(Washington, Estados Unidos) Joe Biden y Lula Da Silva tienen muchos puntos en común. Ambos se consideran progresistas, tienen larga experiencia en el poder, presiden sus países luego de dos líderes de derecha que tensaron la democracia y comparten una agenda ambiental.
Pero también tienen diferencias en temas importantes. La más relevante hoy en día es la postura de Lula sobre la invasión rusa a Ucrania. Pero también las posiciones del presidente de Brasil sobre el dictador Nicolás Maduro y otros regímenes autoritarios de izquierda en la región. Además, Lula considera a China un aliado en muchos asuntos y a la vez tiene una mirada multipolar del mundo, lo que implica reducir el poder estadounidense en muchos aspectos.
Pese a todas esas diferencias, y porque también tienen intereses que pueden alinearse en temas como la energía, alimentos o desforestación, Biden se ha mostrado muy cercano a Lula en los ocho meses que ambos comparten el poder en sus países.
Cuando Biden asumió la presidencia de EEUU en 2021 la relación con Brasil empezó fría, según describió con esas mismas palabras el entonces presidente Jair Bolsonaro. Las diferencias ideológicas y políticas, más el acercamiento profundo que Bolsonaro había tenido con Trump lo alejaron de Biden.
En una cumbre del 2021, el entonces presidente de Brasil se sintió ignorado por Biden. “Lo conocí en el G20 y pasó como si yo no existiera, pero así trataba a todos. Puede ser la edad, no sé”, dijo Bolsonaro tiempo después. “Con Trump las cosas iban muy bien. Habíamos acordado muchas cosas para hacer aquí en Brasil”, dijo agregó.
En la Cumbre de las Américas que organizó en Los Ángeles al año siguiente, Estados Unidos hizo todos los esfuerzos por sumar a Brasil, luego de que se bajaran otros países de la región en protesta porque Venezuela y Cuba no fueron invitados. Bolsonaro se reunió con Biden, pero el presidente estadounidense fue bastante frío en las palabras públicas.
Ganó Lula y todo cambió
Este año, apenas asumió Lula la presidencia de Brasil todo cambió. Pocos días después del asalto a las instituciones por seguidores de Bolsonaro en Brasilia, Biden recibió al flamante presidente brasileño en la Casa Blanca con todas las pompas.
Poco tiempo después, algunos gestos de Lula molestaron en Washington. “Cuando se reunieron en febrero prometieron trabajar juntos en el fortalecimiento de la democracia, los derechos humanos y el medio ambiente. Parecía un paso positivo en la relación. Pero la decisión de Lula de China, donde recibió un cálido abrazo del presidente Xi, junto con su defensa de un acuerdo negociado para la guerra en Ucrania, irritó a la Casa Blanca y despertó a algunos críticos aquí en Washington”, reseñó el director del programa American Statecraft en el Carnegie Endowment for International Peace, durante un evento organizado este jueves.
Brasil de la mano de Lula intentó ponerse en un rol de juez para ayudar a resolver la paz en Ucrania, pero realizó varias declaraciones que lo posicionaron más cerca de Rusia que de una posición negociadora, dado que puso a ambas naciones en un pie de igualdad cuando lo que hubo fue una invasión rusa. Además dio a entender durante su viaje a China que EEUU estaba fomentando las hostilidades.
“Estos comentarios han puesto en peligro la imparcialidad y la capacidad de Lula para actuar como mediador”, sostuvo Bruna Santos, directora del Brazil Institute del Wilson Center de Washington.
A la vez, Lula también hizo una defensa de los dictadores de Venezuela, Nicolás Maduro y de Nicaragua, Daniel Ortega, viejos amigos del exsindicalista brasileño. Esas posturas tampoco fueron vistas con buenos ojos en Washington.
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Según Santos, los asesores de Lula trataron de minimizar todos esos pasos dados por el presidente para que no entorpezcan las negociaciones en temas ambientales, donde Brasil tiene en Estados Unidos un aliado.
Esta semana Biden tuvo otro gesto que demostró que más allá de las diferencias quiere explotar los puntos en común con Lula. Durante media hora, ambos presidente hablaron por teléfono este miércoles y discutieron asuntos en los que están de acuerdo y otros en los que no.
Según informó la Casa Blanca, “hablaron extensamente sobre la cooperación sobre el clima y los preparativos para la COP28″. Biden solicitó al Congreso de EEUU US$500 millones para apoyar el Fondo Amazonía y destacó eso como un esfuerzo “para ayudar a movilizar hasta $1 mil millones para apoyar la restauración de tierras degradadas en Brasil y la región amazónica a través de la Corporación Financiera de Desarrollo Internacional de EEUU”, destacó la Casa Blanca.
También informó que Biden “aplaudió el liderazgo regional y global de Brasil en materia climática” y sus planes para “combatir la deforestación y abordar las desigualdades sociales y económicas”.
