Los detalles del encuentro entre Lula da Silva y Maduro: acordaron compartir información de inteligencia

Los mandatarios firmaron una Declaración Conjunta que aborda el intercambio de informantes entre los dos países

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El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, antes de la cumbre con presidentes de Sudamérica en Brasilia el 29 de mayo de 2023. (REUTERS/Ueslei Marcelino)
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, antes de la cumbre con presidentes de Sudamérica en Brasilia el 29 de mayo de 2023. (REUTERS/Ueslei Marcelino)

Una semana después de la visita de Nicolás Maduro a Brasil, se han dado a conocer muchos detalles tanto de las modalidades del viaje del dictador como de los acuerdos firmados entre Caracas y Brasilia. Se trata de dos acuerdos y una Declaración Conjunta. El primero trata genéricamente de la cooperación entre las dos cancillerías y el texto evoca, paradójicamente, un viejo acuerdo de 1973, en plena dictadura militar brasileña, entonces encabezada por el general Emílio Garrastazu Médici que lo firmó con el entonces presidente venezolano Rafael Caldera. En el segundo acuerdo Lula se comprometió a apoyar a Venezuela en el frente agroalimentario.

Sin embargo, el texto más interesante para futuros desarrollos es la Declaración Conjunta, de 55 párrafos. Entre los puntos que han suscitado más preguntas está el párrafo 38, según el cual los dos países “destacaron la necesidad de aumentar la articulación de los organismos de inteligencia y fortalecer las redes de informantes”.

Se trata del mismo esquema que Maduro propuso a la Colombia de Gustavo Petro, como denunció en Washington el ex presidente colombiano Iván Duque el pasado mes de marzo. Según Duque, la dictadura venezolana, en el caso de Colombia, está interesada en tener acceso a información sobre operaciones de inteligencia realizadas con Estados Unidos y el Reino Unido. Además, según Duque, el Gobierno colombiano habría abierto investigaciones, a petición de Maduro, a altos funcionarios que contrarrestaron las operaciones de narcotráfico del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y de las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que hicieron negocios con el chavismo.

¿Y en Brasil? Transmitir información a Venezuela sobre temas sensibles como el narcotráfico y la minería ilegal tiene el riesgo de aumentar el problema en lugar de disminuirlo. Varios centros de análisis, entre ellos el Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS) de Washington, han acusado a Maduro y a su entorno militar de lucrarse con la minería ilegal y el contrabando de oro. Por último, no hay que olvidar que tanto Maduro como políticos cercanos a él como el ex presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, son buscados por Estados Unidos precisamente por narcotráfico. También conviene recordar, como denuncian muchos analistas y exiliados venezolanos, que la inteligencia cubana está infiltrada en Venezuela desde la época de Hugo Chávez. Son agentes cubanos los que coordinan la seguridad presidencial y gestionan el control de documentos en algunos puntos fronterizos importantes del país. El riesgo es que Brasil, ya destino favorito del espionaje ruso en los últimos años, también pueda ser infiltrado masivamente por espías de La Habana. Ya en 2015 el Senado brasileño debatió la hipótesis de que el programa “Más Médicos”, además de traer médicos cubanos a Brasil, también escondía agentes de la dictadura.

En la extensa lista de la declaración conjunta, además de pedir el regreso de Venezuela al Mercosur, del que había sido expulsada por falta de democracia, en el punto 54 los dos países se comprometen a “apoyar la promoción y protección de los derechos humanos”.

Sin embargo no hay ninguna mención a las denuncias de la ONU y de la Corte Penal Internacional (CPI) sobre la violación sistemática de los derechos humanos en Venezuela.

Hay complicidad entre Lula y Maduro”, dijo ayer a la revista brasileña Oeste Pedro Urruchurtu, coordinador de política exterior del partido opositor venezolano ‘Vente Venezuela’, liderado por María Corina Machado. “Muchos afirmaron que la victoria de Lula podría significar un avance diplomático que promovería el progreso democrático en Venezuela. En realidad, fue un avance diplomático para abrazar al régimen venezolano y reintegrarlo en la escena internacional, a pesar de sus crímenes. Es muy peligroso y lamentable”, dijo Urruchurtu, añadiendo que “Lula no ha callado ante las violaciones de derechos humanos. Ha sido peor. Dijo que formaban parte de una narrativa inventada, mientras que el la CPI y la ONU sólo se trató de las prisiones y de los lugares de tortura construidos por el régimen. Lula eligió un bando. Y en la película está del lado de los malos, a costa de sus víctimas. Es una vergüenza”.

La líder opositora venezolana María Corina Machado. Su partido criticó duramente los acuerdos entre Lula y Maduro (REUTERS/Gaby Oraa)
La líder opositora venezolana María Corina Machado. Su partido criticó duramente los acuerdos entre Lula y Maduro (REUTERS/Gaby Oraa)

Por último, en el punto 10 de la declaración conjunta Maduro y Lula se comprometen a reactivar “la conexión eléctrica entre el estado venezolano de Bolívar y el estado brasileño de Roraima”.

El viernes pasado, el director del Operador Nacional del Sistema Eléctrico (ONS) de Brasil, Luiz Carlos Ciocchi, dijo que había sido convocado para participar en un grupo de estudio sobre la viabilidad del proyecto. “Sería una energía aún más bienvenida en el norte del país. Sin embargo hoy no podemos decir cuánto y cuándo ocurrirá porque se necesitan inversiones para mantener y mejorar la línea de transmisión que conecta los dos países, tras años de inactividad’, dijo.

