(Desde Montevideo, Uruguay) - Cuando termine el 2023, las estadísticas mostrarán que la cantidad de uruguayos que viajó a Argentina será histórica. Solo en el primer semestre del año, la cifra superó el récord anual y en la segunda mitad del año la tendencia no ha parado. Los visitantes aprovechan los fines de semana largos o las vacaciones para sacar ventaja de la diferencia cambiaria y comprar ropa, productos de farmacia o insumos para el auto. Otros también deciden hacerse cirugías estéticas del otro lado de la frontera.
Los uruguayos viajan por cirugías plásticas, o intervenciones oftalmológicas u odontológicas, unas áreas de alta demanda, y se han formado circuitos turísticos de salud en ciudades como Buenos Aires, Córdoba, Rosario, Salta, Mendoza y Bariloche, según informó el diario uruguayo El País. Algunas agencias se dedican a ofrecer paquetes de viaje con alojamientos y traslados.
El vicepresidente de la Cámara de Turismo Médico de Argentina, Pablo Paltrinieri, informó que en los últimos años “prácticamente se ha duplicado” la cantidad de pacientes extranjeros que viajan a Argentina a atenderse. Y los uruguayos no son la excepción.
El motivo central de los viajes de uruguayos se debe al “gran desarrollo de la calidad asistencial”, a la “competitividad” que les da la cotización del dólar y la “amplitud de la oferta”.
En el departamento de Salto (en el litoral uruguayo, limítrofe con Argentina) hay una “merma muy importante” de las consultas, principalmente de los procedimientos quirúrgicos, según la oftalmóloga Lizia Cacciavilini. Un ejemplo que mencionó es la cirugía de cataratas de ultrasonido, que no está cubierta por el Plan Integral de Atención de Salud en Uruguay, y que en Concordia se ofrece a un muy bajo costo.
“No es porque acá no haya profesionalismo. Es un tema económico. Cruzás, vas al súper y ya de paso… se lo toman como un comercio”, lamentó la médica.
En Punta del Este, en tanto, la empresa TC Servicios se dedica a coordinar el traslados de pacientes de toda la región a Argentina. Sus principales clientes son uruguayos, peruanos, ecuatorianos, bolivianos y paraguayos. Desde que se flexibilizaron los viajes tras la pandemia de covid-19, la empresa elaboró 541 presupuestos.
El encargado de TC Servicios, Pablo Montenegro, declaró a El País que la empresa no ha provisto traslados a pacientes que buscan una cirugía estética sino otras soluciones médicas que en su país de origen no encuentran. Como ejemplo, señaló que el Hospital Privado Universitario de Córdoba es donde se hacen más trasplantes de médula ósea en la región.
“Tenemos pacientes uruguayos que llegaron buscando soluciones para una cardiopatía congénita. Uruguay tiene muy buena medicina, pero el tamaño de su población no permite tener tanta casuística”, indicó el empresario.
Los riesgos
El crecimiento del turismo estético hacia Argentina puede tener graves consecuencias, en caso que los pacientes necesiten alguna atención al regreso al país, advierten especialistas uruguayos.
“Hay personas que lo que ven es solamente el precio y viajan a Argentina a hacerse determinados tratamientos. Nos ha pasado que, cuando abrieron las fronteras y con el cambio barato, viajaron muchos y ahora estamos recibiendo complicaciones, (haciendo) retoques de cirugías que se hicieron allá. Y todo por querer abaratar”, dijo el cirujano plástico uruguayo Gabriel Otormin entrevistado en agosto por el noticiero Telenoche de Canal 4.
El profesional ha tenido que atender con urgencia a pacientes que llegaron con infecciones, cicatrices, hematomas y necrosis (cuando los tejidos pierden vitalidad). “Esto genera complicaciones y secuelas cosméticas que son gravísimas y muy difíciles de reparar”, advirtió el profesional y aseguró que este tipo de consultas son “cada vez más frecuentes”.
Óscar Jacobo, integrante de la Cátedra de Cirugía Plástica del hospital universitario uruguayo, contó que algunos pacientes los consultan porque tienen complicaciones relacionadas a la operación y no les responde el médico argentino.
El uruguayo Ezequiel Ferrao fue uno de los que viajó a Argentina a operarse y tuvo problemas al regresar. Se hizo una operación en la nariz, pero a los 15 días notó que la intervención no había tenido el efecto que buscaba. Al consultar a la clínica, le dijeron que se habían olvidado de comentarle que se tenía que hacer un retoque. “Ese fue el primer encontronazo en el que pensé: ‘No sé si es tan seguro operarse en el país vecino’”, comentó.