El gobierno de Luis Arce acaba de establecer relaciones diplomáticas con la dictadura de Siria, lo que se suma a su cordial amistad con Irán, otro régimen terrorista, Rusia y China, además del castrochavismo caribeño.
Dentro del país, los narcos y mineros ilegales dan batallas a la policía y a los pueblos originarios, los narcovuelos invaden los cinco países vecinos, así como la corriente hormiga que lleva la droga a toda la región.
Aparte de las relaciones con regímenes terroristas de todo el mundo, Bolivia provoca angustias entre sus vecinos por su pésima política petrolera: Argentina y Paraguay buscan en estos días la forma de llenar el vacío que deja en sus países la declinante producción de gas boliviano que estuvieron comprando.
En el caso argentino, la angustia tiene que ver, además, con las conexiones íntimas que tiene el régimen boliviano con la dictadura de Irán, acusada de haber alentado un hecho de terrorismo en Buenos Aires en 1994, en la mutual judía.
El panorama se agrava con la feroz pelea que enfrenta a los seguidores de Luis Arce con los de Evo Morales, aspirantes a candidatos en las elecciones de 2025.
La pelea tiene paralizado el parlamento y dividida la justicia, cuando los jueces que obedecían ciegamente a Morales emigran ahora hacia los feudos de Arce. El procurador general, Wilfredo Chávez, acaba de ser despedido y reemplazado por un miembro del equipo de Arce.
Morales se empeña en hacer críticas al manejo económico del presidente que fue su ministro de economía durante trece años. Ahora lo acusa de ser el culpable de la crisis que afecta la producción de gas natural, pero recibe como respuesta que esta crisis se debe a que no hubo inversiones oportunas cuando él era presidente.
Otros seguidores de Evo Morales están alarmados por el descontrol en que ha caído el país. El secretario general de la Confederación de Campesinos, Humberto Claros, dice ahora: “El país está al borde del colapso”.
Es el primer masista que denuncia la existencia de un órgano judicial que dicta “fallos a la carta”, aunque la mayoría de ellos sean para complacer al cocalero Morales, que ha ordenado castigar a quienes osaron tomar el gobierno cuando él renunció y huyó del país en 2019.
La expresidente Jeanine Áñez está presa desde hace más de 900 días por haber sido la vicepresidente del senado ese año, y haber asumido la presidencia del país después de la fuga de Morales, que había ordenado a sus seguidores renunciar a sus cargos para frenar la sucesión constitucional para que el país quede paralizado.
El dirigente Claros dice que los “fallos a la carta” serán ahora para complacer a Luis Arce, pero no dijo nada sobre los fallos que siguen complaciendo al cocalero Morales y su insaciable afán de venganza.
El gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, está preso por haber propuesto en 2019 un texto de renuncia al cocalero Morales, aunque éste terminó por renunciar en un mensaje por televisión y radio, con un texto corto enviado al parlamento.
A pesar de eso, los jueces de Morales abrieron dos casos contra los “golpistas”, con lo que metieron en la cárcel a cinco generales de las Fuerzas Armadas en ejercicio y a 250 personas más usando la argucia legal de “detención preventiva”.
Por el momento, las Fuerzas Armadas están controladas por el MAS, que ha designado comandantes a los peores alumnos de la Escuela Militar, al revés de lo que manda el reglamento interno de los militares.
El Alto Mando así designado emitió a fines de agosto un comunicado en que pide disculpas a los cocaleros del Chapare por las versiones según las cuales sería militarizada la zona.
Una semana antes, el ministro de gobierno, Eduardo del Castillo, había informado que de las 1.800 fábricas de droga destruidas en los últimos dos años, 90% estaban en el Chapare, cerca de la casa de Evo Morales.
En lugar de actuar como manda la constitución y ocupar la zona, las Fuerzas Armadas decidieron pedir disculpas a los cocaleros y sus socios, pero además dijeron que garantizaban el “normal desarrollo” de todas las actividades económicas, sin percatarse de que estaban aludiendo, sobre todo, a actividades ilegales.