Quiénes fueron los omaguas: la civilización milenaria amazónica que dejó su rastro en los ríos

Eran nómadas, guerreros, comerciantes y tenían una gran conexión con lo espiritual. La tierra y el agua eran sus elementos fundamentales de vida

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La civilización milenaria de los omaguas habitó la Amazonía ecuatoriana, peruana y brasileña. (lfredo Lagla/ MACCO)
La civilización milenaria de los omaguas habitó la Amazonía ecuatoriana, peruana y brasileña. (lfredo Lagla/ MACCO)

Los omaguas querían que sus rostros se parecieran a la luna. Eran guerreros que vivían en las orillas de los ríos de la Amazonía. Esta civilización milenaria desarrolló una filosofía del agua y el río, de la naturaleza, de la tierra. Los investigadores indican que, entre las causas de su desaparición, está el encuentro con el mundo occidental a raíz de la colonización española.

A los Omaguas también se los conoce como Piratas del río Napo. Esta población era nómada y hay registros de que se asentaron en Ecuador, Perú y Brasil. Se cree que el área de asentamiento omagua se extendió entre los ríos Negro, en Brasil, y el río Ucayali, Perú, atravesando la selva ecuatoriana. Actualmente se estudia a los omaguas a través de sus cerámicas, armas, cuentos y los registros de misioneros jesuitas y capuchinos.

Los cronistas europeos del siglo XVI ya escribieron sobre los omaguas. Esta civilización estaba organizada alrededor de caciques, tenían esclavos, eran guerreros y comerciantes. Además practicaban el modelado craneal. A los bebés les entablillaban la frente para que sus cabezas tuvieran la forma de la luna.

José Luis Palacio Asensio, en 1989, publicó un libro sobre los omaguas. Para el autor, esta civilización construyó “una de las mayores culturas de la selva”.

La exposición permanente del MACCO está integrada por una colección de más de 300 objetos arqueológicos de la llamada Fase Napo.
La exposición permanente del MACCO está integrada por una colección de más de 300 objetos arqueológicos de la llamada Fase Napo.

Se estima que los omaguas habitaron la cuenca amazónica desde los primeros años de la Era Cristiana. Sin embargo, se constituyeron como cultura a partir del siglo V. Según Palacio Asensio, esta civilización llegó a su máximo esplendor entre los siglos XI y XVI. Fue entonces cuando se expandieron a las cabeceras del Amazonas, aunque se considera que su principal asentamiento estaba en el Amazonas Central. Las orillas del río Napo se convirtieron en un foco subsidiario de la expansión de esta civilización. “Unos 300 años antes de la Conquista ya están en los ríos Nanay, Pastaza y Napo”, asegura el autor.

La decadencia de los omaguas inicia en el siglo XVI, aunque como civilización desaparecieron en el siglo XVIII. No obstante, hasta la actualidad hay algunos descendientes omaguas que se han integrado a otras culturas.

El choque con la cultura occidental a través de las expediciones que buscaban la ciudad de El Dorado es una de las causas de la desaparición de los omaguas, según Palacio Asensio relata en su libro.

La cosmovisión omagua

Los omaguas tenían un fuerte vínculo con lo espiritual y cada elemento de la naturaleza obtenía un significado potente dentro de la civilización. Por ejemplo, la tierra era considerada como “el espacio en donde surge la vida” y es “el seno de la madre tierra, el lugar arquetípico del descanso indefinido”, de acuerdo con Palacio Asensio. Por ello, lo femenino estaba ligado a la tierra.

Ilustración de una mujer omagua. (José Luis Palacios Asensio)
Ilustración de una mujer omagua. (José Luis Palacios Asensio)

El principio de vida para los omaguas era el agua. Este elemento era “fecundador inseparable de la tierra; semen y sangre para la madre-tierra; purifica, genera y regenera”. Su vida a las orillas de los ríos Amazonas, Negro y Napo fortalecieron la relación de los omaguas con el agua y la tierra. Ambos elementos se consideraban como generadores de la vida: “Tierra y Agua en total plenitud, sin predominio de una sobre la otra, en unidad inseparable, son el sustrato que determina la cosmovisión de este pueblo que vive en continuo diálogo con la naturaleza”, asegura el autor.

La cosmovisión de los omaguas se estudia desde las expresiones orales como las leyendas y cuentos; desde aquellos registros escritos como las crónicas de viajeros y misioneros; así como las expresiones plásticas como la forma de sus viviendas o sus cerámicas.

Las viviendas de los omaguas se construían de hojas de palma y tenía forma redonda. Su vida cotidiana sucedía en sus casas y en las actividades de pesca y caza. Se alimentaban de peces como el tambaquí, pirarucú, pirañas y anguilaso. También cazaban aves, monos, armadillos y lagartos. Para la recolección de frutos silvestres tejían canastas.

Su conexión con lo espiritual se reflejaba en los rituales. En estos los omaguas cantaban y bailaban. El chamán de la comunidad consumía una bebida sagrada para conectarse con los espíritus y tomaba el poder del jaguar y la anaconda con el propósito de proteger y ayudar a su comunidad.

Cerámica de persona omagua con rostro de luna. (Darío Herrera/MACCO)
Cerámica de persona omagua con rostro de luna. (Darío Herrera/MACCO)

Los ritos funerarios duraban varios días en su primera etapa y terminaban al cabo de un año con el entierro definitivo. Cuando un omagua moría había dos formas de entierro, según Palacio Asensio. En la primera se colocaba al difunto en posición fetal, para que recobrase lasa fuerzas de la Madre Tierra al adentrarse “en la noche cósmica y para ser así renovado”. En un segundo entierro, los omaguas colocaban sus huesos en una vasija decorada. Algunos aseguran que los cuerpos eran dejados a la intemperie para que los animales devoraran las partes blandas y así obtener los huesos. Lo cierto es que la vasija llevaba motivos relacionados a la fecundidad y al inicio de una nueva vida.

El autor Palacio Asensio asegura que, para los omaguas, la vasija simbolizaba el seno materno. Estos depósitos de cerámica eran elaboradas por mujeres. Cuando las mujeres morían, todas sus vasijas eran destruidas.

Las cerámicas llevaban decoraciones de caimanes, serpientes, rombos y triángulos como tributo a la fecundidad y cruces como símbolo del agua.

Esta civilización milenaria mostraba un alto grado de organización. Sus ritos, su arte guerrera y su curiosidad permitieron su gran expansión precolonial. Como lo ha definido Palacio Arsensio: “la cultura Omagua es un canto a la vida”.

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