El 11 de octubre la comandante del Comando Sur, Laura Richardson, emitió una alerta sobre las “intenciones malignas” de Hezbollah e Irán también en Brasil y la posibilidad de atentados. Brasil es un país en riesgo en estos momentos por atentados tanto de células durmientes como de lobos solitarios, pero también lo es como posible plataforma logística para atentados en otros países de América Latina y/o Estados Unidos y para la financiación del terrorismo.
El mapa del terror en Brasil es extenso y lamentablemente tiene importantes precedentes. El cerebro de los atentados de las Torres Gemelas Khalid Sheikh Mohammed y el propio Osama Bin Laden vinieron a Brasil antes de los atentados, a la Triple Frontera. El país también fue utilizado por Irán y su proxy Hezbollah para preparar los dos trágicos atentados de Buenos Aires en 1992 contra la embajada de Israel y en 1994 contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en los que murieron 107 personas y cientos resultaron heridas.
A lo largo de los años, Brasil ha atraído a terroristas de diversos países y grupos, desde Al Qaeda hasta el ISIS, que también están dispuestos a entrar en esta guerra contra Occidente, como ya han anunciado desde sus cuarteles generales en Oriente Medio. En Brasil, estas redes se suman a un escenario en el que también hay focos de neonazismo y extrema derecha que se han acentuado en los últimos años. Sin embargo, desde el ataque del 7 de octubre a Israel por parte de Hamas, considerada una organización terrorista por Estados Unidos, Europa y muchos otros países, pero no en Brasil, al igual que Hezbollah, ha estallado en las redes sociales brasileñas una ola de antisemitismo sin precedentes, que inclusive ha llegado a definir a Hitler como “un visionario”, en una negación total de la historia.
El fenómeno, además de ser execrable en sí mismo, corre el riesgo de convertirse en un terreno peligroso que puede encender acciones terroristas, como ya está ocurriendo en Europa. El hecho de que incluso una profesora universitaria retuiteara un post que ensalzaba la destrucción del estado de Israel, con “Allah Akbar” como conclusión, causó revuelo en el país. La profesora había sido miembro del equipo de transición del gobierno de Lula en el Ministerio de Derechos Humanos y, paradójicamente, una de las autoras de un informe contra la incitación al odio y el extremismo en Brasil.
Y mientras en los últimos días el principal partido de gobierno de Lula, el Partido de los Trabajadores (PT), ha atacado duramente a Israel y a sus representantes diplomáticos en Brasil, llegando a decir que “Israel no tiene moral para hablar de derechos humanos”, en la red, lo que indica la tensión del momento, ha vuelto a circular una vieja entrevista del presidente brasileño con Playboy que data de julio 1979. En aquella época, Lula era el líder sindical más famoso de Brasil. A la pregunta: “¿Hay algún personaje famoso que le haya inspirado, alguien de hoy o del pasado?” Lula responde: “Por ejemplo. Hitler, aunque se equivocara, tenía lo que admiro en un hombre: el fuego de proponerse hacer algo e intentar hacerlo. Admiro su voluntad, su fuerza, su dedicación” para después añadir que “esto es distinto de admirar sus ideas, su ideología”.
Otra vulnerabilidad que podría encender el fuego del terrorismo, incluso por parte de individuos aislados, es la doble narrativa de las autoridades palestinas. Mientras Abu Mazen ha dicho al mundo que Hamas no representa al pueblo palestino, las declaraciones en Brasil tienen un tono diferente. Por ejemplo, Abdel Abu Hwas, miembro del Consejo Nacional Palestino de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) que vive desde hace años en el país sudamericano, declaró hace dos días en el programa de radio “Detrás de las bambalinas del poder”, conducido por el periodista Guilherme Macalossi en Radio Bandeirantes Porto Alegre, que “lo que está haciendo Hamas cuenta con la plena aprobación del pueblo palestino, es una organización que lucha por su libertad, por liberar su patria, en legítima defensa de su pueblo”. Macalossi interrumpió inmediatamente la entrevista.
