Ecuador es uno de los diez países con mayor criminalidad del mundo, según el último Índice Global del Crimen Organizado. Este escenario no solo se refleja en el incremento de los homicidios, secuestros y extorsiones sino en la difusión y consumo de contenidos relacionados con el narcotráfico y la delincuencia. Las bandas criminales como Los Choneros, Los Tiguerones y otros han encontrado en la música un espacio para enviar mensajes violentos, mostrar su poder, hablar de sus líderes y contraponerse al discurso oficial. Las piezas musicales de fácil acceso para todo público permiten que los miembros de los grupos de delincuencia organizada se conviertan en una especie de antihéroes y capten adeptos.
Adolfo Macías, alias Fito, estrenó recientemente un narcocorrido. El video musical que contiene escenas grabadas en la cárcel Regional de Guayaquil, donde Macías está preso, causó revuelo en la opinión pública. El uso de canciones y la producción de videos musicales no es algo nuevo en el mundo criminal ecuatoriano, sin embargo, ha sido poco analizado en el debate público y mediático, pues la atención ha recaído en las masacres carcelarias, los sicariatos y los atentados.
Alexandra Zumárraga, ex directora nacional de Rehabilitación Social, explicó a Infobae que la música y otras expresiones como los graffitis y los murales que hacen alusión a las bandas criminales sirven para la formación de una cultura delincuencial, de una narcocultura.
Esos elementos simbólicos crean una identidad y sensación de pertenencia a un grupo, tanto para quienes crean estas expresiones, como para quienes las consumen. Nuevamente, la falta de presencia del Estado en ciertas comunidades ha generado que los pobladores, en situación de vulnerabilidad, tengan mayor afinidad por las bandas criminales y sus códigos –como la música– y no por las autoridades o el discurso oficial.
Armas, violencia, dinero y versos: la narcoestética y la narcocultura
Los videos musicales de las bandas criminales comparten algunos elementos: armas, señas con las manos, joyas, gafas oscuras y dinero, mucho dinero. Aunque las letras difieran de acuerdo al tema y al grupo delincuencial, en las grabaciones estos símbolos son comunes de la narcoestética.
En uno de sus artículos, Lucía Elena Acosta de la Universidad Nacional Autónoma de México, explica que la narcoestética “refiere necesariamente la búsqueda de los productos culturales creados por el narcotráfico, (aunque) lo interesante radica en la apropiación simbólica que se establece”. Esa apropiación genera un mensaje en quienes consumen estos contenidos.
Por ejemplo, la canción Me superé de Gio, producida por JF Music Entertainment de Los Choneros, es una suerte de trap cuyos versos indican: “Ellos hablan de mí/ miran que me superé/ salí de donde crecí y dejé de andar a pie”. El mensaje en este caso invocaría al reclutamiento de nuevos miembros. Según Zumárraga, los jóvenes que consumen esta música, y que se benefician de otras acciones de estas bandas, crean en sus cabezas la idea de “quiero ser como mi patrón”.
La narcocultura, entonces, puede generar expectativas, aspiraciones y deseos, según explica la investigadora América Becerra, de la Universidad Autónoma de Nayarit, en uno de sus artículos. Para Becerra: “Los elementos simbólicos contenidos en ella (narcocultura) crean representaciones e imaginarios sociales sobre el tráfico de drogas, que llegan a configurar un mundo de vida con estilos, valores y patrones de comportamiento propios, y seducen a una gran cantidad de personas al convertirse en anhelos que van desde el consumo y apropiación de los contenidos simbólicos, hasta la incorporación en actividades del narcotráfico”.
Las canciones de estos grupos delictivos no solo hablan de tener una vida en el mundo criminal sino que se burlan del poder constituido y se convierten en un contra discurso. En el corrido de alias Fito lo califican como “un hombre de mucha honra... un amigo lleno de humildad. El jefe y patrón, señores: Adolfo Macías Villamar” y aseguran que no es cómo “mal informan”. Mientras que en la canción de rap La gente fuerte de la misma productora, los versos señalan: “haciendo atentados somos peligrosos/ si no hay plata, entonces hay plomo/ abrieron el caso en la Fiscalía/ nos hicieron pedazos/ compramos al fiscal”.
Los Tiguerones en cambio tienen letras más violentas. “Te ubicamos/ Te sacamos de dónde sea y te matamos”, dice la canción interpretada por La Bestia, el cantante de esta agrupación que fue asesinado el 30 de agosto de este año en Guayaquil.
Además de las canciones que se difunden entre los miembros de las bandas, que estas comparten en los territorios que están bajo su control y que están disponibles en Internet. Zumárraga indicó que hay otras acciones que permiten que esa cultura criminal se instale en las comunidades.
