La larga sombra de los Hawker Hunter: del bombardeo a La Moneda al repudio en la Rolls Royce y la polémica que pervive en Chile

Los aviones británicos que participaron de la “Operación Silencio” el 11 de septiembre de 1973 se cobraron su primera víctima lejos del Palacio Presidencial, cometieron un absurdo error de cálculo y quedaron marcados para siempre

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El Palacio de La Moneda bajo fuego el 11 de septiembre de 1973
El Palacio de La Moneda bajo fuego el 11 de septiembre de 1973

(Desde Santiago, Chile) Propulsado por un motor Rolls Royce Avon 109 y con una velocidad máxima de 621 nudos (1.150 km/h), el Hawker Hunter fue un avión desarrollado originalmente para la fuerza aérea británica finales de los años 40, tras la Segunda Guerra, que prestó sus servicios al ejército indio en su guerra con Pakistán pero que no quedará en los anales militares por sus hazañas en combate. En cambio su imagen quedará para siempre asociada al bombardeo del Palacio de La Moneda el 11 de septiembre de 1973, el momento más cinematográfico del golpe de Estado en Chile del que se cumplen 50 años.

Historia negra

El infame itinerario de los ocho Hawker Hunter que participaron de la Operación Silencio, como se le llamó, comenzó el 18 de agosto de 1973, tres semanas antes del Golpe de Estado.

Un grupo de pilotos, más una delegación de mecánicos e instructores, se instalaron en la ciudad de Concepción, y establecieron su base en el aeropuerto Carriel Sur. A los curiosos que les preguntaban les decían que estaban allí para practicar tiro en un polígono aéreo ubicado en la ciudad de Linares, al sur de Santiago.

Así, evitando despegar desde la capital de Chile para prevenir cualquier intento de boicot, las aeronaves comenzaron su preparación para la misión que incluía tres objetivos en la capital chilena: atacar el Palacio La Moneda, la residencia del presidente Salvador Allende y las antenas de las radios Portales y Corporación, emisoras simpatizantes al primer gobierno socialista elegido democráticamente en el mundo.

Aunque nunca hubo información oficial sobre quiénes participaron de la operación, la investigación de Rodolfo Gárate, el documentalista que dirigió “Hawker Hunter: el ruido del silencio”, reveló que Mario López Tobar, cuyo nombre de combate era Libra, fue el comandante del Grupo 7 de la Fuerza Aérea de Chile, como líder de la escuadra que completó la operación después de hacer cinco pasadas disparando cohetes y balas sobre La Moneda. El resto de los pilotos individualizados en esta investigación salen de cruces de datos, fechas e itinerarios.

El 11 de septiembre de 1973, cuatro primeros Hawker Hunter despegaron a eso de las 6 AM desde Concepción con rumbo a Santiago, casi 500 kilómetros de distancia al norte. La misión era coordinada por el capitán Enrique Fernández Cortés, quien reveló luego que esa misma mañana se les indicó a los pilotos cuáles eran los blancos a bombardear. Dos de los aviones se dirigieron hacia el norte de Santiago y otros dos hacia el sur, donde debían destruir las antenas de las dos radios leales al gobierno de Allende.

Los Hawker Hunter británicos participaron de la guerra indio-pakistaní en los años 70 (Getty)
Los Hawker Hunter británicos participaron de la guerra indio-pakistaní en los años 70 (Getty)

En la comuna de La Florida, en el sur de la capital chilena, estaba la repetidora de Radio Corporación. Los vecinos sintieron el traqueteo de las balas disparadas por los aviones.

“Salgo pa’ afuera y veo un avión, y siento un estallido”, recuerda Gustavo Peralta en el documental. “Nos acercamos a mirar las antenas y efectivamente estaban en el suelo”, añadió.

De lo poco que se sabe, el piloto que confesó haber disparado a esa antena fue Mario López Tobar.

La primera víctima

Cerca del lugar en que se emplazaba la antena, en la población San Gregorio, a 1,9 kilómetros del primer blanco, las balas de las aviones que la derribaron también alcanzó la casa de la familia Fuentealba Rodríguez. Un cohete hizo volar el techo de la casa, y las esquirlas hirieron gravemente a Jeannette Fuentealba, la más pequeña del clan, y a su hermano Humberto.

