(Desde Montevideo, Uruguay) - “¡Ducha Solidaria!”. Un pizarrón colocado en la parroquia Santa Bernardita, en el barrio Malvín, al sureste de Montevideo, ofrece a quienes no tienen hogar o viven a la intemperie un baño para que puedan ducharse, afeitarse o lavarse los dientes. “Solo atendemos su indignidad con amor cristiano”, dice el mensaje que colocaron en 2019 afuera de esa iglesia.
Con el paso del tiempo, los religiosos y voluntarios del templo católico formaron un vínculo “cercano y afectuoso” con quienes frecuentan la parroquia para utilizar las duchas, contó el párroco Omar França, en una entrevista a MVD Noticias de Tv Ciudad.
Hace dos meses y medio, uno de los hombres que llegó a usar el baño estaba herido: tenía el brazo fracturado. Cuando en la iglesia le preguntaron qué le pasó, conocieron por primera vez un relato que se repetiría en las semanas siguientes.
“Estaba durmiendo en una parada a altas horas de la noche, cuando vinieron unos tipos y me apalearon con un palo de béisbol”, les respondió el hombre, según el relato del sacerdote. Al principio, los religiosos dudaron de esa historia. “¿Será verdad o no?”, se preguntaban.
Los días siguientes, los integrantes de la iglesia consultaron a otros hombres si habían escuchado algún cuento similar.
—Sí, claro. Son los antipasta —les respondían.
—¿Y qué hacen?
—Nos encuentran dormidos y con un palo de béisbol o cadenas nos agreden. O disparamos o nos apalean —les contaban, según el relato del cura.
El martes de mañana se enteraron de otro caso parecido. Un hombre que hacía días que no visitaba la parroquia volvió a ducharse y França le consultó qué hizo durante el tiempo que estuvo ausente.
El hombre le respondió que había estado internado durante cuatro días en un hospital público y le mostró un corte que tenía en el cuero cabelludo. Le había pasado lo mismo que al resto: los “antipasta” lo golpearon en la calle.
“Ese es el nombre que ellos le dan a este grupo. A veces vienen en camionetas. Hoy, por ejemplo, iban en una camioneta blanca con cuatro individuos, pero, según otra de las versiones de ellos mismos, andan también en dos coches y son ocho. Se ve que varía según los días y los lugares”, dijo França.
Con este último relato, el sacerdote se convenció de que tenía que denunciar el caso ante la Policía. El cura estuvo durante dos horas en la seccional. “Se lo tomaron muy en serio y creo que lo quieren investigar. Consideran que es un hecho grave, de mucha importancia”, sostuvo el párroco.
Otros voluntarios de la iglesia también denunciaron el caso. En diálogo con La Diaria, França definió a los “antipasta” como una “especie de brigada violenta”.
El sacerdote dijo que las personas que viven en la calle no quieren denunciar ante la policía ya que “no les creen” porque, les dicen, “son venganzas entre ellos”. Pero las versiones que recabó en la parroquia “son muy uniformes”. “La forma de llevar a cabo esta fechoría violentísima es siempre la misma”, indicó.
“Creo que lamentablemente están llegando estas brigadas acá a Uruguay y esto tenemos que darlo a conocer o ponerlo en evidencia. No podemos permanecer indiferentes a esta grave situación. (Hay que) hacer que la Policía investigue si es así esto que estoy denunciando”, dijo França en un audio que circuló.
En el invierno de 2020 hubo un antecedente similar, pero en la Ciudad Vieja, el barrio histórico de Montevideo, y en otros lugares céntricos de la capital uruguaya. Un grupo de jóvenes que circulaba en autos nuevos bajaba para golpear a personas que vivían en la calle.
Los agresores tenían bates de béisbol y golpeaban a los que fumaban pasta base, según una nota que El País publicó en ese momento. Los cuidacoches de la zona llamaban a ese grupo “brigada antipasta”.
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