En referencia a Los Choneros y a sus cabecillas como alias Fito y el asesinado alias JR, Zumárraga explicó que “son sanguinarios y son salvajes, pero con su gente con su gente ellos son muy afables”. La ex directora de Rehabilitación Social indicó que alias JR invertía miles de dólares para agasajar a los niños en Navidad o hacía conciertos con los artistas del momento en El Triunfo, una ciudad a 64 kilómetros de Guayaquil. Lo mismo dijo de alias Fito, que incluso haría refracciones en la cárcel Regional y compraría medicina para los presos. Este tipo de acciones generan que las personas se vinculen con ellos.
Los Tiguerones también ofrecían conciertos con Jojairo, uno de sus cantantes que fue asesinado en el 2021, además realizan agasajos navideños para los niños de Esmeraldas, según conoció Infobae a través de una fuente policial.
Este tipo de prácticas ya las realizaba Pablo Escobar en Colombia. “El Estado no te da salud no te da educación no te da nada pero entonces viene el crimen organizado y te pone un agasajo, te pone juguetes, te pone clínicas de rehabilitación –donde se esconden sus sicarios- donde también acuden jóvenes de la comunidad”, explicó Zumárraga.
Renato Rivera-Rhon, coordinador del Observatorio Ecuatoriano de Crimen Organizado, coincide: “Les venden una especie de familia. Al final del día, esa familia te da, por un lado, poder a través de las armas y poder económico, que termina siendo muy atractivo en la gente de las comunidades”.
La personalidad de los cabecillas y las bandas
Cada banda criminal tiene un perfil definido. El Observatorio Ecuatoriano de Crimen Organizado (OECO) publicó la caracterización del crimen organizado en el país, el estudio analizó la tipología de cada agrupación. Por ejemplo, Los Choneros, bajo el liderazgo de alias Fito, son una organización de tipo jerarquizada, estructurada bajo “comandos” en territorio. Mientras que Los Tiguerones, con alias Negro Willy a la cabeza, manejan una doctrina de tipo paramilitar. Los Lobos son una organización de tipo red con subcomandos en territorio, su líder es alias Pipo, que según la Policía está muerto.
De acuerdo con Rivera-Rhon, en el caso de Los Choneros, alias Fito ha tratado de replicar el modelo de gobernanza criminal de su antecesor Jorge Luis Zambrano, alias JL o Rasquiña, que fue asesinado en diciembre del 2020. Este modelo consiste en “generar acuerdos o una división del territorio entre las organizaciones más pequeñas”. Según explicó Rivera-Rhon a Infobae, Los Choneros “entienden normalmente que a mayor violencia menos rentable se convierten sus actividades”.
Alias Fito no solo trataría de imitar el estilo de gobernanza de alias Rasquiña, sino también la forma de exponerse ante el público. Zumárraga recordó que a Rasquiña le gustaba llamar la atención y que contrataba a músicos para que compusieran canciones para él. Uno de ellos fue Maldito Brujo, asesinado en marzo de 2022, que también dedicó canciones a los expresidentes Abdalá Bucaram, Lenín Moreno y Rafael Correa, según contó él mismo a Extra. Además de los políticos, también habría cantado para otras bandas y esa sería la razón por la que lo mataron, según Zumárraga. Así como Rasquiña y Fito, alias JR, también de Los Choneros y asesinado en marzo de este año, aparecía en videos pero realizando donaciones o agasajos.
A diferencia de Los Choneros, hay otros cabecillas que prefieren pasar por desapercibidos. Ese es el caso de Los Lobos: “El tuerto Pipo tiene un perfil bajo. Él no se deja ver. Él incluso está pasado por muerto aquí, o sea, el Estado ecuatoriano le ha dado por muerto. Él no se da a conocer y no le gusta para nada hacerse ver. De Los Lobos tu no escuchas nada, no hay ningún video de este tipo”, explicó Zumárraga. Asimismo, en la gobernanza criminal, Los Lobos gobiernan a través del terror y no utilizan expresiones como la música en sus territorios.
El uso de la música ha sido una práctica habitual no solo en las bandas criminales de Ecuador, sino también en otros países como en El Salvador y Estados Unidos, con la Mara Salvatrucha (MS-13). Según documentó Buzzfeed en el 2018, los raps de las maras han permitido a la policía estadounidense demostrar la pertenencia de algún sospechoso con este grupo criminal. Algo similar sucedió en Ecuador, cuando a Maldito Brujo lo detuvieron en abril de 2021 para investigaciones por los temas musicales que le dedicó a Rasquiña.
El narcotráfico es la principal expresión del crimen organizado en el Ecuador, según el OECO. La presencia de mafias internacionales y su vinculación con las bandas locales han permitido el ingreso de la narcocultura al Ecuador, como una forma de exaltación de la violencia y del poder económico y político para mostrar como ídolos a los grupos y sujetos vinculados al tráfico de drogas y a sus delitos conexos. Pero la narcocultura no solo se refleja en las expresiones urbanas a las que están expuestos los habitantes de poblaciones históricamente abandonadas, sino que también está presente en aquellas series, telenovelas y películas, consumidas por una audiencia con mayores accesos a plataformas de streaming, por ejemplo, que han normalizado que los protagonistas y los héroes de las historias sean narcos.