Entre los temas que hablaron y que no hay tanto acuerdo, EEUU destacó que “se comprometieron a mantener una comunicación activa sobre la situación en Venezuela y Haití”.
Un aliado y un potencial obstáculo a la vez
Para Biden, Lula puede ser un “aliado” en algunos temas y un “potencial obstáculo” en otros, pero con sus gestos demuestra que quiere una relación profunda con él, sostiene Margaret Myers, directora del programa sobre Asia y América Latina del Diálogo Interamericano.
“Brasil es un país que inevitablemente tiene algún impacto en EEUU. Es un socio económico importante y una fuente principal de acceso América Latina”, dijo Myers, quien destacó en el evento que es también un ejemplo de cómo la democracia funciona en la región.
“Para los funcionarios en Washington, mi sensación es que Brasil es visto a través de múltiples lentes. Por un lado como un actor crítico y socio potencial. Especialmente en la lucha contra el cambio climático y la defensa de los valores democráticos. Pero también es un obstáculo potencialmente importante para los esfuerzos de EEUU para defender el orden internacional, por ejemplo, especialmente en lo que respecta a Rusia y Ucrania”, agregó la especialista.
Como el país más grande de América Latina, Brasil siempre ha sido prioridad en las relaciones exteriores de Estados Unidos, porque puede ser un socio que coopere o también alguien que le tranque algunos asuntos en su “patrio trasero”.
Para Matias Spektor, un experto en geopolítica afiliado al Carnegie Endowment for International Peace, Estados Unidos puede tener tres tipos de relaciones con Brasil. Una de ellas es ignorarlo, como sucedió en algún momento. Otra es tratar de involucrarlo para que lo acompañe y se comprometa en sus políticas, como lo intentaron Barack Obama y Donald Trump, en diferentes sentidos. Y entiende Spektor que es también lo que está intentando Biden desde que asumió Lula.
“Eso nunca funcionó realmente”, dijo Spektor. Y cuando no funciona la idea de alinarlos y comprometerlos en un mismo camino, la respuesta es volver a ignorar a Brasil, agregó.
Por eso el especialista entiende que la mejor opción para EEUU es la tercera: “Manejar la relación con pleno conocimiento de que no habrá alineación”. No la habrá, asegura el experto, porque si bien Estados Unidos puede ser un aliado en muchas cosas también puede ser una fuente de amenaza.
“Es natural que Brasil diga que no” a alinearse totalmente porque eso implicaría enajenar la relación con Rusia o China. La unipolaridad desde los años 90 y la primera mitad de la década de 2000 “no fue un buen negocio para Brasil, ni tampoco lo fue la bipolaridad durante la Guerra Fría”, agregó Spektor.
Por eso la sugerencia que hace el experto a EEUU es reconocer que Brasil nunca se alineará totalmente con los Estados Unidos y que por eso es importante buscar espacios en los que sí puedan trabajar juntos.
Los temas que sí y los temas que no
En ese sentido hay temas en los que las administraciones de Biden y Lula ya muestran intenciones de trabajar juntos, otras en los que hay diferencias pero tal vez se puedan abrir oportunidades y algunos espacios en los que seguro no habrá ningún alineamiento.
En esa última lista ingresan los vínculos con Rusia y China. Es impensable que Brasil reduzca sus vínculos con el régimen de Xi Jinping. Tanto por motivos económicos como por intereses políticos internos. Incluso cuando Bolsonaro intentó hacerlo tuvo resistencias de sus aliados en el Congreso, recordó Spektor.
“Brasil se volverá más enredado y más interdependiente con China”, dijo el experto, aunque consideró que si las relaciones entre Estados Unidos y China se mantienen relativamente tranquilas esto no deberá ser un problema para el vínculo con Brasil. Por el contrario, si se tensan más las relaciones entre Washington y Beijing, allí sí habrá problemas.
Entre los temas intermedios, en los que hay diferencias pero por diversos motivos podrían encontrar intereses comunes está lo que sucede en Venezuela. Las declaraciones de Lula defendiendo al régimen y la posterior invitación al dictador Maduro a Brasilia cayeron muy mal en algunos círculos de Washington.
Pero ante las posibilidades de un deshielo que ha mostrado el gobierno de Biden en el vínculo con Venezuela podría encontrar en Lula un aliado para intermediar.
Por último están los temas donde sí hay intereses comunes de cooperación. Tal como quedó claro en la llamada telefónica de este miércoles, en el rumbo adoptado por Lula para encarar los desafíos del Amazonas tiene un aliado en Biden. En temas del cambio climático hay también un rumbo compartido, de la misma manera que lo podría haber en asuntos como la energía y la alimentación.
Sudamérica podría jugar un rol importante, con Brasil a la cabeza, en ser la región que aporte más recursos para alimentar al planeta en los próximos años y ese tema ya está en la agenda bilateral.
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