“Recuerdo haber estado sentado en la cama con mi hermana”, relató Humberto en el documental. “Después nos pusimos a saltar en la cama y sentimos un ruido como que algo venía… voló el techo, mi hermana saltó debajo de la cama con la espalda llena de sangre. A mí me corría la sangre por la frente, lloraba. Tenía el hombro abierto, y nos llevaron al hospital”, relató. Jeannette falleció al poco rato como consecuencia de las heridas. Oficialmente, es la primera víctima del Golpe.

El velorio de Jeannette Fuentealba, en cuya casa cayó un cohete de uno de los Hawker Hunter encargados de voltear las antenas de emisoras de radio simpatizantes de Allende.
El velorio de Jeannette Fuentealba, en cuya casa cayó un cohete de uno de los Hawker Hunter encargados de voltear las antenas de emisoras de radio simpatizantes de Allende.

A esa hora, ya se preparaba la siguiente operación: atacar desde el aire el Palacio La Moneda, en el centro de Santiago; y la residencia particular de Salvador Allende, en la comuna de Las Condes, sector oriente de Santiago.

Poco antes del mediodía del 11 de septiembre de 1973, una serie de comunicaciones radiales dieron el visto bueno para el ataque. “Déjense de labores dilatorias, y de mujeres y de jeep… ¡Yo voy a atacar de inmediato, cambio y terminado!”, dice el general Gustavo Leigh, comandante en jefe de la Fuerza Aérea de Chile, audio que también quedó registrado para la posteridad.

La orden de Leigh se cumplió en el acto y una segunda misión despegó desde Concepción.

El hospital FACH

El ataque a la residencia de Salvador Allende, ubicada en la comuna de Las Condes, pudo haber terminado peor de lo que fue. Por esas ironías de la vida, el bombardeo de uno de los Hawker Hunter alcanzó al mismo Hospital de la Fuerza Aérea, ubicado a poco más de un kilómetro de distancia de la casa del presidente.

“¡Envíe bomberos al hospital FACH!”, dice en otra comunicación radial el general Leigh.

Por fortuna, no hubo bajas y, como mucho, los enfermeros debieron trasladar de un pabellón a otro a los pacientes hospitalizados. Si la muerte de Jeannette Fuentealba fue la primera baja del Golpe, lo del hospital FACH resultó ser el primer fallo mayúsculo.

Eso sí, la dictadura se encargó de borrar todo registro audiovisual de ese ataque. El piloto al que los compañeros achacaron ese error era un teniente llamado Roberto Urrutiager.

Minutos después, a las 11.56 horas del 11 de septiembre de 1973, comenzó el bombardeo al palacio presidencial. Fueron cinco pasadas letales. Horas después Salvador Allende se suicidó.

Quién disparó

El documental de Rodolfo Gárate logró reconstruir la lista de los pilotos que participaron en las dos misiones y sus historias posteriores.

Por ejemplo, Urrutiager falleció seis meses después del Golpe tras estrellar su Hawker Hunter contra el que piloteaba el teniente Joaquín Berríos, quien también era parte del grupo que se asentó en Concepción antes del 11 de septiembre. También se mencionó como parte de ese grupo a Fernando Rojas Vender, quien posteriormente fue comandante en jefe de la Fuerza Aérea, entre 1995 y 1999.

Escarbando en los archivos judiciales, se sabe, por confesión de Mario López Tobar, que uno de los pilotos que disparó a La Moneda fue el teniente Enrique Montealegre, y el otro fue uno que no recordaba pero “que se retiró en 1974″.

Eso sí, los únicos pilotos que figuran como retirados en 1974 fueron Urrutiager y Berríos, los que se estrellaron. Para todos los registros, después de su muerte ambos fueron pasados a retiro.

López Tobar también reconoció que fue él quien disparó a la antena de Radio Corporación y a la casa de la familia Fuentealba.

El general Leigh, por su parte, contó que su hijo, Gustavo Leigh Yates, formaba parte de la misión que se asentó en Concepción a preparar el bombardeo. Nadie sabe si fue uno de los que participó de la operación.

Reconstrucción de La Moneda

El bombardeo dejó inhabitable La Moneda, que debió estar cerrada cerca de un año mientras se realizaban labores de reconstrucción tras el golpe de Estado. La techumbre del palacio en esa época era de madera, por lo que los cohetes de los aviones pasaron hacia el primer piso sin resistencia. Algunos ni siquiera detonaron y quedaron enterrados en el patio.

