Basta darse una vuelta por internet para encontrar los cientos de archivos, registros periodísticos en que Ennio Mangiola, presidente de la Asociación Gremial de Armerías, se refería a la legislación por tenencia de armas, advertía sobre el aumento en el tráfico y solicitaba penas mayores para quienes armaran a delincuentes.
Como su fuese una ironía del destino, Mangiola está detenido en prisión preventiva y acusado de tráfico de armas.
Héctor Barros, jefe de la Fiscalía Metropolitana Sur, explicó en Cabal 13, que Mangiola “recibía de parte de una tercera persona fusiles que eran vendidos por él en el mercado informal”.
Los hechos de la acusación dan cuenta que se utilizó un agente encubierto, quien estableció que uno de los tres imputados, Gustavo Vera, “ofrecía y comercializaba armas de fuego en la vía pública” en la comuna de La Pintana en Santiago. Y que quien proveía de estas armas era, justamente, Ennio Mangiola, que en su local del centro de la capital chilena, aparte de vender armas autorizadas, vendía otra clase de armas.
Aquí entra el tercer imputado: Sergio Bezanilla. La acusación sostiene que este individuo fabricaba las armas a partir de diversas piezas, las que eran vendidas por Mangiola.
Un allanamiento a la casa de Gustavo Vera permitió que en su domicilio se encontrara un fusil Juggernaut modelo JT-15 con un cargador calibre 5.56. El arma no tenía número de serie.
El fiscal Francisco Carrasco dijo en la audiencia de formalización de cargos que cuando entraron los policías a su hogar, Vera trató de esconder el fusil en el techo de su casa. También hallaron 400 cartuchos Magtech calibre .40, 300 cartuchos marca Águila de 9 mm. 100 cartuchos calibre .380, 50 más de .357 y otras municiones más. El acusado dijo que ese fusil se lo había entregado Enniio Mangiola, a cuya tienda, la reconocida Armería Mangiola, posteriormente concurrió la PDI.
En la armería los efectivos de la Policía de Investigaciones encontraron varias armas que no tenían registro ni la autorización correspondiente: un revolver Smith & Wesson calibre .22LR, un pistolón Rexio calibre 14, una pistola Walther 9 mm., y luego en su departamento se encontró otro fusil de asalto Juggernaut JT-10 calibre .308, que además tenía un trípode. También se incautó una cantidad nada despreciable de munición de distinto tipo.
De acuerdo a la investigación, Mangiola era un intermediario. Compraba las armas que le entregaba Bezanilla y se las vendía a Gustavo Vera, quien las comercializaba y distribuía entre distintas bandas criminales de la zona sur de Santiago.
Declaraciones cruzadas
En la audiencia de formalización de cargos por el delito de tráfico ilícito de armas prohibidas se leyeron las declaraciones de los tres acusados.
Según consigna el diario Las Últimas Noticias, Mangiola confesó que hace dos semanas, Bezanilla, de quien dice ser amigo, “me ofreció dos fusiles y me pidió 8.300 dólares por ambos. Yo respondí que me dejara buscar a alguien para venderlos. En ese tenor, Gustavo Vera me ubicó preguntándome por la venta de esos fusiles”.
Contó que luego de recibir los fusiles, se comunicó con Vera y le entregó el arma que luego le incautaron en su casa, el que estaba tratando de esconder en el techo.
Bezanilla, en cambio, dijo que era coleccionista de armas y que Mangiola se había comunicado con él “para solicitarme dos fusiles, uno de ellos marca Juggernaut, por un monto de 8.300 dólares. Lo acepté de manera inmediata”.
Y Gustavo Vera, dijo que Mangiola le hizo entrega de un arma y municiones “para que las vendiera a unas personas que no conozco, que viven en el sector sur de la capital. Vengo realizando esta conducta hace tiempo, Mangiola me pasaba armamentos y coordinaba por WhatsApp el día y la hora para buscarlas en la armería”.
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