(Desde Santiago, Chile) Desde la tarde del martes, Susana Herrera no es más embajadora de Chile ante el Reino Unido.
Arquitecta de profesión, del nombramiento de Herrera había sido estado sujeto a objeciones por no tener experiencia diplomática previa. Y su cargo estaba en el limbo desde el fin de semana.
Según reveló el diario La Tercera, Herrera, quien también es diseñadora de muebles de madera, había elaborado un proyecto para la restauración de territorios afectados por los incendios forestales del verano pasado, el que está basado en economía circular e infraestructura de madera en la Región del Biobío. La propuesta incluía la construcción de un mercado de maderas en la localidad de Santa Juana, una de las más afectadas por los siniestros.
El problema es que la ahora ex embajadora, sin avisarle a nadie, envió una carta al gobernador del Biobío, Rodrigo Díaz, para darle a conocer la iniciativa, que dijo que estaba siendo trabajada en colaboración de la Circular Bioeconomy Alliance, fundación creada por el rey Carlos III, y el estudio de arquitectura Zaha Hadid.
En la misiva, además, Susana Herrera explicó que el proyecto podía marcar un hito en la relación entre nuestros países y, “por esta razón, me permito solicitar su apoyo directo en la búsqueda de financiamiento necesario para hacer realidad esta gran oportunidad para nuestra región”.
El proyecto, de nombre Living Lab Biobío, había sido diseñado por ella junto al biólogo marino y consultor ambiental Alberto Fuentes Larenas, y tenía un valor total cercano a los 5 millones de dólares. Y aunque la embajadora tuvo una reunión con el gobernador Rodrigo Díaz, el apoyo financiero no se materializó de ninguna manera. No está de más decir que el Gobierno Regional del Biobío es objeto de fuertes cuestionamientos por la entrega de fondos a organizaciones.
El problema es que, más allá de lo bueno que pudiese ser el proyecto, la solicitud de apoyo financiero que hizo la ex embajadora se saltó todos los conductos regulares que se siguen en estos casos. Ese mismo día que Herrera tuvo la reunión, se comunicó con el embajador Francisco Gormaz, jefe de la Dirección de Asuntos de Europa de la Cancillería, quien la instó a detener la promoción del proyecto y la consecución de fondos.
Clima laboral complejo
La embajadora estaba en Chile cuando este asunto escaló, por lo que el lunes la subsecretaria de Relaciones Exteriores, Gloria de la Fuente, la citó a una reunión. Ayer, la Cancillería finalmente confirmó su renuncia.
“La embajadora de Chile ante el Reino Unido, Susana Herrera, ha presentado su renuncia voluntaria al Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, la que ha sido aceptada. La Cancillería agradece el trabajo de Susana Herrera. La misión en Reino Unido seguirá funcionando con total normalidad, de acuerdo a las normas vigentes, y quedará temporalmente a cargo del encargado de Negocios”.
Según el diario Las Últimas Noticias, la renuncia esconde otro trasfondo.
Invitado a la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, el canciller Alberto Van Klaveren reconoció que “nuestra embajada en Londres tenía un clima laboral complejo. Había ya un llamado a nuestra atención con una serie de situaciones laborales que suscitaron el inicio de un sumario de carácter administrativo, que no está concluido”.
El diputado Tomás de Rementería, integrante de la Comisión de Relaciones Exteriores, confirmó al diario que “efectivamente, hay un sumario en curso y por eso no podemos entregar información, pero sí el clima laboral estaba complicado. Pude conversar con algunos funcionarios que se comunicaron anónimamente conmigo y me contaban que había situaciones de maltrato laboral que eran bastante complicadas”.
“No diría que me excedí”
Susana Herrera ofreció una entrevista a CNN Chile, donde afirmó que “más que un clima laboral malo que hubiese en la embajada, porque éramos un grupo pequeño que trabajábamos con mucha fuerza para llevar a cabo los proyectos, sí había un proceso llevado adelante por el Ministerio de Relaciones Exteriores de una solicitud de flexibilidad laboral de una de las empleadas, y eso, obviamente, en el proceso de solicitud de si se podía o no, iba generando un poco de tensión con una empleada. Lo que se le estaba solicitando es que se incorporara al trabajo y que cumpliera los horarios de su contrato”. Van Klaveren había dicho que la embajadora se había excedido en las competencias al llevar a cabo ese convenio. “Yo no diría que me excedí a lo que me correspondía hacer. Uno, como embajadora, tiene un rol de fortalecer las relaciones bilaterales entre ambos países y esto puede ser en el ámbito de las relaciones políticas, económicas y culturales”.
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