El punto más alto de la violencia relacionada con el narco se registró durante el 2022. El año pasado, Ecuador alcanzó una tasa de homicidios de 25,9 por cada 100 mil habitantes. No obstante, durante el primer semestre del 2023, la violencia que enfrenta el país ha incrementado casi en un 60 % con respecto al 2022. Un reciente estudio sobre la situación del narcotráfico en el país indica que no solo incrementaron las cifras respecto a las muertes violentas, sino también las modalidades y formas de ejecutarlas.
Según la Policía, las alianzas de las bandas locales con cárteles y mafias extranjeras han incidido en la cultura criminal local. En Ecuador operan tres grupos criminales transnacionales: los cárteles mexicanos de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, así como la mafia de los Balcanes.
La evolución de las muertes violentas desde el 2019 demuestran el considerable incremento. En el 2019, la tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes era de 6.9. En 2020, este indicador se situó en 7.8. Para el 2021, la tasa era de 13.9, el doble con relación a los últimos dos años. El aumento de la tasa coincidió con el inicio de las masacres carcelarias, que en 24 meses dejaron más de 400 reos asesinados. Finalmente, en el 2022, el indicador casi volvió a duplicarse y se colocó en 25.6. Para el 2023, se prevé que esa tasa continúe en aumento y llegue a 40 homicidios por cada 100.000 habitantes. Esto convertiría a Ecuador en el país más violento de la región.
Estos escenarios violentos, caracterizados por sicariatos y exhibición de cadáveres, están relacionados con la evolución de Ecuador con respecto a su importancia en el tráfico de drogas. De acuerdo con la investigación policial, “Ecuador pasó de ser un país de tránsito de alcaloide a convertirse en una de las principales plataformas de almacenamiento y tráfico de drogas de Latinoamérica”.
El país ya ha sido identificado como el “principal hub logístico para la cocaína que va a Europa y al resto del mundo“, según un informe de la Oficina de Asuntos Internacionales de Narcóticos de Estados Unidos. Asimismo, el Departamento de Estado estadounidense ya había identificado a Ecuador como un país atractivo al narcotráfico por las rutas para el envío de la droga a los países norteamericanos y europeos.
“Esta incidencia atrajo a miembros de organizaciones extranjeras a establecer sus zonas de operaciones en territorio ecuatoriano, generando alianzas estratégicas con grupos locales quienes por la pugna del poder de las economías ilícitas han instituido una cultura de violencia, reflejando en los modos operacionales y disputas entre organizaciones locales”, indica el estudio de la Policía.
Las provincias del litoral ecuatoriano son las más afectadas por la violencia. Según las estadísticas de la Dirección Nacional Antinarcóticos, las muertes violentas en Guayaquil, por ejemplo, pasaron de 489 en 2021, a 1.106 en 2022.
Los datos policiales, también indican que el arma de fuego fue el medio empleado en la ejecución de homicidios (84%), seguido del arma blanca con el 10 % y el arma contundente con el 4%. Además, 7 de cada 10 muertes violentas sucedieron en lugares públicos. La mayoría de víctimas fueron hombres (4.378). Solo se registraron, en 2022, 411 mujeres asesinadas en estos actos: “El tipo de violencia corresponde el 80,54 % a la violencia criminal, el 19,29 % a la violencia interpersonal y el 0.17 % a la violencia sociopolítica, registrando que la temporalidad para el cometimiento de estos delitos corresponde principalmente en la noche y tarde”, se lee en el informe.
Las provincias de la frontera norte de Ecuador: Esmeraldas, Carchi y Sucumbios también han experimentado el incremento de los actos violentos. En el 2022, Esmeraldas tuvo una tasa de 63,03 muertes por cada 100.000 habitantes. Para la Policía, la situación de esta provincia: “manifiesta problemas sociales como la desigualdad social con niveles elevados de pobreza, lo que se agrava debido a su ubicación geográfica la cual tiene frontera terrestre y marítima con los enclaves productivos de Nariño y Putumayo que concentran el 62% de la producción de coca de Colombia”.
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