El flujo de militares chinos en visita oficial a Brasil no parece detenerse. Esta vez le ha tocado el turno a la Marina del gigante de Sudamérica, que ayer recibió con todos los honores a altos mandos de la Fuerza Naval de Pekín. A principios de junio la visita de una delegación de 18 militares de la Universidad Nacional de Defensa de China, encabezada por el general Zheng He para participar en conferencias sobre los programas estratégicos del Ejército brasileño, había causado mucha preocupación en la prensa nacional. Si bien es cierto que desde el gobierno de Dilma Rousseff, miembros de las fuerzas armadas brasileñas asisten a cursos y eventos con sus colegas chinos, viajes que en la mayoría de los casos son pagados por el gobierno de Xi Jinping, las relaciones de China con el bloque occidental en general, liderado por Estados Unidos, se han vuelto más tensas en los últimos meses, no sólo por la cuestión de Taiwán y el conflicto en Ucrania, sino también por la cuestión de los derechos humanos en el Tíbet y con los musulmanes uigures. Tampoco faltan las acusaciones de espionaje contra China, que utiliza todos los canales, empezando por los militares.
El gobierno brasileño, sin embargo, no parece preocupado. Las declaraciones del Presidente Luiz Inácio Lula da Silva sobre la política exterior de Brasil son favorables a un mundo multipolar en el que China desempeñe un papel importante, hasta el punto de que durante su visita a Pekín se firmaron varios acuerdos sobre seguridad, incluida la militar. Sin embargo, un durísimo artículo publicado por el sitio web chino sohu.com bastó para desmentir la relación recíproca entre ambos países, tan ensalzada durante la visita de Lula a Xi Jinping. El sitio, conocido por gestionar los contenidos de la web oficial de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, publicó una lista de los peores ejércitos del mundo en su opinión, y criticó ampliamente al brasileño. “Se puede decir que Brasil juega muy bien al fútbol”, reza el artículo, “sin embargo, Brasil no es muy bueno en cosas como pelear guerras. En la Segunda Guerra Mundial, Brasil luchó una vez con los Estados Unidos, pero lo que sorprendió a la gente fue que la disciplina del ejército brasileño era muy baja y había grandes problemas con su forma”.
A pesar de las críticas que las fuerzas armadas han recibido en China, la Marina brasileña, según el diario Folha de São Paulo, quiere sin embargo aprovechar la visita de la fuerza naval china para pedirle ayuda para solucionar a un problema que desde mucho tiempo azota al país Se trata de la pesca ilegal china en aguas latinoamericanas, una lacra que afecta no sólo a Brasil, sino también a Argentina, Ecuador y Chile. Sin embargo, diversos informes internacionales, entre ellos uno del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) de Washington, han denunciado reiteradamente cómo los barcos chinos involucrados en la pesca ilegal no sólo pescan, sino que representan una fuerza naval opaca utilizada directamente por el gobierno de Pekín.
Se trata de una verdadera milicia marítima que ha sido descrita por los expertos como “una flota de buques aparentemente dedicados a la pesca comercial, pero que en realidad operan junto a las fuerzas de seguridad y militares chinas para lograr objetivos políticos, a menudo en aguas disputadas”. No es sorprendente que en agosto de 2022, como reveló Associated Press, un buque de artillería de la Guardia Costera estadounidense entrara en conflicto directo con embarcaciones chinas cerca de las islas Galápagos, en aguas ecuatorianas. Cuando el buque estadounidense se acercó a una flota de varios centenares de barcos chinos de pesca de calamares, tres de ellos se apartaron mientras que uno viró agresivamente 90 grados hacia el barco estadounidense, que hizo todo lo posible por evitar ser embestido.
Las aguas de Brasil también han sido objetivo de barcos chinos que cuando entran en aguas brasileñas, como hacen en todas partes, normalmente apagan sus radares para no ser interceptados. Aunque Pekín ha declarado en repetidas ocasiones que tiene “tolerancia cero” con la pesca ilegal, acusando a los países que realizan inspecciones a bordo, especialmente a Estados Unidos, de no respetar las normas internacionales, la realidad se ha vuelto dramática en los últimos años para toda la costa atlántica, en la que Brasil se extiende 4,4 mil km. Unos 400 barcos chinos cada año entran en las aguas y saquean el océano pescando atunes, tiburones, marisco de todo tipo, casi siempre con la técnica del “arrastre”, prohibida en muchas zonas del mundo y en la propia China. Este método consiste en utilizar grandes redes con cadenas, que descienden hasta el fondo del mar y capturan todo lo que encuentran, independientemente de la especie. La situación se ha vuelto tan difícil para Brasil que la incertidumbre sobre la concesión del puerto de Itajaí, en el estado de Santa Catarina, al sur del país, ha creado una interminable polémica durante meses debido a la amenaza de la inversión china.
