Entre el ministerio de Educación y el palacio La Moneda, en pleno centro de Santiago, hay una distancia aproximada de dos cuadras y poco más. Por lo tanto, cada vez que el ministro Marco Antonio Ávila debe trasladarse hasta la casa de Gobierno, lo hace caminando.
El miércoles, relata el diario La Tercera, mientras Ávila cubría ese trayecto, hubo un par de situaciones que hicieron que su equipo de escoltas del Departamento de Protección de Personas Importantes, popularmente conocidos como “los PPI”, reaccionara redoblando la seguridad en los trayectos del ministro.
Cuando el encargado de Educación cruzaba la calle, fue insultado por un hombre que transitaba en bicicleta. Y un poco más allá, se cruzó con un piquete del “Team patriota”, un grupo de ultra derecha que se desplazaban por el centro de la capital tras manifestarse en contra de la instalación del nuevo Consejo Constitucional. Ahí repasaron al ministro con insultos de grueso calibre, la mayoría de corte homofóbico.
Ambos episodios hicieron que personal de Carabineros, encargados de la seguridad de los personeros de Gobierno, conversaran con el ministro la posibilidad de reforzar la seguridad durante los trayectos. Eso, cuenta la publicación, no tendría que ver con aumentar el contingente sino con depurar la coordinación durante las salidas a terreno y activar planes de contingencia territoriales hacia donde se desplace el ministro.
Todo esto se venía analizando desde hace un par de semanas. Resulta que Marco Antonio Ávila ha estado en el ojo del huracán por varias situaciones.
Hace cosa de una semana se anunció que la derecha estaba reuniendo antecedentes para presentar una acusación constitucional que busca su destitución.
Esto, después de que acusaran al ministerio, y en especial al ministro, de tener una agenda ideológica para impulsar la implementación de Ley de Educación Sexual Integral (ESI), un plan que data de 2017 y que busca dar coherencia a programas para terminar con la discriminación y reconocer la diversidad.
Desde la derecha han surgido voces opositoras, como desde la de la Agrupación de Padres y Madres por la Verdad, quienes se han manifestado para “defender el derecho y deber preferente de los padres a educar a nuestros hijos”.
El diputado de la Unión Demócrata Independiente (UDI) Sergio Bobadilla, conocido por sus filosos mensajes en redes sociales, dijo en un punto de prensa que “entendemos la inclinación sexual que puede tener el ministro, pero lo que no entendemos es que su inclinación la ponga como prioridad en los temas educacionales en nuestro país”.
La diputada Camila Flores, de Renovación Nacional, agregó que Ávila “realmente tiene una obsesión con meter a las aulas de clases la hipersexualización de los niños, cuando es algo que le corresponde a los padres de educar”.
Todo esto, también, ha levantado un montón de amenazas y hostigamiento de anónimos que abundan en redes sociales.
Marco Antonio Ávila es el primer profesor abiertamente homosexual que está a cargo del ministerio de Educación y, consultado por su orientación sexual, se defendió. “Me parece un despropósito. Yo estoy aquí primero como jefe de la cartera y como político para impulsar no una agenda personal”, dijo.
El último episodio que azuzó los ánimos contra el ministro es de esta semana y sucedió en una escuela de Talcahuano. Niños de 10 años denunciaron haber sido vejados en un operativo médico. El diputado Bobadilla reaccionó en su cuenta de Twitter: “Es muy grave: Ministro de Educación renuncie por dignidad!!! A los niños de quinto les tocaron sus partes íntimas sin el consentimiento y sin pedir autorización a los padres. Pedófilos?”.