(Washington, Estados Unidos) Dora María Tellez, la exguerrillera sandinista a la que su excompañero de trinchera, Daniel Ortega, mantuvo presa durante 20 meses y luego expatrió, considera que la dictadura en Nicaragua está más debil que nunca y se encuentra “en una etapa final”.
La mítica Comandante Dos, que vive exiliada en Estados Unidos luego de ser desterrada y despojada de su nacionalidad a comienzos de este año, participó de un foro organizado con disidentes nicaragüenses en la Universidad de Harvard. Allí señaló que a su entender, la dictadura de Ortega está agonizando dado que “vive aterrorizada”.
“Las dictaduras cuando están sólidas suelen tener comodidad. Esta tiene temor porque es una dictadura cercada por la mayoría de los nicaragüenses”, dijo Tellez, quien graficó cómo incluso en los momentos más duros de la represión, cuando Ortega llevó presos a todos los opostiores en 2021, tenía una aprobación alta. En mayo de ese año, el 44% de los nicaragüenses respaldaba al gobierno según Gallup. Hoy, según la misma consultora, solo el 13% aprueba la gestión de la dictadura.
Tellez fue una guerrillera sandinista, muy cercana a Ortega en los años 70. A los 22 años fue la tercera al mando de una operación guerrillera que tomó en agosto de 1978 el edificio en Managua donde sesionaba la Asamblea Nacional de Nicaragua durante la dictadura de Somoza.
Abandonó el partido de Ortega en 1995, luego de dejar el cargo de ministra de Salud, para formar un nuevo partido. Hoy lo describe como “un político sumamente habil”, que no tiene escrúpulos, ni límites ni programa, por lo que cuenta con la capacidad de mimetizarse y eso “lo vuelve capaz de cualquier cosa”.
Relató que cuando en la interna del sandinismo ella y algunos compañeros se opusieron al proyecto de Ortega eso “se convirtió en crisis” después de los 90 y “Ortega desplegó el mismo modelo de falta de escrúpulos” dentro del partido que hoy muestra en el país.
“Hizo una guerra contra nosotros con todo, hasta amenazas de muerte. Hicimos oposición (interna) y no pudimos salir adelante porque él tenía más respaldo de base social evidentemente y optamos por salir del partido y formar un nuevo y soportar las inclemencias del tiempo político nicaragüense que son como huracanes”, dijo Tellez.
En 2007, cuando Ortega volvió al gobierno inhabilitó el partido de Tellez. En 2021, al igual que todos los candidatos opositores para las elecciones de ese año, fue llevada a prisión.
Además de Tellez también participaron del evento Marcela Castillo Mejía, una de las jóvenes que lideró el movimiento estudiantil durante las protestas de 2018 y Félix Maradiaga un académico y defensor de derechos humanos nicaragüense, que también fue preso político de Ortega.
Maradiaga elogió Castillo como parte de los estudiantes que en 2018 lideraron el movimiento que protestó en las calles. “La generación de Dora se vio obligada a tomar las armas frente a una dictadura y levantar un fusil para decir ‘Patria libre o muerte’. Tu generación, lo que levantó fue una bandera azul y blanca y dijo ‘Patria libre para vivir’. Yo creo que esa eso en sí mismo es una gran lección histórica”, señaló Maradiaga.
Por qué Tellez ve a Ortega débil
Además del bajo respaldo popular que tiene la dictadura, Tellez considera que la dictadura de Nicaragua también está débil porque la vida en el país “se ha vuelvo invivible incluso para los propios funcionarios sandinistas”. Destacó que los oficiales policiales están mal pagados y además son “maltratados” y “volcados a las calles a asediar a las personas”. Lo mismo pasa con los funcionarios judiciales a quienes, dijo, han querido transformar en “sicarios” que ni siquiera hacen juicios para condenar a los opositores.
En ambos sectores públicos hay deserciones, lo que llevó a la dictadura a elevar las penas a los oficiales que abandonan la fuerza.