Así quedó el interior de La Moneda tras el ataque aéreo.
Así quedó el interior de La Moneda tras el ataque aéreo.

Historia de un boicot

El Hawker Hunter es protagonista involuntario de una herida que aún sigue abierta en Chile y que tuvo antagonistas inesperados.

Los obreros que laboraban en los talleres de Rolls Royce, en East Killbridge, Escocia, realizaron un insólito boicot contra la Fuerza Aérea de Chile. Entre 1974 y 1978, con la venia del sindicato y haciendo enojar a la empresa, se negaron a reparar y hacerles mantención a los motores de los Hawker Hunter que la institución enviaba periódicamente. Los marcaron y los dejaron que se oxidaran en un patio de la empresa.

En su momento, la controversia fue incluso noticia en los medios locales. “No podía apoyar algo que ayudase a ese tipo de gobierno”, dijo el trabajador que lideró esta acción. Su testimonio, y el de varios otros compañeros de la Rolls Royce está registrado en el documental “¡Nae pasarán!” que se puede ver en plataformas como YouTube. Pero esta historia sí tiene un final feliz: una vez que la democracia volvió a Chile, el gobierno condecoró con la Orden Bernardo O’Higgins a tres de los cuatro obreros que lideraron la negativa a trabajar en los motores de los aviones chilenos.

De acuerdo al documental "El ruido del sielencio", este Hawker Hunter exhibido en la base de la Fuerza Aérea de Chile en Cerrillos es uno de los que atacó La Moneda el 11 de spetiembre de 1973  (captura documental  “Hawker Hunter, El ruido del Silencio”)
De acuerdo al documental "El ruido del sielencio", este Hawker Hunter exhibido en la base de la Fuerza Aérea de Chile en Cerrillos es uno de los que atacó La Moneda el 11 de spetiembre de 1973 (captura documental “Hawker Hunter, El ruido del Silencio”)

Los últimos ejemplares que quedaban de este modelo -retirado de los cielos chilenos en 1995- seguían siendo piezas decorativas ubicadas a las entradas de las distintas bases aéreas del país. Pero este año, antes de conmemorar los 50 años del Golpe de Estado, la Fuerza Aérea de Chile, quizás para no exponerlos como blancos de ataques por su historial oscuro, los fue retirando uno por uno. Eso sí, aún quedan tres en exhibición: en la base El Tepual, en Puerto Montt; en la Academia de Guerra, en Santiago; y en Cerrillos, también en la capital, la antigua base del ex Grupo 7.

Ese último sigue generando suspicacias. Un documental exhibido por la televisión pública chilena hace pocos días, “Hawker Hunter: el ruido del silencio”, reveló que ese mismo avión, matrícula 731, que se encuentra en Cerrillos, habría sido uno de los dos que bombardearon el palacio de gobierno.

La Fuerza Aérea de Chile, a través de un comunicado, explicó que para 1973, la flota de Hawker Hunter utilizaba la letra “J” antes del número identificador. Y que, de acuerdo a sus archivos, la aeronave que tenía la matrícula J-731 fue recibida por la institución en septiembre del 73′ en el Reino Unido. Fue embarcado y enviado a Chile vía marítima, recalando en Valparaíso recién mayo del año siguiente. “No obstante lo anterior, se ha ordenado instruir una investigación tendiente a complementar los antecedentes de esta aeronave”, afirmaron en la institución.

Esta revelación no hizo más que echarle más pelos a la sopa de un Chile dividido. La diputada comunista Karol Cariola calificó este asunto como “una provocación”. Mientras que el diputado republicano Luis Sánchez dijo que “en otros países quemaban libros en las calles para esconder ideas y aspectos de la historia que resultaban incómodas. El pasado se compone de cosas buenas o malas”. En Chile, precisamente, los que quemaron libros fueron los militares golpistas. El diputado de la UDI Henry Leal agregó que no veía “en qué puede afectar esto o dañar la convivencia. Me imagino que son los mismos aviones que estuvieron el año 78 a punto de ir a la guerra con Argentina, son elementos históricos”. Lo cierto es que nadie recuerda a los Hawker Hunter

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