(Washington, Estados Unidos) Caminar por el centro de Filadelfia, en Estados Unidos, se ha convertido en una experiencia perturbadora. En cada esquina es posible toparse con decenas de personas caminando como “zombies”. Deambulan como en trance, hablando solos o incluso gesticulando a personas que no existen, bajo los efectos del fentanilo.
La crisis del fentanilo es también una crisis de salud, tanto en Estados Unidos como en Canadá, dado que la cantidad de muertes por sobredosis de esta droga no paran de crecer. En América Latina este opioide sintético aún no ha sido detectado como un problema de la magnitud que tiene en el norte del continente americano. Pero cuando llegue, según los expertos, puede generar problemas mayores, que afecten también a la seguridad pública.
El narcotráfico ya golpea fuertemente a la región. Según Vanda Felbab-Brown, directora de la Iniciativa sobre Actores Armados No Estatales de Brookings Institution, un think tank con sede en Washington, la llegada del fentanilo y otras drogas sintéticas a América del Sur agravaría los problemas de violencia y crimen organizado que afronta la región actualmente.
Así lo manifestó Felbab-Brown durante el foro “Crimen Violento en América Latina”, donde participaron además académicos y funcionarios de Argentina, Chile y Uruguay, para explicar por qué los países que eran los más seguros de la región también ahora tienen picos de violencia. La explicación más directa es el impacto de la venta de drogas y las disputas entre narcotraficantes por los mercados.
Qué pasaría con el fentanilo en América Latina
“Es muy probable que la epidemia de fentanilo se expanda desde América del Norte a otras partes del mundo”, señaló Felbab-Brown.
La especialista recordó que en la década de 1990 ya ocurrió algo similar cuando luego de haber logrado un aumento en la producción los cárteles colombianos comenzaron a exportar cocaína a Europa, un mercado dominado hasta ese momento por la heroína, que fue desplazada.
Para Felbab-Brown es probable que la cocaína empiece a perder peso a mano de los opioides sintéticos.
“Las drogas sintéticas simplemente traen tremendas ventajas a los grupos narcotraficantes. Es más fácil esconder los embarques, tienen menores costos de producción y corrupción”, explicó.
Felbab-Brown advirtió que no sería sorprendente que lugares como Afganistán se conviertan en productores de metanfetamina, dado que Pakistán ya registra mayores incautaciones de esa droga que de heroína.
“En mi opinión, es muy probable que el fentanilo y otras drogas sintéticas lleguen al Cono Sur y a América Latina, lo cual no solo representará nuevos desafíos masivos en términos de violencia y grupos del crimen organizado y capturas de instituciones estatales, sino también en términos de salud pública”, sentenció.
Los expertos recomiendan que los gobiernos diseñen políticas integrales de prevención y brinden tratamiento a los adictos para mitigar una crisis de salud pública y seguridad que se avizora en el horizonte.
Lucia Dammert, profesora de la Universidad de Santiago de Chile, enfatizó la necesidad de enfocarse en reducir la demanda interna de drogas para mitigar el problema.
“Si seguimos teniendo un tercio de nuestros ciudadanos buscando ya sea cocaína o drogas sintéticas, vamos a seguir teniendo este mercado”, afirmó Dammert.
La experta chilena puso como ejemplo a Estados Unidos, donde si bien los narcotraficantes no se matan entre sí en las calles como en América Latina, el nivel de consumo es elevadísimo.
“Después de que se desperdiciaran millones de dólares básicamente en muchas cuestiones relacionadas con la policía y las iniciativas de justicia penal, hay un montón de gente muriendo en las calles. Alrededor del 90% de la cocaína que se produce en América Latina se consume allí. Entonces algo está sucediendo”, dijo.
Por qué ahora hasta los más seguros son violentos
América Latina es el continente más violento del mundo. Sin embargo, había algunos países que hasta ahora mantenían buenos niveles de seguridad. Sin embargo, en los últimos tiempos, tanto en Costa Rica, pero sobre todo en Chile y Uruguay, esos números empezaron cambiar.
