El oficialista Santiago Peña, del conservador Partido Colorado, ganó este domingo la presidencia de Paraguay con más de 42% de los votos, frente al opositor Efraín Alegre, que obtuvo 27%, anunció la autoridad electoral con más del 90% de las mesas electorales escrutadas. En tercer lugar se posiciónó el polénico Paraguayo Cubas, con casi el 23% de los votos.
Peña, un economista de derecha de 44 años muy cercano al ex mandatario Horacio Cartes, debe reemplazar al presidente Mario Abdo Benítez a partir del 15 de agosto por un periodo de cinco años.
El Partido Colorado de Peña ha gobernado casi continuamente desde 1947, a través de una dictadura y desde el regreso de la democracia en 1989, pero recientemente se ha visto afectado por denuncias de corrupción.
Unos 4,8 millones de los 7,5 millones de habitantes de Paraguay fueron elegibles para votar para presidente y miembros de la legislatura en nueve horas de sufragio que cerró a las 16:00 hora local.
Uno de los datos más curiosos resultante de las mesas escrutadas este domingo fue la cantidad de votos en blanco: más de 66.600 personas sufragaron de esta manera, lo que llevó a que esta categoría tenga más votos que la cuarta fuerza política en contienda, representada por la fórmula Euclides Acevedo - Jorge Querey, que alcanzó apenas 40 mil votos.
En el Código Electoral de Paraguay, el artículo 226 se refiere al voto en blanco, indicando que se considerará de esta manera a aquel en el que “el boletín no tenga marcas”. Pero lo cierto es que actualmente, el voto en blanco ya está establecido como una opción al momento de usar la misma máquina de votación.
Difiere del voto nulo (que en estas elecciones llegó a casi los 13 mil), que es el “emitido en boletín diferente del modelo oficial o que tenga marcada más de una preferencia o que no lleve las firmas de los miembros de mesa”, según define el artículo 307 del Código Electoral.
La votación es obligatoria y el resultado se determina en una sola ronda. El hecho de votar en blanco es cumplir con la obligación ciudadana, pero implica una forma de manifestación de la sociedad.
Es que aunque difieren en política económica e internacional, los dos candidatos principales por los que votaron los paraguayos son socialmente conservadores y mantienen fuertes posturas contra el aborto y el matrimonio entre homosexuales en una nación mayoritariamente católica.
“Ojalá gane el menos peor. Todos tienen sus debilidades”, dijo a la AFP Marta Fernández, de 29 años, tras depositar su voto en Asunción.
También en la capital, la votante Ana Barros, de 60 años, dijo: “Hay que tener por lo menos la esperanza de que haya menos delincuencia. Es lo que espero como madre, que los niños puedan estudiar y tener trabajo”.
Aparte de la sombra del soborno de alto nivel, que ha enojado a los votantes, otras preocupaciones electorales incluyen la pobreza y un problema de delincuencia en aumento.
Los grupos indígenas de Paraguay y los habitantes de barrios miserables se sienten especialmente abandonados.
El crimen también es una preocupación, con un fiscal antimafia, un alcalde que lucha contra el crimen y un periodista asesinados en 2022 mientras los cárteles ajustan cuentas.
(Con información de AFP)
Seguir leyendo: