La porción brasileña de la selva tropical de la Amazonía se enfrenta por estos días a una grave sequía cuyos efectos ya se sienten y que, de prolongarse, podría afectar a unas 500.000 personas para finales de este año.
A raíz del fenómeno meteorológico de El Niño, las sequías que tradicionalmente podían experimentarse en el pasado, ahora se dan con mayor duración e intensidad.
La inhibición de la formación de nubes de lluvia y un aumento de la temperatura propio del calentamiento global derivan en una mayor evaporación, que reduce el agua de la superficie y seca los suelos y la vegetación.
Es por ello que, si bien aún no se han presentado las consecuencias más graves del fenómeno, muchas personas ya están teniendo dificultades para, por ejemplo, acceder a alimentos y agua potable. En la Amazonía el principal medio de transporte son las vías fluviales y los niveles históricamente bajos de los ríos imposibilitan el paso de las embarcaciones.
Según datos difundidos por el puerto de Manaos, encargado de supervisar la altura de los cursos de agua, este martes el río alcanzaba unos 16.7 metros, unos 6 metros menos que el mismo día el año pasado y apenas 3 metros por encima del récord más bajo, que data del 24 de octubre de 2010, con 13.6 metros.
Otra de las consecuencias repercute en la pesca, actividad que representa el principal medio de subsistencia para muchas de las comunidades ribereñas.
En este contexto, el estado de Amazonas declaró la emergencia ambiental dos semanas atrás. Así, 15 municipios quedaron bajo este régimen mientras otros 40 se encuentran en estado de alerta.
Con ella dispuso un plan de respuesta por USD 20 millones que incluye la distribución de alimentos, agua potable, artículos de higiene personal y demás productos básicos, comentaron desde la agencia de protección civil local en un comunicado.
Por su parte, el gobernador Wilson Lima aprovechó su visita a la capital del país, Brasilia, para mantener un encuentro con representantes del Gobierno federal. Entre ellos estuvo el propio Lula da Silva, con quien abordó esta cuestión.
Los distintos niveles del Gobierno “coordinarán medidas para apoyar a la gente que vive en municipios afectados”, publicó Lima en su perfil de X.
Junto a esta sequía al noroeste, Brasil atraviesa por estos días días una ola de calor que llevó a ciudades como Sao Paulo a experimentar temperaturas por encima de los 30 grados, algo inusual para esta época del año.
El Instituto Nacional de Meteorología brasileño informó que este sábado, por segundo día consecutivo, se registraron allí 34.7 grados, lo que rompió el récord de 33.9 grados del pasado 17 de septiembre. En tanto, en otras zonas del país, la cifra podría aumentar hasta los 45 grados.
Lula, desde que asumió el cargo el pasado 1 de enero, se ha mostrado como un fiel defensor del medio ambiente y sostiene una fuerte agenda en la materia.
En ese sentido, durante su alocución en la Asamblea General de la ONU en Nueva York, pidió una mayor colaboración de los países ricos en esta causa y los señaló por ser los que “más contaminan” y “no cumplen” con sus compromisos.
“Actuar contra el cambio climático también implica ayudar a los más pobres”, dijo y agregó que “el Sur global es el más afectado”.
(Con información de EFE y AP)