La abogada, defensora de derechos humanos e investigadora nicaragüense Martha Molina Montenegro tuvo que exiliarse de su país hace dos años a raíz de la persecución del régimen de Daniel Ortega. Como tantos otros, abandonó su tierra pero sigue muy preocupada por lo que sucede allí. Desde Texas, conversó con Infobae tras publicar un crudo informe en el que describe los ataques sistemáticos que sufre la Iglesia Católica de la nación centroamericana desde hace cinco años.
En el estudio de 232 páginas, titulado “Nicaragua: ¿Una Iglesia perseguida?”, Molina Montenegro denunció 529 ataques entre abril de 2018 —cuando estallaron las manifestaciones antigubernamentales— y marzo de este año.
“Como católica, en un primer momento, me interesé en crear una sistematización con datos duros para consumo propio porque siempre leía las noticias de los ataques a la Iglesia y me parecían patrones iguales. Pensaba que era información repetida y no era así. Entonces, para no confundirme, empecé a documentar”, narró al ser preguntada sobre cómo nació la idea de recolectar los ataques contra la institución.
Y siguió: “De repente, me impactó la cantidad de hostilidades que había recopilado y fue cuando me propuse que esa sistematización tenía que ser no de autoconsumo; sino que pública, para mostrar y contribuir con la historia política, cultural y social de Nicaragua de cara a las generaciones futuras y próximas actuales. Todo con la finalidad de no olvidar los acontecimientos y decisiones de las partes. Espero que el estudio se convierta en una recolección de lecciones humanas, y experiencias sociales y políticas para que no repitamos las equivocaciones presentes”.
— En el informe detalla los 529 ataques entre abril de 2018 y marzo de 2023. Por ataques, se entiende a las profanaciones y atentados contra los templos, las detenciones de religiosos —como el caso del obispo Rolando Álvarez—; y las confiscaciones de medios de comunicación católicos, ¿verdad?
— Sí, de abril de 2018 a marzo de 2023 he documentado 529 ataques. Sin embargo, esa información que recientemente publiqué ya está desfasada porque los ataques después de marzo de este año han continuado y me encuentro compilando para la cuarta entrega del estudio, que será realizada en los próximos meses. Todo esto significa que la dictadura continúa en el afán de persecución a todo lo que sea catolicismo.
— De este minucioso trabajo de investigación, ¿qué fue lo que más la sorprendió del accionar del régimen?
— Como católica y defensora de derechos humanos, cada uno de los casos me ha impactado y dolido porque amo a la Iglesia Católica pero también la justicia. Si en Nicaragua se respetaran las leyes y el Estado de Derecho, nada de esto estaría sucediendo. Sin embargo, mi país es un estado criminal liderado por la pareja Ortega-Murillo, quienes nunca se han comportado como mandatarios; sino como dictadores que se mantienen en el poder por las armas y fidelidad del Ejército de Nicaragua y Policía Nacional, que tienen luz verde para asesinar a opositores y esos crímenes aún se encuentran en la impunidad.
Pero me han sorprendido tres ataques. El primero, cuando quemaron con ácido al sacerdote de la tercera edad Mario Guevara mientras se encontraba confesando en la Catedral de Managua. Varias veces lo visité cuando salió del hospital y me dolió mucho ver sus heridas. El segundo, el atentado terrorista que calcinó la imagen de la Sangre de Cristo que tiene más de 300 años de existencia. Lloré cuando vi la imagen quemada. Y, por último, el ataque de la Policía Nacional, el Ejército y los paramilitares en contra de la iglesia Divina Misericordia de Managua. En su interior se encontraban jóvenes, sacerdotes, periodistas nacionales e internacionales mientras se realizaba el ataque. Los agresores utilizaron armas de alto calibre por más de 12 horas.
