como el transporte, la compra de pipetas de gas o hasta el acceso a internet y a televisión por cable. Luego terminaron convirtiéndose en los distribuidores de drogas ilícitas en los barrios que controlan.
El gobernador de Río de Janeiro, Cláudio Castro, celebró en sus redes sociales “el duro golpe” asestado “a la milicia más grande de la zona oeste” de la capital fluminense y advirtió que no cederá en su objetivo de combatir el crimen organizado.
“¡No vamos a parar! Nuestras acciones para asfixiar al crimen organizado ha traído resultados diarios (...) ¡Que el crimen organizado que no se atreva a desafiar el poder del Estado!”, exclamó en sus redes sociales.
En tanto, el alcalde de Río, Eduardo Paes, señaló que los criminales “necesitan una respuesta muy firme de las fuerzas policiales” e hizo un llamado al Gobierno federal a “actuar para evitar que hechos como estos vuelvan a ocurrir”.
Lula descartó una intervención militar
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, descartó una intervención militar directa en Río de Janeiro. “No queremos pirotecnia con una intervención (militar) que no dio resultados en el pasado”, afirmó durante la transmisión en vivo de su programa semanal en redes sociales, que retomó después de tres semanas tras pasar por dos cirugías, una de ellas en la cadera.
No obstante, a pesar de descartar la intervención militar, Lula señaló que ya dialogó con el gobernador de Río de Janeiro, Cláudio Castro, y con los ministros de Justicia, Flávio Dino, y de Defensa, José Múcio, con los que volverá a reunirse en las próximas horas.
El líder progresista indicó que la Fuerza Aérea puede aumentar su presencia en los aeropuertos de Río de Janeiro, al igual que la Marina en los puertos y las policías Federal y de Carreteras en los puestos de control, para reforzar la fiscalización.
“Vamos a ayudar a Río de Janeiro a combatir más el crimen organizado, el narcotráfico, el tráfico de armas y las milicias para que el pueblo de Río de Janeiro vuelva a tener tranquilidad”, comentó.
De acuerdo con Lula, “el problema de la violencia en Río de Janeiro termina siendo un problema de todo Brasil, como las inundaciones en Santa Catarina (sur) o la sequía en la Amazonía”.
“Nosotros queremos compartir la solución de los problemas que los estados tienen porque es un problema de Brasil y yo soy el presidente de Brasil”, apuntó.