No sólo la dilación del gobierno en decidir cuándo licitar la concesión de 35 años ha paralizado de hecho el movimiento de carga durante meses, sino que la noticia revelada por el Maritime Herald de que China había puesto sus ojos en el puerto de Itajaí ya a finales de 2021 ha provocado el pánico entre los pescadores de la región. Según el Maritime Herald, una empresa que representa los intereses chinos en 2021 puso sobre la mesa del gobernador de Rio Grande do Sul una propuesta similar a la realizada a Uruguay, que preveía inversiones iniciales de 30 millones de dólares. Para los chinos la costa de Rio Grande do Sul es una base ideal para la expansión de la actividad pesquera. En el borrador del proyecto, según informa la prensa brasileña, habría cero restricciones, permisos para todo y cifras impresionantes, como la construcción de una flota de 400 arrastreros. Decisivo en los próximos meses será el resultado de quién gane la licitación y las decisiones que se tomen para la reorganización del puerto.
Hay que recordar que China saquea los recursos marinos de otros, sin importarle los daños medioambientales y sociales, para alimentar a su propia población, que consume una media de 65 millones de toneladas de pescado al año, cerca del 45% del volumen mundial. Por eso posee la mayor flota pesquera del mundo, con casi 3.000 buques declarados. Sin embargo, según el Overseas Development Institute de Londres, los buques que participan en operaciones marítimas en el extranjero son muchos más, unos 17.000. Al menos 100 de ellos y unos 1800 marineros, según informa Radio Free Asia, responden directamente a la Milicia Marítima del Ejército Chino (PAFMM en inglés). Carl Schuster, ex director de operaciones del Centro Conjunto de Inteligencia del Mando del Pacífico de EE.UU., declaró a la CNN que estas embarcaciones están equipadas con armas automáticas y cascos reforzados y pueden alcanzar una velocidad máxima de unos 22 nudos, cerca de 41 Km horarios, superior a la del 90% de los pesqueros del mundo.
Además, los barcos están equipados con sistemas de navegación por satélite BeiDou para independizarse del GPS y hacerse así invisibles a las autoridades locales. Una investigación de Radio Free Asia descubrió que muchos de los barcos pertenecen a la empresa estatal Sansha City Fisheries Development Co, Ltd., que gestionó proyectos gubernamentales con datos clasificados de seguridad nacional. Las PAFMM pueden utilizarse para rastrear buques extranjeros y aeronaves estadounidenses, así como para vigilar las costas de los países que forman parte de la Iniciativa china “Belt and Road” (BRI, también conocida como “Un cinturón, una ruta”). Cabe destacar que Brasil alberga en la ciudad de Fortaleza el segundo mayor centro de cables submarinos del mundo (12 cables), con conexiones a Estados Unidos (incluidos los cables Monet en Boca Ratón, Florida), África y Europa. Los cables submarinos de Brasil conectan la infraestructura de Internet del país con redes de todo el mundo. En un momento en que América Latina se ha convertido en el escenario de una nueva guerra fría que enfrenta a Estados Unidos y sus aliados, por un lado, y al bloque multipolar, que hace referencia a China, Rusia y Irán por otro, los cables submarinos pueden convertirse en objetivo de sabotaje. Cabe recordar que el pasado mes de febrero un pesquero chino cortó uno de los dos cables submarinos de Internet que conectan las islas Matsu con Taiwán. Seis días después, un barco no identificado cortó el segundo cable, dejando a los 14.000 residentes de Matsu aislados del mundo exterior.
Por último, el testimonio ante el Congreso estadounidense en marzo de 2023 de Vanda Felbab-Brown, de la Brooking Institution de Washington, señaló otro problema muy grave para América Latina. “Parece haber una creciente implicación de buques pesqueros chinos en el tráfico de drogas, que se suma al extenso problema de los cargueros de Pekín que transportan mercancías de contrabando, como drogas y sus precursores, y fauna y flora silvestres”, afirmó Felbab-Brown. Brasil, aunque no es un país productor de cocaína, es un centro crucial para el tráfico hacia Europa, pero también hacia Estados Unidos. Con la reciente introducción del fentanilo en el mercado brasileño, la flota pesquera china podría proporcionar la tapadera ideal, como ya ha ocurrido en Estados Unidos, para hacer llegar precursores del opioide sintético a los narcotraficantes brasileños, eludiendo todas las prohibiciones que les ha impuesto recientemente la agencia nacional de control sanitario (ANVISA).
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