Brasil pretende volver a financiar al régimen cubano. Así lo afirmó, en una detallada entrevista al diario brasileño O Globo, Celso Amorim, principal asesor del presidente Lula en política exterior. “Creo que podemos invertir en Cuba, incluso en asociación con otros países. Brasil ha financiado a Cuba varias veces y siempre ha cobrado. Cuba solo dejó de pagar cuando cambió el Gobierno (con Bolsonaro) y las relaciones empezaron a deteriorarse. Hoy existe el problema de la deuda. Tenemos que encontrar una solución que, por supuesto, tiene que ser correcta, legal, absolutamente correcta, pero que puede ser una renegociación, como es normal, como hacen todos los países”, dijo Amorim.
Cuba debe 520 millones de dólares a Brasil y en realidad ha dejado de pagar no por Bolsonaro, sino por la grave crisis económica en la que se ha sumido. No es casualidad que también haya dejado de pagar a Rusia y Argentina, a los que debe 2.816 millones de dólares.
Fuentes cercanas a Itamaraty revelaron a Infobae que en el viaje de Lula a Cuba, el primero a la isla en su tercer mandato, el 16 de septiembre, también se abordará el tema de la renegociación de la deuda. El préstamo que el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Brasil (BNDES) otorgó a través de la constructora Odebrecht para construir el Puerto de Mariel en Cuba ascendió a 641 millones de dólares y fue concedido a través de cinco convenios firmados entre 2009 y 2013, que incluían un plazo de 25 años para que el gobierno cubano pagara la deuda. Fueron precisamente las condiciones del préstamo las que causaron polémica en aquella época. La duración, que normalmente es de 12 años, más que redobló. Otras anomalías fueron el hecho de que la garantía cubriera el 100% de los riesgos - mientras que la cobertura reglamentaria es del 95% - y que la contragarantía incluyera depósitos en una cuenta nacional en Cuba y no en una cuenta en el extranjero, como es habitual. Además, las condiciones del préstamo para la construcción del puerto eran muy favorables para Cuba, con intereses muy bajos, del 4,44% al 6,91% anual. En aquel momento, muchos analistas percibieron el acuerdo más como un juego de intereses entre dos gobiernos ideológicamente similares que como un beneficio económico real para Brasil.
Amorim, que se anticipó a la visita de Lula en agosto y se reunió con el Presidente Miguel Díaz-Canel en La Habana, acusa al embargo estadounidense por la crisis en la isla. “Pude ver por mí mismo las dificultades. Los cubanos son un pueblo estoico, porque por ejemplo hay escasez de alimentos”, dijo; y añadió: “Queremos integrar a Cuba en la comunidad latinoamericana y caribeña. Cuba no puede estar excluida, aislada. Y esto no sólo va en interés del pueblo cubano, que es el que más sufre, sino de toda la región, que es un punto de inestabilidad constante. Y la estabilidad no se consigue con el aislamiento ni con una política de sanciones. Al contrario, es necesario organizar el país de forma razonable, para que cada cual decida qué régimen quiere tener”.
Ante una crisis alimentaria sin precedentes, similar al “Periodo Especial” que vivió Cuba después de la caída del Muro de Berlín en 1989 y el colapso de la Unión Soviética, Brasil quiere poner de su parte. “No sé si es posible donar alimentos y si eso solucionaría el problema - afirmó Amorim - sería más útil que pudiéramos dar financiación. También están muy interesados en diversificar la producción y la energía. Dependen mucho del fuel importado para todo. Y esto afecta a la vida diaria del país que tiene muchos apagones”.
Aunque La Habana se queja del embargo que llama impropriamente de “bloqueo”, hay que subrayar que eso excluye tanto los alimentos como los medicamentos. Además, Cuba suele comprar productos agrícolas, alimentos y otras materias primas en Estados Unidos. Desde diciembre de 2001, el régimen ha importado de EEUU más de 7.000 millones de dólares en alimentos y productos agrícolas. Las exportaciones desde EEUU de estos productos están autorizadas y no requieren licencia del Tesoro estadounidense ni del Departamento de Comercio. Desde que en 2021 el Gobierno cubano permitió a las pequeñas y medianas empresas importar productos del extranjero, cada vez son más las compañías privadas que compran sus suministros en EEUU. Una decisión que ha creado una brecha aún mayor en la población ya que los precios importados por estas empresas privadas cubanas a menudo dirigidas por militares o gente del gobierno son elevados para la mayoría de la población que vive con salarios y pensiones estatales de 8 dólares al mes. “Además”, según la profesora de Historia de Cuba en la Universidad de Florida, Lillian Guerra, “contrariamente a lo que dice el gobierno cubano, el problema no es el embargo. El Estado dice que no tiene recursos pero ha invertido y sigue invirtiendo en la construcción de hoteles e instalaciones turísticas”.
No es casualidad que el gigante sudamericano también se haya lanzado a este boom hotelero, con la construcción de un lujoso resort de una cadena brasileña ya presente también en Portugal, que abrirá sus puertas en octubre en Cayo Coco, una de las zonas más bellas de Cuba. A pesar de la grave crisis económica que vive la isla desde hace tiempo, el régimen invierte en la construcción de hoteles, también en asociación con cadenas hoteleras extranjeras, que para operar deben pasar por el GAESA, el Grupo de Administración de Empresas, un opaco conglomerado multisectorial en manos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) que controla más de medio centenar de empresas, entre ellas casi todas las del sector turístico. GAESA, que no rinde cuentas ni al Ministerio de Turismo ni al Parlamento y no divulga sus cuentas, controla gran parte de los hoteles e ingresos del turismo. Su influencia económica en Cuba es enorme: algunos expertos creen que controla más del 50% del Producto Interior Bruto (PIB). Es probable que en los próximos meses se anuncien más proyectos de este tipo, ya que la Agencia Brasileña de Promoción del Comercio y la Inversión (Apex) se encuentra estos días en La Habana en una misión para reactivar el comercio entre ambas naciones. Para el presidente de Apex, Jorge Viana, “no tiene sentido que Brasil le dé la espalda a los países de Centroamérica y el Caribe, incluida Cuba, lo que venimos haciendo desde hace cuatro años, ya que somos el cuarto proveedor de la isla, ocupando el 8,5% del mercado, por detrás sólo de España (24%), China (12,1%) y Estados Unidos, con el 10,9% de las importaciones del país. El año pasado, el volumen exportado desde Brasil fue algo más de la mitad del exportado en 2012″.
El 30 de agosto, en una reunión en Brasilia entre representantes del Ministerio de Agricultura y Ganadería del Gobierno de Lula con el viceprimer ministro cubano, Jorge Luis Tapia, y el embajador cubano en Brasil, Adolfo Curbelo, se habló de una nueva cooperación tecnológica entre ambos países en producción de semillas y biotecnología. La “colaboración sostenible”, como la denominó el ministerio brasileño, incluye también “la producción de alimentos para el mercado cubano”, pero no se dieron detalles. Muchos se preguntan si Brasil podría servir para una triangulación alimentaria entre Cuba y China. Gracias a un acuerdo entre el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), el Consorcio del Nordeste, la Universidad Agrícola de China y la Asociación China de Fabricantes de Maquinaria Agrícola, Pekín enviará 25 máquinas agrícolas a Brasil. El objetivo real, según fuentes del MST, es el establecimiento de fábricas chinas en el país latinoamericano para la producción de maquinaria industrial y probablemente un control de la producción agrícola en el Nordeste. No es casualidad que, al mismo tiempo, el gobierno de Xi Jinping enviara en julio a Brasil una delegación de 14 miembros de la Universidad Agrícola de China para conocer los detalles de la agricultura nordestina. Sin embargo, el posible endeudamiento del sector agrícola familiar con China podría convertirlo en proveedor, a su pesar y bajo las condiciones de Pekín, de países cruciales en el plan geopolítico chino, como Cuba.
En cuanto a las relaciones agrícolas directas entre Brasil y Cuba, la leche podría ser uno de los productos clave en las negociaciones comerciales. La principal región de abastecimiento de leche de Cuba, Diego de Àvila, tiene un déficit de 4,5 millones de litros de leche en su producción anual. El petróleo también puede ser central en los próximos meses en el comercio con Brasil, a través de la triangulación del petróleo ruso, que Brasil está recibiendo en mayores cantidades que en el pasado. Venezuela, uno de los principales proveedores de Cuba durante años, también ha reducido drásticamente las exportaciones a la isla, con una caída total del 38%. Entre los principales factores se encuentran el estado ruinoso de la infraestructura petrolera venezolana y la falta de capital de la compañía estatal PDVSA, además de las averías en las plantas, muchas de ellas financiadas por Pekín y Moscú. Irán también podría participar en la cadena de ayuda petrolera a Cuba, ya sea a través de Venezuela o de Brasil, donde se espera una importante delegación comercial de Teherán a finales de mes En Venezuela, en junio, el presidente de PDVSA y ministro de Petróleo, Pedro Tellechea, firmó un memorando de entendimiento con su homólogo iraní, Javad Owji, para “aumentar la cooperación petroquímica entre ambas naciones”.
Sin duda, estos temas serán centrales en el viaje de Lula a Cuba el 16 de septiembre. El presidente brasileño asistirá a la cumbre del G77, presidida por Díaz-Canel. Fundado en 1964, el grupo se creó tras la primera sesión de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, celebrada en Ginebra. Hoy, el grupo cuenta con 134 naciones. Nacido con el objetivo de unir las voces de los países del llamado Sur Global, que buscaban el ascenso financiero, se ha convertido en un bloque ideológico al que pertenecen muchos gobiernos no democráticos. Para la ambigüedad estratégica de Lula, esta visita será por tanto una prueba de fuego, ya que Elena Larrinaga, presidenta del Partido Demócrata Cristiano de Cuba (PDCC), ha enviado una carta abierta al ex presidente uruguayo José Mujica, en la que también menciona a Lula, para que “promuevan” una apertura del régimen cubano en relación con el tema de los presos políticos, que hoy son más que mil.