Ante la inminente llegada de El Niño al Ecuador, las autoridades han elevado el nivel de alerta de amarilla a naranja. Esto significa que terminó la etapa de prevención e iniciará la de preparación para enfrentar las afectaciones del fenómeno climático. El impacto de El Niño coincidirá con la época lluviosa en Ecuador, donde no hay cuatro estaciones sino solo dos épocas: la seca y la de lluvias.
El ministro del Interior y presidente del Comité de Operaciones de Emergencia Nacional, Juan Zapata, explicó la decisión del cambio de alerta sucedió luego de un análisis del cumplimiento de criterios técnicos sobre las condiciones oceánicas y atmosféricas: “Lo que muestra una elevada posibilidad de ocurrencia del fenómeno para el presente trimestre”.
El Servicio de Gestión de Riesgos y Emergencias (SNGRE) funciona con cuatro niveles de alerta: blanco para condiciones normales, amarillo como alerta de llegada, naranja cuando el evento es inminente y roja cuando el evento está en curso.
En junio de este año, el gobierno presentó su plan de acción para la llegada de El Niño. En ese momento las previsiones oficiales indicaban que hay 80% de condiciones de que ese fenómeno afecte al país entre julio y agosto, aunque dicha probabilidad aumentaba al 94% para septiembre. Sin embargo, durante este mes, los técnicos han determinado que la probabilidad ha incrementado al 99%.
El plan de acción estima que más de 2.2 millones de personas serán afectadas por el fenómeno: más de 1.5 millones están expuestas a inundaciones y más de 742.000 se encuentran expuestas a movimientos en masa. Se prevé que 488 parroquias, pertenecientes a 143 cantones de 17 de las 24 provincias, se vean afectadas.
El fenómeno conocido como El Niño es un evento climático causado por el calentamiento del Océano Pacífico ecuatorial oriental. Ocurre de manera cíclica e irregular y representa la fase cálida del patrón climático del pacífico ecuatorial conocido como Oscilación del Niño del Sur (ENOS), mientras que su fase de enfriamiento se conoce como La Niña. El SNGRE ha indicado que los efectos del fenómeno se verán reflejados en el aumento de las lluvias, los cambios en la temperatura, la variación del clima, el incremento de oleajes en las costas y el incremento de derrumbes o deslizamientos.
Ecuador ha sido afectado por este evento climático en 1982 y 1997, lo que ha causado numerosas muertes, daños significativos en cultivos e infraestructura vial, así como pérdidas económicas millonarias. Las experiencias previas con el fenómeno han puesto en alerta a los productores. En julio, los bananeros de El Oro, la principal provincia exportadora de banano, advirtieron que por el fenómeno de El Niño se podrían perder 50.000 hectáreas de este producto.
Para informar a la ciudadanía sobre medidas de prevención, el SNGRE habilitó un portal dedicado al fenómeno de El Niño (https://alertasecuador.gob.ec/fenomeno_el_nino). En este se detalla la necesidad de que en las municipalidades se difundan los planes de emergencia, rutas de evacuación y cuáles son las zonas seguras para una evacuación. Otra de las medidas es mantener los vecindarios limpios y no arrojar basura que pueda taponar alcantarillas, sumideros o canales de desfogue. A esto se suma revisar la información oficial a través de los canales designados por el gobierno como las redes sociales de la Vicepresidencia de la República, Secretaría de Gestión de Riesgos, de la Secretaría General de Comunicación, del Instituto Nacional de Metereología e Hidrología, del Instituto Oceanográfico y Antártico de la Armada y en caso de emergencia llamar al 911.
Con la alerta naranja, los gobiernos autónomos descentralizados deberán intensificar las acciones que mitiguen el impacto de El Niño. Por ejemplo, las prefecturas deberán elaborar planes de respuestas considerando, entre otros, cómo se habilitarán las vías afectadas; cuáles serán los mecanismos de limpieza y remoción de lodo, escombros y palizadas; cómo funcionará la asistencia humanitaria; cuáles serán los medios para proteger la vida de las personas y de la producción en las provincias y cuáles serán los canales de comunicación.
En cambio los municipios deberán prepararse para la provisión de agua potable y saneamiento cuando el evento esté en curso; gestionarán las donaciones y los centros de acopio; habilitarán alojamientos temporales; brindarán soporte logístico al gobierno central; rehabilitarán los servicios básicos entre otros.