“Este es un momento importante porque durante casi 20 años cada vez que hablábamos de delincuencia en América Latina, siempre decíamos ‘bueno, todo está muy mal, sin embargo Uruguay, Costa Rica y Chile conforman un escenario diferente’”, dijo Dammert. Sin embargo, en el último año estos países que solían verse como una excepción en la región “están siendo testigos de un aumento en la cantidad de homicidios y de violencia en general”, agregó.
De acuerdo a la académica, Chile registró un incremento en su tasa de homicidios hasta alcanzar 6,7 por cada 100.000 habitantes. Si bien es una cifra baja en comparación con países centroamericanos o Colombia, representa un drástico aumento respecto a años anteriores cuando la tasa era de 2,8.
La experta advirtió sobre la consolidación de la “presencia territorial de organizaciones criminales locales” en Chile. También destacó el “aumento en los niveles de consumo de drogas” y la existencia de otros mercados ilegales como la minería ilegal y el tráfico de migrantes.
Por su parte, Diego Sanjurjo, académico en temas de seguridad y jerarca en el Ministerio del Interior de Uruguay, reportó que en su país los homicidios vinculados al narcotráfico también han repuntado.
“Uruguay tiene actualmente una tasa de 11,8 homicidios cada 100.000 habitantes, lo cual pienso que es bastante alto. Y es inaceptablemente alto, diría”, afirmó Sanjurjo.
El funcionario uruguayo explicó que entre un 60% y 70% de los homicidios están relacionados a otras actividades criminales, principalmente el narcotráfico.
El incremento del tráfico de cocaína en la región y la presencia de grupos criminales extranjeros en Argentina también ha tenido impacto en su país, dijo Felitas. “Hay muchos grupos locales de tamaño medio o chico. En algunos lugares gozan de protección o patrocinio de la policía local, políticos o el sistema judicial”, señaló.
Fleitas advirtió que si bien no existen carteles internacionales actuando en Argentina, “hay algunos grupos internacionales que operan para brindar asistencia a las exportaciones de cocaína”. Entre ellos, mencionó al Primer Comando Capital de Brasil que “ha tenido varias actividades específicas y contrapartidas locales, incluidas en prisiones”, pero señaló que “hasta ahora no hay una presencia amplia”.
El académico argentino también alertó sobre el caso de Rosario, donde una guerra entre bandas disparó la tasa de homicidios hasta 22 cada 100.000 habitantes. Esto convierte a esta ciudad en uno de los lugares más violentos de Argentina y de América del Sur.
Los expertos coincidieron en la necesidad de que los gobiernos de la región coordinen respuestas conjuntas para enfrentar la expansión de los mercados ilegales y el crimen organizado. También destacaron la importancia de combatir la corrupción y fortalecer las instituciones para evitar la penetración de los grupos delictivos en el Estado.
El caso Ecuador
Ecuador se ha convertido en poco tiempo en uno de los países más violentos de la región, debido a su posición geográfica estratégica y a la penetración del crimen organizado en sus instituciones.
Will Freeman, investigador para América Latina del Council on Foreign Relations, calificó la situación en Ecuador como “la nueva Venezuela en términos de violencia en América Latina”.
El país registra una tasa de 26 homicidios por cada 100.000 habitantes, solo superada en la región por Colombia, Honduras y Venezuela, si se excluye al Caribe.
Freeman atribuyó este incremento a la batalla entre grupos criminales por el control del tráfico de drogas, la extorsión y otros mercados ilegales.
El experto advirtió sobre la presencia en Ecuador de carteles mexicanos y colombianos, pero aclaró que también operan poderosos grupos del crimen organizado locales.
“Las instituciones ecuatorianas han sido cooptadas por el crimen organizado de forma similar a lo ocurrido en Colombia durante la parapolítica”, alertó Freeman.