(Washington, Estados Unidos) Las remesas que los exiliados nicaragüenses que escaparon de la dictadura de Daniel Ortega envían a sus familias para aliviar la crisis que se vive en el país se han transformado sin quererlo e indirectamente en un respiro económico para el régimen.
En 2022 las remesas implicaron un 20% de Producto Interno Bruto (PIB) de Nicaragua, según datos publicados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Pero en lo que va de 2023 los envíos de dinero desde el exterior a Nicaragua no paran de crecer. Según el último informe del Banco Central de Nicaragua, emitido a finales del mes pasado con datos de mayo, hubo un crecimiento de 60,8% respecto a los primeros cinco meses del 2022.
El economista nicaragüense exiliado en Costa Rica, Enrique Sáenz, lo explica de una manera didáctica: “De cada cinco tortillas que se produjeron en 2022, una tortilla fue resultado del trabajo de los nicaragüenses en el exterior”. “Si las cosas siguen como están, este año las remesas van a superar los USD 4.000 millones. (Las remesas) en vez de representar una tortilla, probablemente van a representar dos tortillas”, agregó el economista.
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Solo en mayo de este año los nicaragüenses en el exterior enviaron USD 426 millones, un 60,2% más que el mismo mes de 2022. Si se suman los primeros cinco meses de este año, el envío de remesas fue de USD 1.820 millones.
Si se miran los números de años anteriores se ve que el crecimiento es más profundo. En los primeros cinco meses de 2022 habían enviado USD 821 millones. Y en el mismo período de 2021 las remesas fueron por USD 535 millones.
Según los datos procesados por el BID, en 2022 Nicaragua tuvo una tasa de crecimiento en las remesas del 50%, la más alta por lejos de toda América Latina. El resto de los países tuvieron como máximo un crecimiento del 30%, como es el caso de Argentina, pero con una incidencia mínima en el PIB (0,2%). En Nicaragua el porcentaje del PIB que implicaron las remesas en 2022 fue del 20%, el más alto luego de Honduras (28,4%) y El Salvador (24,2%).
La mayor parte del dinero llega desde Estados Unidos
El dictador Daniel Ortega tiene un fuerte discurso anti imperialista. Acusa a Estados Unidos de todos los males que tiene el país y a finales del mes pasado hizo un reclamo ante Naciones Unidos para que el gobierno de Joe Biden le pague USD 12.000 millones por los “daños” causados por la potencia norteamericana al financiar la guerra civil de los años 80.
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Sin embargo es desde Estados Unidos de donde llega la mayor parte de las remesas que envían los nicaraguenses exiliados. En mayo llegaron a Nicaragua USD 356,7 millones, el 83,7% del total del dinero enviado desde el exterior. Fueron USD 54,2 millones más que el mes anterior y USD 154,8 millones más que el mismo mes del año anterior. Entre 2021 y 2023 las remesas de nicaraguenses desde Estados Unidos se triplicaron: en mayo de hace dos años se habían enviado USD 118,2 millones por parte de nicaraguenses en el país norteamericano.
“Mientras Ortega se llena la boca hablando del imperialismo, por centenares de miles los nicaraguenses han salido hacia el imperio. Y 8 de cada 10 dólares que entran por remesas a Nicaragua provienen del imperio”, dijo Sáenz a Infobae.
“Jamás se refiere a que la principal fuente que sustenta la economía del país y la economía de las familias proviene de Estados Unidos. Se llena la boca hablando de Irán, de Rusia y de China, desde donde no viene un peso en materia de remesas”, sostuvo el economista.
El éxodo nicaraguense
Las cifras de las remesas van de la mano de las cifras de la migración. El 2022 fue el año del éxodo: un 4,9% de la población de Nicaragua abandonó el país en ese año según cifras recopiladas por Confidencial en base a cifras oficiales de los países receptores.
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Solo a Estados Unidos entre enero y noviembre de 2022 llegaron entre enero y noviembre de 2022 181.566 exiliados nicaragüenses según cifras de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos. Se trata de un aumento de 52 veces con respecto al 2020.
“Para Nicaragua, que tiene una población de menos de siete millones, la salida de tantas personas ha demostrado ser una grave fuga de cerebros, que priva al país no solo de líderes de la política, sino también del ambiente intelectual, artístico y académico. Su crisis política cada vez más profunda ha afectado todos los ámbitos de la vida, y aquellos con la capacidad de huir han sido de los más rápidos en irse”, escribió el profesor de la Universidad de Arizona, en un artículo para el Migration Policy Institute de Washington.
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