También Tellez ve que la dictadura está débil en el plano internacional. “La izquierda (latinoamericana) ha entendido que no es un régimen de izquierda. Es un régimen sin ideología”, dijo la exguerrillera.
Para Maradiaga, “Ortega ha estado buscando desesperadamente un patrocinador, como lo fue en algún momento Hugo Chávez” hasta el colapso de la economía venezolana. “Ha buscado desesperadamente en China y en Rusia ese patrocinador”, dijo el académico.
El rol de la oposición
“La dictadura está en condición crítica y de salida. ¿Cómo es la salida? Esa es la parte que no siempre es fácil. Hemos decidido que sea cívica. La lucha cívica no le legitima la tierra arrasada. Pero la lucha cívica tiene limitaciones”, señaló Tellez.
La oposición en Nicaragua, si bien está junta tiene desafíos importantes. El más importante es que la enorme mayoría está fuera del país, lo que le genera desconexión con la ciudadanía.
Para Maradiaga, la estrategia de Ortega “consiste en expulsar a la oposición como efectivamente lo hizo apostando a que se va a replicar el triste episodio de las oposiciones de Venezuela y de Cuba, que una vez en el exilio le dejan de hablar a su base dentro de Nicaragua, se radicalizan, pierden un contacto con la población y dejan de ser alternativa real del poder, mientras a la interna del país se implanta una falsa normalidad. Los bares están llenos, la gente puede ir a celebraciones, siempre y cuando nadie se meta con el Frente Sandinista”.
Tellez considera que “falta trabajar una hoja de ruta actualizada como oposición” que la lleve a “presentar una alternativa sólidamente cohesionada” para que sean “una opción articulada”.
Una de las claves para la oposición, según Maradiaga, es “crear una opción de contrapoder”. Cree que la oposición “tiene que verse como una alternativa seria que le levante la esperanza a los nicaragüenses dentro del país” y no solo “una oposición que le hable a los exiliados del sur de Florida o a los exiliados de Costa Rica”, sino que pueda conectarse con los nicaragüenses que viven en el país y serán los que definirán el futuro.
Para eso, además, se deben “desarrollar finalmente tácticas para mantener redes internas de resistencia”.
“No podemos aceptar que la totalidad de la oposición ya se exilió, sino tratar de mantener de la manera que sea posible y con medidas de seguridad alguna capacidad interna de poder generarle presión al régimen”, dijo Maradiaga.
Como aspecto positivo, el académico considera que a diferencia de lo que pasa con las oposiciones de Cuba o Venezuela que tienen muchos grupos, en Nicaragua “hay un centro de gravedad, que todavía debe consolidar operativamente, pero que tiene bastantes coincidencias en su planteamiento”.
Gana el silencio y el miedo
Pese al clima de rechazo a Ortega que existe en el país, lo que prima es el silencio entre la población. “Es un completo silencio hostil porque las personas no tienen la libertad de expresar lo que sienten en su día a día”, dijo Castillo.
“Hay silencio en todos lados. Universidades, iglesias. El silencio domina. No hay un solo medio independiente y los periodistas que no se fueron se dedican a otra cosa. Por eso el último blanco es la Iglesia Católica, que tienen como objetivo sacarla de circulación”, dijo Tellez.
La exguerrillera recordó como más del 10% de la población se fue del país porque no encuentra opciones. “¿Quién invierte si no hay reglas. La única ley es que no hay ley. Alguien puede salir a Costa Rica y al regresar no lo dejan entrar. Un sacerdote dice qué hay que liberar al obispo (Rolando) Álvarez y es llevado preso y está desaparecido hace 15 días. Esa es la condición en la que está el país”, dijo Tellez.
Para el régimen de Ortega, la “migración es altamente rentable” dado que el 40% de los ingresos del país llegan a través de las remesas que envían los exiliados. “Eso es una perversión total. Vaciar al país le es rentable”, dijo Tellez, quien consideró que Ortega aplica el criterio de tierra arrasada.