— En uno de los capítulos detalla la prohibición de 3.176 procesiones durante la pasada Semana Santa. ¿Qué nos puede contar al respecto? ¿Si los fieles y sacerdotes salían a las calles el Viernes Santo podían ser arrestados?
— Los nicaragüenses somos muy dados a las actividades de piedad popular y más en tiempo de cuaresma. Según datos publicados por la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), en el país existen 397 parroquias, sin incluir sus capillas. Tampoco se han incluido y actualizado en el sitio oficial de la CEN las cifras de parroquias de reciente creación.
Cada uno de los 397 templos realiza al menos una procesión diaria en Semana Santa, sumándole la procesión que se efectúa el domingo previo al inicio de la Semana Mayor para un total de ocho procesiones por parroquia. Entonces, si multiplicamos la cantidad de parroquias por la cantidad de procesiones que se debieron realizar, obtenemos la cifra de 3.176 canceladas. El número también puede mostrar un subregistro por las actividades que dejaron de realizar en las capillas y las parroquias de reciente creación, y que no están documentadas en el estudio. Algunos sacerdotes y fieles decidieron hacer caso omiso a las prohibiciones de Semana Santa pero fueron reprimidos y amenazados. Algunos laicos fueron encarcelados.
Las prohibiciones han sido notificadas de manera verbal a los clérigos por parte de los agentes de la Policía, como ya es costumbre de la dictadura, por lo que oficialmente no dejan constancia de tal prohibición. De esta manera, pretenden lavarse las manos y echar la culpa de la no salida de las procesiones a los sacerdotes.
— En la presentación del estudio, no descartó que el número de agresiones sea mayor. Incluso recién también lo comentaba. ¿Esto se debe a que hay pocas denuncias por miedo?
— Sí. Las cifras pueden ser hasta cinco veces mayores. Las expuestas en el estudio reflejan un subregistro de datos por los siguientes motivos: en primer lugar, la escasa o inexistente denuncia por parte de las autoridades eclesiásticas; en segundo término, la nula presencia de los medios de comunicación independientes y de organismos de derechos humanos en el interior del país; y por último, el temor o prudencia de los laicos o miembros de los grupos religiosos al no documentar y exponer las hostilidades.
En estos últimos meses, los sacerdotes y obispos mantienen públicamente un silencio sepulcral. Desconozco si se debe a una orientación de la CEN hacia el clero, pero he tenido información de sacerdotes que me cuentan de manera privada de agresiones y me dicen que no las puedo hacer públicas porque ellos consideran que de esa manera exponen menos a los laicos de la comunidad.
La Iglesia Católica nicaragüense actualmente pasa por un momento funesto, el peor de la historia en el país; y se merece todo nuestro apoyo y comprensión. Son ellos quienes actualmente están siendo atacados por quien tendría que ser el garante de todos los derechos, en este caso el Estado de Nicaragua; que tiene todo el poder punitivo y el de las armas, pero es precisamente el Estado quien persigue y ataca a la Iglesia.
— Por último, documentó en 2018 84 hostilidades contra la Iglesia, 80 en 2019, 59 en 2020, 55 en 2021, 161 en 2022 y 90 en los primeros tres meses de este año. Los números nos indican que lamentablemente la persecución es cada vez mayor. ¿Cree que mientras esté Ortega esto será peor?
— Mientras el sandinismo esté en el poder, los ataques a la Iglesia Católica continuarán porque los clérigos hablan con la verdad que se pregona en el evangelio y esas palabras incomodan a la dictadura.
La administración pública Ortega-Murillo quiere a una Iglesia que se les arrodille, que sean serviles, compinches y cómplices de sus arbitrariedades. Y los clérigos no están dispuestos a eso porque fueron formados para hablar con la verdad y oponerse a los sistemas de injusticia, aunque tengan que pagar un alto precio como está ocurriendo en este tiempo de la historia. Las cifras demuestran que en cinco años los ataques se han mantenido, algunos años han sido menos nefastos que otros.
El informe completo
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