(Desde Montevideo, Uruguay) - A más de tres años y medio de detectados los primeros casos de covid-19 y después varios meses de restricciones en los encuentros sociales para evitar el contagio del virus, distintos estudios comienzan a mostrar el impacto que el confinamiento tuvo en la salud mental. Antes de la pandemia, por ejemplo, se estimaba que solo uno de cada seis adultos sufría algún tipo de trastorno como la depresión, una relación que creció un 25%.
Los adolescentes fueron una población particularmente afectada por estas restricciones en la vida social. Una encuesta realizada a esta población en Uruguay concluye que creció la cantidad de jóvenes que se sienten “tristes o desesperados” en relación a los números que había en la pre pandemia.
En 2018, el 8,6% de los adolescentes entre 12 y 15 años se sentía “tan triste o desesperado” que dejaron de “hacer sus actividades cotidianas”. Esa cifra creció hasta el 23,4% al preguntarle a los mismos jóvenes en 2022, cuando tenían entre 16 y 19 años, según la información preliminar de la Encuesta Nacional de Adolescencia y Juventud difundida por El País.
Los datos dan cuenta de un mayor deterioro en el bienestar psicosocial de los jóvenes respecto a cuatro años atrás. El Ministerio de Desarrollo Social (Mides) de Uruguay viene haciendo este trabajo de forma ininterrumpida desde hace 15 años, a través del Instituto Nacional de la Juventud.
Entre el 8,6% que aseguró sentirse de esa manera en 2018, casi la mitad dijo estar igual mientras que la otra mitad aseguró que ya no se sentían así. Esto significa que el 19% de los adolescentes que no sentía tristeza en 2018 aseguró padecerla en 2022.
El 69% de las personas que declararon sentirse así son mujeres y más de la mitad (51%) son personas de un nivel socioeconómico bajó. El 41% pertenecen a sectores sociales medios y el 7,3% a la clase alta.
Las cifras “deben movilizar” a la sociedad y “no pueden pasar desapercibidas”, declaró a El País el ministro de Desarrollo Social, Martín Lema. La tendencia de crecimiento en los jóvenes que se sienten “tristes o desesperados” venía creciendo desde 2013, pero la pandemia “impactó negativamente en la salud mental” y profundizó aún más esta situación, sostuvo el jerarca del gobierno uruguayo.
La respuesta del gobierno a este problema estará brindada en un plan de salud mental que elevó al Parlamento en el proyecto de Rendición de Cuentas, que ya fue aprobado por Diputados y ahora se discute en la Cámara de Senadores. El gobierno destinará USD 20 millones a este proyecto, que también incluye el tratamiento de adicciones.
El Poder Ejecutivo tiene prevista la creación de siete centros de inclusión y de salud mental para los jóvenes, con los que se buscará captar de forma temprana posibles problemas para poder prevenirlos.
Lema declaró que el dinero que obtendría el Mides si se aprueba la propuesta se destinará a “fortalecer” uno de los programas de la secretaría de Estado llamado “Ni silencio, ni tabú. Hablemos de salud mental”, que desarrolla en conjunto a Unicef. La propuesta trata sobre talleres y capacitaciones a jóvenes de entre 14 y 24 años.
Otro de los ejes del plan a estudio del Parlamento consiste en el aumento de las herramientas para “detectar” las situaciones de desesperación o tristeza, lo que se pretende lograr con el fortalecimiento del personal de educación formal y no formal.
Un tercer eje implica aumentar las investigaciones en salud mental para contar con más evidencia y mediciones “más frecuentes” para tomar las decisiones.
Otro de los puntos es el trabajo en red con otras instituciones, para coordinar y ordenar los esfuerzos de los distintos organismos.
Está previsto que estos programas reciban un total de 35.700 jóvenes al año.