(Washington, Estados Unidos) El desafío para las oposiciones en regímenes autoritarios o semi autoritarios siempre es complejo. Por estos días lo están viviendo los opositores venezolanos, que la próxima semana van a las urnas en unas elecciones internas que seguramente ganará una candidata que está inhabilitada por la dictadura de Nicolás Maduro. También lo sufren los opositores a otro dictador de la región, Daniel Ortega, que se encuentran en su enorme mayoría exiliados o desterrados por el régimen.
La discusión muchas veces es: ¿hay que presentarse a las elecciones, por más que el gobierno va hacer cualquier cosa para torcer los resultados?
Guatemala es un país que si bien no tiene el mismo deterioro democrático de Venezuela o Nicaragua, ha proscripto a candidatos que podían derrotar a los presidenciables del sistema o, como ahora, buscan todas las maneras de evitar que asuma el gobierno.
Pero la victoria de Bernárdo Arévalo y la posterior lucha que buena parte de la ciudadanía está dando en las calles en las últimas semanas, dejan algunas lecciones para otros opositores a regímenes que no se quieren ir del poder, según creen algunos expertos en democracia consultados por Infobae.
Arévalo, en un evento del que partició en Washington hace dos semanas, fue consultado sobre el tema. “¿Cuáles son las lecciones de su elección para los movimientos de oposición en países que no son del todo democráticos ni del todo autoritarios, donde los movimientos de oposición quieren utilizar las elecciones como una oportunidad para recuperar el poder?”, le preguntó Benjamin Gedán, director del Latin American Program del Wilson Center.
Arévalo contó que cuando decidió postularse, muchos le preguntaron si su participación no terminaba haciéndole el juego y justificando el status quo. Es el mismo enigma que ha tenido la oposición venezolana, cuando se pregunta si no termina legitimando al régimen al competir en elecciones que no son justas.
“La gente me decía ‘ohh no, vas a estar ahí y justificar lo que está pasando y legitimar el resultado’. Y dijimos, mira, tenemos que hacerlo. Hacemos un esfuerzo o simplemente nos damos por vencidos, porque no hay otra opción”, dijo Arévalo.
Arévalo recordó como “había muchas personas que realmente estaban pidiendo el voto nulo”, al punto que en la primera vuelta fue la primera opción electoral.
“Yo creo que si hay una posibilidad, realmente no tenemos derecho a no hacer el esfuerzo y yo diría que ese es el desafío que tenemos todos los que creemos en el fortalecimiento de las instituciones democráticas. Los entornos democráticos débiles y protodemócratas cuestionables deben hacer que tengamos que participar y tenemos que desafiar el sistema desde dentro”, agregó el presidente electo.
Qué dicen los expertos
Para Gedán, el mensaje del presidente electo de Guatemala fue claro: “Hay que competir en elecciones, incluso cuando las reglas del juego no son justas”, dijo el académico, que fue director para el Cono Sur en el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca entre 2016 y 2017.
Recordó una frase del musical Hamilton para fundamentar el punto: “‘No puedes ganar a menos que juegues en el juego’. Esto no implica que una elección en un sistema de autoritarismo competitivo siempre ofrece una verdadera oportunidad para que la oposición gane. Pero la participación siempre ofrece la posibilidad de estrechar la relación del partido con el pueblo”, agregó.
Para Tamara Taraciuk Broner, directora de programa de Estado de Derecho del Diálogo Interamericano, “la elección de Arévalo demuestra que desafiar el statu quo no necesariamente significa patear el tablero democrático”.
“A pesar de tener todas las condiciones en contra, y posiblemente porque nadie pensó que ganaría, llegó a una segunda vuelta donde se le permitió al pueblo guatemalteco movilizarse y votar, no en contra de alguien o por el menos malo, sino por alguien que los motivaba con una agenda anticorrupción y de fortalecimiento de la democracia”, agregó Taraciuk.
Otra de las lecciones que deja Guatemala para las oposiciones es que los desafíos no terminan el día después de ganar las elecciones. A veces, se multiplican. En ese sentido, Arévalo logró juntar apoyos sociales y hasta empresariales grandes que le permiten hoy seguir enfrentando los embates judiciales de lo que él llama el “pacto de corruptos”.
Para Gedán, “como vimos en Guatemala, siempre hay la posibilidad de una sorpresa, sobre todo cuando el gobierno cree que no puede perder o porque controla los medios”.
Taraciuk cree que “cuando las instituciones democráticas son débiles, o están copadas por el poder, el desafío persiste para que quien quiere jugar dentro de las reglas del juego democrático pueda efectivamente asumir y gobernar”, agregó. Por eso mismo considera que es “crucial” que Arévalo pueda asumir y llevar adelante su agenda, que promete desmantelar el “pacto de corruptos” en Guatemala.
Eso, según la experta, le daría “aire” a un “ciclo de deterioro democrático” que se vive en Centroamérica y permitiría “mostrarle a la región que es posible canalizar el enojo con el establishment a través de la democracia y no menoscabándola”.