Mientras se desarrollan, por cuarto día consecutivo, protestas y bloqueos en más de 30 rutas de todo el país, la fiscal general de Guatemala, Consuelo Porras, guarda silencio y se aferra a su cargo.
Desde este lunes, el país está semi paralizado por la concentración en diversos puntos de cientos de campesinos o comunidades indígenas que tomaron las calles para exigir la renuncia de Porras y la cúpula directiva del Ministerio Público, por las recientes acciones con las que, aseguran, socavan la democracia y el Estado de Derecho.
A estos bloqueos se sumaron, también, acampes frente al edificio de la Fiscalía, en la capital, como medida de presión, a las que han hecho caso omiso.
“Si dormir frente al Ministerio Público y mantener bloqueadas las carreteras no es suficiente para ser escuchados, pronto tendremos que tomar nuevas medidas de presión”, declaró Diego Ceto, autoridad maya ixil e insistió en que “es un paro indefinido, no vamos a claudicar en esta lucha”.
A la par, el manifestante se refirió al silencio de la funcionaria, señalada por organismos nacionales e internacionales y sancionada desde hace años por Estados Unidos, y dijo que “es preocupante esa actitud aberrante (de Porras) que no atiende el llamado del pueblo”.
Junto con sus exigencias, los manifestantes intentaron establecer diálogos con las autoridades del Congreso y de la Corte de Constitucionalidad -que se paran en la vereda del oficialismo- y, por tanto, “no mostraron voluntad ante nuestras peticiones porque nos miran como ignorantes y con racismo”.
Inclusive, el Congreso definió la víspera suspender su actividad en apoyo al Ministerio Público. “La Fiscalía tendrá que investigar algunos planteamientos que tengan (...) Creo que vamos a salir de las dudas porque existen más de mil denuncias de diferentes fiscales por delitos en las elecciones”, dijeron tras el anuncio desde la Cámara.
La tensión en Guatemala lleva meses pero, en los últimos días, se elevó al máximo.
En junio, los votantes en la primera vuelta electoral definieron que el candidato del Movimiento Semilla, Bernardo Arévalo, sea el adversario de la ex primera dama, Sandra Torres, en el balotaje.
Desde entonces, Porras junto a otros funcionarios públicos comenzaron una serie de medidas con las que intentaron sabotear el desempeño del opositor en las urnas.
Sin embargo, la voluntad popular pudo más y, en agosto, Arévalo resultó electo Presidente de Guatemala. Esta victoria llevó a la Fiscalía a extremar sus recursos para intentar evitar su toma de posesión, el próximo 14 de enero, que incluyó un intento de suspensión del Movimiento y múltiples allanamientos.
El más reciente de ellos fue el pasado sábado en una de las sedes del Tribunal Supremo Electoral (TSE) y acabó con la incautación de las urnas con las papeletas utilizadas en ambos comicios este año.
Frente a este avasallamiento de la democracia, Arévalo pidió que el pueblo tome las calles de forma pacífica en señal de protesta y exigiendo la renuncia inmediata de los funcionarios detrás de estas acciones que, según denunció, constituyen un intento de golpe de Estado.
Más de 400 personas respondieron de inmediato y se han movilizado hasta el momento desde diversos puntos de Guatemala mientras vecinos de cada zona se acercan a cada rato con víveres y otros productos básicos para apoyar su protesta.
“Sabemos que esta lucha será larga para que se respete la decisión electoral de la población pero seguiremos de pie el tiempo que sea necesario”, agregó Cleto.
Mientras ocurrían estas concentraciones, el Presidente electo viajó a Estados Unidos -en una gira comenzada a finales de la última semana y que suspendió brevemente por los sucesos del sábado- y enfatizó en que el oficialismo mantiene un plan para evitar su investidura.
(Con información de EFE)