Además, el 11 de septiembre, el vicepresidente Geraldo Alckmin en funciones de presidente de la república promulgó un acuerdo de “cooperación técnica” con Palestina. Lo sorprendente es que el acuerdo data de 2010, cuando fue firmado por el propio Lula, en su segundo mandato, durante su visita a Ramala. Después de 13 años, ni siquiera un mes antes del ataque de Hamas contra Israel, Brasil decidió promulgarlo. Ni los sectores que participarán ni los detalles de los proyectos figuran en el texto. Algunos puntos podrían ser aprovechados por los terroristas para el movimiento tanto de fondos como de personas, ya que el acuerdo prevé un generico intercambio, sin especificaciones. Hamas podría utilizarlo como estratagema para hacer huir a sus miembros a otros países de América Latina. Además, el punto 4 del artículo III establece que “Las Partes (...) podrán solicitar financiación a organizaciones internacionales, fondos, programas internacionales y regionales y otros donantes”, sin especificar detalles sobre los criterios para identificar a los donantes y controlar el origen del dinero.
También es importante mencionar que existen en Brasil organizaciones palestinas designadas terroristas por Israel como Samidoun, red de apoyo a Hamas y la Yihad Islámica. En febrero de 2021, el Ministerio de Defensa israelí designó a Samidoun como organización terrorista y “filial del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP)”, que a su vez ha sido designada organización terrorista por Estados Unidos, Japón, Canadá, Australia y la Unión Europea. Según el ministerio israelí, Samidoun fue fundada por “miembros del FPLP en 2012″ y “Jaled Barakat, identificado por el FPLP como coordinador de Samidoun, está implicado en la creación de células militantes y en la promoción de actividades terroristas en Judea y Samaria y en el extranjero”.
El 8 de octubre, en Berlín, una manifestación organizada por Samidoun para celebrar la muerte de israelíes a manos de Hamas fue dispersada por la policía y condenada por el canciller Olaf Scholz, que ahora quiere prohibir Samidoun. “No aceptaremos que se celebren atroces atentados contra Israel en las calles de Alemania”, dijo Scholz. En una manifestación organizada en San Pablo tras el ataque terrorista de Hamas contra Israel, se exhibieron carteles en los que aparecía la terrorista del Frente Popular Palestino Leila Khaled sosteniendo un kalashnikov. En 29 de agosto de 1969, ella fue entre los secuestradores del vuelo 840 de TWA que partió de Roma con destino a Tel Aviv y el 6 de septiembre de 1970, siempre Leila Khaled, junto con un militante nicaraguense-americano sandinista, intentó secuestrar el vuelo 219 de la compañía israelí El Al, en servicio entre Ámsterdam y Nueva York.
Además está presente en Brasil “Masar Badil”, también conocido como Movimiento de la Ruta Revolucionaria Alternativa Palestina. Esta organización apoya, entre otras cosas, la disolución de Israel y su expulsión de las Naciones Unidas. Según el periódico Jerusalem Post, “Masar Badil está dirigido por Khaled Barakat, que según Israel es un dirigente de la organización terrorista FPLP”. En Brasil, el pasado mes de abril, Masar Badil se jactó en su página web de haber “cancelado la Feria de Universidades Israelíes” organizada en la universidad Unicamp de Campinas, en el estado de San Pablo. “Fue un importante logro en Brasil en términos de boicot popular”, reza el texto publicado en la web oficial de Masar Badil en portugués.
Entre los peligros enunciados por la comandante del Comando Sur, Laura Richardson, se menciona explícitamente el nombre de Hezbollah e Irán. De hecho, células de Hezbollah podrían activarse en Brasil gracias también a la red iraní, como ya ocurrió con los atentados en Argentina. Además, algunos terroristas implicados en los atentados viven o mantienen negocios en Brasil. Farouk Abdul Hay Omairi, sancionado por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos e incluido en junio pasado por las autoridades argentinas en la lista enviada a Interpol de la red que posibilitó los atentados a la AMIA, aún vive en Brasil. Tras ser detenido por narcotráfico, Omairi está libre y vive en Foz de Iguacu. En Brasil siguen activas las empresas de otro miembro de Hezbollah que figura en la lista de las autoridades argentinas sobre la AMIA, Salman Raouf Salman. Otro miembro de la lista es Hussein Mounir Mouzannar, que desde el estado brasileño de Santa Catarina se ha trasladado ahora cerca de la Triple Frontera, a Mingua Guazú en Paraguay.