Se trata de la llamada ‘Línea del Guri’ inaugurada en 2001 por el entonces presidente Fernando Henrique Cardoso y cerrada en 2019 por el Gobierno de Bolsonaro debido a los continuos apagones en Venezuela. La paradoja es que Roraima es el único estado de Brasil que no está conectado a la red eléctrica nacional y se ve obligado a depender de centrales termoeléctricas de combustibles fósiles para sobrevivir. Actualmente no hay ningún plan para que se produzca esta integración, que es absolutamente necesaria.

En la reunión entre Lula y Maduro también se habló de la deuda con Brasil. Venezuela debe 1.270 millones de dólares contraídos en los anteriores gobiernos de Lula y Dilma Rousseff. Según declaró el ministro de Economía, Fernando Haddad, su ministerio facilitará una “reprogramación de los pagos” y creará un grupo de trabajo especial para eso en las próximas semanas.

Maduro y Lula no se reunían, al menos oficialmente, desde los funerales de Fidel Castro en Cuba, el 4 de diciembre de 2016. El Diario Las Américas señaló que en la reunión de Brasilia entre ambas delegaciones junto al presidente brasileño se sentó su esposa Rosangela más conocida como Janja en lugar del canciller Mauro Viera como, en cambio, exigiría el protocolo. Lo mismo hizo Maduro, que tenía a su lado a su esposa Cilia Flores y unos asientos más adelante a su hijo Nicolás Maduro Guerra, que todos llaman de “Nicolasito”. “Parecía una reunión familiar y no un acto oficial”, escribe el Diario Las Américas, “la visita era de carácter político y esto lo confirmó”.

Nicolas Maduro, su esposa Cilia Flores y el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, junto a su pareja Rosangela da Silva (REUTERS/Ueslei Marcelino/Archivo)
Nicolas Maduro, su esposa Cilia Flores y el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, junto a su pareja Rosangela da Silva (REUTERS/Ueslei Marcelino/Archivo)

También han salido a la luz otros detalles del viaje del dictador a Brasil, un viaje que, según Diario Las Américas, se organizó el 8 de marzo de 2023 durante la visita a Caracas del asesor especial de Política Exterior de Lula, Celso Amorim, pero que sólo se hizo público unas horas antes de su aterrizaje. Inicialmente, la idea era convocar una cumbre de Unasur en Brasil, pero luego se abandonó el proyecto en favor de una “reunión presidencial sudamericana”, con la cual Maduro podría llegar un día antes en visita oficial.

Un bautismo para sancionar su regreso, bendecido por Lula, a la escena latinoamericana de la que había sido apartado por la creación del Grupo de Lima en agosto de 2017, un grupo integrado por 14 países de la región y creado para abordar “la crítica situación de Venezuela y encontrar vías para contribuir al retorno de la democracia”.

El viaje de Maduro

La forma de la llegada de Maduro también suscitó perplejidad en Brasil. Aunque fue filmado sonriendo al desembarcar del avión, con el logotipo de Conviasa, la empresa estatal venezolana, no se trataba de un avión de línea, sino del avión presidencial cuya matrícula, como también informó la revista brasileña Crusoé, es YV-2984. Por lo tanto, fue repintado porque en marzo de 2020 el avión presidencial venezolano entró en la lista de sanciones publicada por la Agencia de Control de Activos Extranjeros de Estados Unidos (OFAC en inglés) y podría ser incautado. Además, cualquier empresa que lo abastezca de combustible se arriesga a no poder seguir operando en suelo estadounidense ni hacer negocios con empresas de ese país. Y por si el intento de camuflaje no fuera suficiente, el Airbus A-319 que transportaba a Maduro logró burlar los sistemas de rastreo de aeronaves. Lo mismo hizo un segundo avión que le acompañaba en el despegue en Caracas. Como informó el sitio brasileño de noticias Metrópoles el grado de secretismo de este segundo avión fue aún mayor. Los datos estaban bloqueados y nadie pudo averiguar siquiera de qué modelo de avión se trataba. La única información visible era que los dos aviones estuvieron separados durante todo el viaje y luego se reunieron en los cielos de Brasil.

Aunque Maduro fue filmado sonriendo al desembarcar del avión, con el logotipo de Conviasa, la empresa estatal venezolana, no se trataba de un avión de línea, sino del avión presidencial sancionado
Aunque Maduro fue filmado sonriendo al desembarcar del avión, con el logotipo de Conviasa, la empresa estatal venezolana, no se trataba de un avión de línea, sino del avión presidencial sancionado

Pero el misterio no termina ahí. Según Metrópoles también un tercer avión venezolano, un Embraer 190 de Conviasa, aterrizó en Brasilia una hora después que los otros dos, con su sistema de geolocalización apagado durante la mayor parte del trayecto. Los únicos datos que han aparecido revelan que este Embraer 190 entró en el espacio aéreo brasileño, luego pasó a Bolivia para aterrizar finalmente en Brasilia.

Muchas preguntas siguen sin respuesta, empezando por quién iba a bordo de estos aviones y si las aeronaves transportaban armas o equipos para operaciones cibernéticas. De hecho, aún está vivo el recuerdo del caso de Ezeiza, en Argentina, donde en junio del año pasado un avión de la empresa venezolana Emtrasur fue retenido durante meses. En realidad se trataba de un avión de la compañía iraní Mahan Air, sancionada por el Departamento del Tesoro de EEUU en 2019 por transportar armas y terroristas a Siria y Yemen. Según informes de inteligencia consultados por Infobae, a bordo había miembros del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC), algunos vinculados a la Fuerza Quds, la división de inteligencia militar del IRGC. Los Guardianes de la Revolución Islámica acabaron en la lista negra de organizaciones terroristas de Estados Unidos en 2007 “por ofrecer apoyo material a los talibanes y otras organizaciones terroristas”.

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