Incluso en la amplia historia de Ecuador como incumplidor reincidente de deuda, los años de Rafael Correa se destacan como particularmente complicados para los inversionistas de bonos.
En 2008, su Administración dejó de realizar pagos de deuda externa mientras que Correa calificó a los tenedores de bonos de “verdaderos monstruos” que intentaron aplastar al país. Prometió imponer un gran recorte a sus participaciones, y eso fue lo que hizo, dejando a la mayoría de los inversionistas con cerca de USD 3.200 millones en bonos con solo 35 centavos por dólar.
Quince años después, Correa no va a regresar al poder. Pero una nueva ronda de problemas políticos en el país sudamericano está generando preocupación de que un miembro de su movimiento izquierdista —llamado correísmo— asuma la presidencia en las próximas elecciones presidenciales anticipadas.
“El correísmo ya terminó antes en default, por lo que los inversionistas tendrán que volver a preocuparse”, dijo Guido Chamorro, codirector de deuda en moneda fuerte de mercados emergentes en Pictet Asset Management, en Londres. “Podemos descontar déficits fiscales, déficits de cuenta corriente. Pero, ¿descontar incertidumbre política? Buena suerte con eso”.
Bancos de Wall Street como Morgan Stanley, Barclays, Citigroup y Goldman Sachs han dicho a los inversionistas que se preparen para una mayor volatilidad del mercado antes de las elecciones —programadas tentativamente para el 20 de agosto— dadas las interrogantes en torno a cómo lidiará la próxima Administración con los pagos de deuda.
Los bonos de Ecuador ya son los de peor desempeño en los mercados emergentes este año tras caer más de 20% debido a los problemas políticos, según datos compilados por Bloomberg.
Ahora que los bonos cotizan entre 30 y 50 centavos por dólar, hay margen para que caigan aún más a medida que se desarrolla el drama político. Y ya ha habido mucho drama.
La semana pasada, el presidente Guillermo Lasso, uno de los pocos líderes promercado en América Latina, disolvió el Congreso para evitar un inminente juicio político relacionado con un supuesto esquema de corrupción en el negocio estatal de transporte de petróleo. La maniobra, que fue aprobada por un tribunal, desencadena automáticamente elecciones presidenciales y legislativas anticipadas.
Esto abre la puerta para que los aliados de Correa intenten ganar el poder, aprovechando su éxito en las elecciones locales de febrero.
Correa, que enfrenta una condena de prisión en Ecuador debido a un caso de corrupción, vive asilado en Bélgica e imposibilitado de presentar una candidatura. Pero sigue activo en la política ecuatoriana, ejerciendo una gran influencia desde el extranjero. La semana pasada, recurrió a Twitter para hacer un llamado a la gente a votar y para advertir que sus opositores estaban tratando de llevar a cabo un “proyecto neoliberal de explotación y despojo”.
Es demasiado pronto para decir quién es el candidato favorito de Correa, pero Nicolás Jaquier, gestor patrimonial de Ninety One, en Londres, pronostica que uno de sus aliados será el próximo presidente.
“Nos preocuparía el gradual deterioro de la independencia institucional bajo ese escenario”, señaló.
No obstante, Jaquier dijo que es probable que el Gobierno cumpla con sus obligaciones. Aunque Ecuador ha caído en default 11 veces desde su independencia en 1830, el país enfrenta pagos manejables en los próximos años, ya que solo hay pequeños pagos de capital de su deuda externa que vencen antes de 2026.
Si bien las reservas de divisas han aumentado bajo el mandato de Lasso, lo que ha apuntalado la salud fiscal del país, hay señales de que las perspectivas podrían debilitarse. En un intento por conseguir el apoyo de los votantes, Lasso recortó los impuestos poco después de disolver el Congreso, lo que Morgan Stanley estima que costará alrededor de US$200 millones.
Uno de los principales candidatos presidenciales que no está vinculado a Correa se comprometió el 19 de mayo en una entrevista a respetar la deuda nacional que se adquirió legítimamente, y a investigar controvertidos acuerdos de petróleo por préstamos realizados con China. Yaku Pérez, ambientalista y activista por los derechos de los grupos indígenas, dijo que los niveles de deuda de la nación son “una tragedia”.
Ecuador tiene cerca de US$46.000 millones en deuda externa, según el Ministerio de Economía y Finanzas, de lo cual, alrededor de US$16.000 millones están en bonos.
El costo de asegurarse contra un default en los próximos cinco años se ha triplicado con creces desde febrero. Los inversionistas descuentan una probabilidad de 92% de que Ecuador caiga en default en los próximos cinco años. La última vez que el país dejó de pagar sus deudas fue al inicio de la pandemia de coronavirus.
Correa, un economista formado en la Universidad de Illinois, calificó a los tenedores de bonos de “verdaderos monstruos que no dubitaron para tratar de aplastar al país” cuando dejó de pagar la deuda de la nación en 2008, menos de dos años después de haber comenzado su mandato. También exigió a petroleras como Repsol YPF SA y Eni SpA renegociar los contratos como parte de su “socialismo del siglo XXI”.
Pabel Muñoz, el recién elegido alcalde de Quito y aliado cercano de Correa, dijo este mes que la “estrategia de recompra de la deuda” de 2008 fue “bastante exitosa”.
Pero así no es como lo vieron los tenedores de bonos.
Sarah Glendon, analista sénior de Columbia Threadneedle Investments, en Nueva York, lo calificó como un “caso raro y perturbador de impago por razones relacionadas con voluntad más que capacidad”.
“Los recuerdos del default de Ecuador de 2008-2009 siguen frescos en la mente de la mayoría de los inversionistas”, sostuvo.
(Con información de Bloomberg)
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