También es preocupante el gigantesco robo, la semana pasada, de ocho fusiles del calibre 7,62 y 13 ametralladoras del calibre 50 de un cuartel del ejército en Baueri, en el estado de San Pablo. Una sola de estas armas, además de derribar un avión, puede desestabilizar la seguridad de todo un país, según los especialistas. Es casi seguro que se trata de un robo por encargo del crimen organizado que podría beneficiar también a grupos terroristas en Brasil, cuyas relaciones con los criminales brasileños ya están probadas. A finales de junio recordamos que Garip Uç, apodado “el químico del PCC”, el Primer Comando de la Capital - el principal grupo criminal del país - fue detenido cerca de San Pablo. Su hermano Eray, que sigue prófugo, formaba parte de la poderosa red del narcotraficante libanés con nacionalidad paraguaya vinculado a Hezbolá, Ali Issa Chamas. Chamas cumple condena por tráfico internacional de drogas en Paraguay. En abril fue detenido en San Pablo el libanés Mohamad Hassan Atris, apodado “Hezbollah” por los criminales brasileños. Era uno de los líderes del PCC en el este de San Pablo y también actuaba como juez en el tribunal de la facción que condenaba a muerte a los culpables. La policía federal brasileña tiene constatada desde hace tiempo la relación entre Hezbollah y el crimen organizado brasileño, que puede amplificar el poder de acción del grupo terrorista en el continente americano.
En cuanto a Irán, además de la presencia desde hace años en San Pablo de Taleb Hussein al-Khazraji, que según el fiscal argentino asesinado Alberto Nisman es un importante agente vinculado a altos cargos iraníes, como Ali Akbar Velayti, implicado en el atentado contra la AMIA, ha creado polémica la llamada del martes de Lula al presidente iraní Ebrahim Raisi. Según el título del comunicado oficial de Planalto, Lula habló con Raisi “sobre la liberación de los rehenes de Gaza”. Sin embargo, en el texto no se menciona a los rehenes israelíes. Los rehenes mencionados en el comunicado son una veintena de palestinos también con ciudadanía brasileña, a los que Lula no consigue sacar de la Franja de Gaza. Algunos de ellos, según la prensa brasileña, incluso han renunciado a volver al país sudamericano porque dicen que no tendrían suficiente para vivir en Brasil.
Las excelentes relaciones de Irán con el gobierno brasileño han permitido a Teherán no sólo estacionar sus dos buques militares más importantes el pasado mes de marzo en el puerto de Río de Janeiro, a pesar de las protestas internacionales, sino seguir exportando su revolución islámica. Brasil tampoco ha rehuido la influencia de la Universidad Internacional Al Mustafa, que según Emanuele Ottolenghi, Senior Fellow de la Fundación para la Defensa de las Democracias (FDD), “es el centro de operaciones del régimen”. Desde Teherán, las operaciones latinoamericanas de Al Mustafa Internacional están dirigidas por Moshen Rabbani, implicado en los atentados de Argentina y que figura en la lista roja de personas buscadas de Interpol. Según Ottolenghi, “Al Mustafa recluta, adoctrina y radicaliza a sus estudiantes”, que luego son “colocados en sus países de origen para dirigir centros y mezquitas patrocinados por Irán. Muchos de los alumnos convertidos del cristianismo son activistas políticos de extrema izquierda, o incluso de movimientos neonazis”.
Se trata de un capital humano que en este difícil momento de la historia podría encender el fuego del terrorismo no sólo en Brasil y los países vecinos de América Latina, sino también en Norteamérica. Hace apenas tres días, la prensa británica anunciaba la detención de cuatro iraníes que acababan de cruzar la frontera estadounidense desde México. Los cuatro estaban en una lista de vigilancia terrorista. El pasado mes de abril, la operación Jano de la Policía Federal brasileña había descubierto una red de inmigración ilegal dirigida por un ciudadano iraní en Foz de Iguacu que facilitaba documentos ilegales a sus conciudadanos. Algunos de ellos fueron descubiertos en Canadá. Las investigaciones revelaron que los iraníes habían entrado en Brasil por San Pablo y Río de Janeiro y, al cabo de unas semanas, habían viajado a Foz de Iguazú, donde recibieron pasaportes canadienses falsos y cruzaron la región de la Triple Frontera, desde donde iniciaron su viaje a Norteamérica.