(Desde Santiago, Chile) La parrilla, explicó Michelle Bachelet, “era una forma de tortura en que a la gente la amarraban a una especie de parrilla, un catre metálico, y le aplicaban electricidad en distintas partes del cuerpo. Y le tiraban agua para que fuera más fuerte la conducción… escuchábamos cuando a la gente la ponían en la parrilla”.
Así pasaban los días dentro de la Villa Grimaldi, uno de los tantos centros de tortura que tenía la dictadura, y en el que la ex presidenta de Chile debió pasar 10 días del terror antes de que la trasladaran a otro centro, Cuatro Álamos.
A 48 años de que a Bachelet la detuvieran dos agentes de la temida DINA, la Dirección de Inteligencia Nacional, y la llevaran al centro de detención, la ex mandataria chilena volvió al lugar para recordar el horror de esos días. Todo, para conceder una entrevista a 24 Horas en el marco de la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado en Chile.
Según recordó, estaban almorzando un día de febrero de 1975 en el departamento que compartía con su madre, Ángela Jeria, cuando llegaron los agentes. Uno le dijo a la madre que sabían que ayudaba al MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), y que debían llevarla detenida.
“Por otro lado, suena el teléfono y era mi pareja, que era el jefe del Partido Socialista. Teníamos una clave para decirle que estaba en problemas, que era algo así como fulanita va a Dinamarca, que era muy obvio… nos metieron en un auto, nos pusieron la venda y nos trajeron acá”, recordó.
Michelle Bachelet rememoró que, en su caso, “hubo maltratos, hubo abusos, pero no me parrillaron”.
El amigo de su padre
Aunque Bachelet estaba dentro del mismo centro de detención y torturas que su madre, una no sabía de la otra. Incluso las dejaban salir un par de veces al día al baño, pero siempre vendadas. “En un momento nos dejaron lavar ropa en un baño y a mi mamá la llevaron al mismo baño, y reconoció una camisa mía. Está viva, dijo”, recordó.
La visita hizo que Michelle Bachelet rememorara otras situaciones que, pese a que están dentro de lo que uno podría considerar que pasa en las dictaduras, no dejan de ser sorprendentes.
“Mi tío era el director de la DGAC (Dirección de Aeronáutica Civil), tenía incluso un grado mayor que el general Leigh (el representante de la Fuerza Aérea en la Junta Militar), a quien llamó para pedir que nos liberaran… El general Leigh nos conocía, y era amigo de mi padre de toda la vida. Habían hecho el servicio militar juntos. Lo sorprendente fue cómo pasamos de vivir juntos en los mismos barrios, compartir en las mismas bases aéreas a ser enemigos. Y que, por lo tanto, podías ser torturado… Esto no puede volver a pasar nunca más en el país”, reflexionó la ex presidenta, quien también se acordó de cosas curiosas que sucedían en la Villa Grimaldi.
“Un día estuve tres o cuatro horas en un interrogatorio muy largo, con venda. Al final, el interrogador me dice ´usted está en quinto de medicina… mi hija quiere estudiar medicina, ¿qué consejo le daría?´ Fue curioso, pero igual me animé a darle consejos”, dijo.
Eso, hasta que llegó el día en que la liberaron. Fue gracias a que un día llegó al lugar Manuel Contreras, el Mamo, el temido director de la DINA. “Esta no es nadie, la pueden liberar”, dijo. Y así fue, aunque su madre siguió detenida.
Así, también dijo que cuando la volvió a ver fue en el aeropuerto, antes de partir al exilio. “Un día me llama el subsecretario de Aviación. Me dijo que a mi mamá la iban a expulsar del país y me pregunta si yo también quería ser expulsada. Le dije que no, muchas gracias, pero que igual me iba con mi mamá… fue muy emocionante encontrarse con ella”.
El horror
Al final, la ex presidenta de Chile y otrora Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos dijo que es necesario que le gente sepa lo que pasó “para que nos cuidemos como sociedad, hay que aprender de las lecciones del pasado… Hay gente que dice que es lo mismo la democracia que la dictadura y otros que Pinochet ha sido el mejor gobernante. Yo digo, qué horror. Además de polarizado, hay negación y justificación de lo que pasó. Tu puedes pensar sobre política lo que quieras, pero en esto hay ciertos límites. Uno de estos límites es la verdad y la memoria histórica. Si no tenemos memoria histórica, estamos condenado a repetirlo”.
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