La cuestión medioambiental frena el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea

El pacto fue acordado en 2019 pero nunca fue ratificado porque los europeos habían exigido garantías ambientales adicionales debido a la aceleración de la deforestación en la Amazonía.

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FOTO ARCHIVO: Vista aérea de un área deforestada durante una operación para combatir la deforestación cerca de Uruara, estado de Pará, Brasil, 21 de enero de 2023. REUTERS/Ueslei Marcelino
FOTO ARCHIVO: Vista aérea de un área deforestada durante una operación para combatir la deforestación cerca de Uruara, estado de Pará, Brasil, 21 de enero de 2023. REUTERS/Ueslei Marcelino

No se ha alcanzado ningún entendimiento desde hace 24 años. Sin embargo, el acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur fue declarado prioritario por el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, que había dicho que quería firmarlo incluso en el primer semestre de este año, algo que ahora parece muy improbable que ocurra. El principal bloque comercial de Sudamérica, creado hace 32 años, está formado por cuatro países miembros, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, y siete países asociados, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú y Surinam.

En su reciente viaje a Europa, en el que visitó Portugal y España, Lula apretó el acelerador, confiando también en el hecho de que en julio Brasil asumirá la presidencia del Mercosur, mientras que España ocupará un papel similar en la Unión Europea. “Es una feliz coincidencia”, dijo Lula, según el cual el semestre de presidencia española de la Unión Europea “permitirá avanzar sustancialmente en la conclusión del acuerdo”. El acuerdo que fue firmado en 2019 por el gobierno del ex presidente Jair Messias Bolsonaro nunca fue ratificado porque los europeos habían exigido garantías ambientales adicionales debido a la aceleración de la deforestación en la Amazonía. Sin embargo, incluso con la victoria de Lula respaldada por muchos gobiernos europeos, esas condiciones no fueron levantadas y, según expertos en la región, en realidad esconden temores proteccionistas por parte del Viejo Continente.

Europa pide a Brasil que haga más para proteger la Amazonia y otras áreas naturales del país, por lo que quiere que el texto final explicite medidas de protección medioambiental a las que Brasil se opone, como el nuevo objetivo provisional de deforestación que Brasil, según las intenciones de los europeos, debe alcanzar en 2025. Según el texto, tanto Europa como Mercosur se comprometen a “detener y revisar la pérdida de bosques y la degradación de la tierra hasta 2030 y, al mismo tiempo, proporcionar un desarrollo sostenible y una transformación rural inclusiva. Para ello, la UE y el Mercosur establecerán un objetivo provisional de reducción de la deforestación en al menos un 50% respecto a los niveles actuales hasta 2025″. Desafortunadamente, el gobierno de Lula está teniendo muchos problemas para frenar la deforestación en la Amazonia. Según el último informe del Instituto del Hombre y el Medio Ambiente de la Amazonia (Imazon), la deforestación se ha triplicado respecto a los meses anteriores, una cifra que convierte el primer trimestre de este año en el peor desde 2008, con 867 kilómetros cuadrados de bosque perdidos, casi 1.000 campos de fútbol por día.

FOTO DE ARCHIVO. Una vista aérea de la deforestación cerca de un bosque en la frontera entre la Amazonía y Cerrado en Nova Xavantina, estado de Mato Grosso, Brasil, Julio 28, 2021. REUTERS/Amanda Perobelli
FOTO DE ARCHIVO. Una vista aérea de la deforestación cerca de un bosque en la frontera entre la Amazonía y Cerrado en Nova Xavantina, estado de Mato Grosso, Brasil, Julio 28, 2021. REUTERS/Amanda Perobelli

Además, está la cuestión de los intereses agrícolas. Europa teme la competición de los países del Mercosur, que son grandes exportadores de commodities agrícolas a precios mucho más bajos que los europeos. Entre los países que más obstáculos ponen actualmente se encuentran Francia e Irlanda, que temen por la propia subsistencia de su agricultura local y defienden por ello posiciones más proteccionistas dentro del acuerdo. Por último, existe el temor de que una liberalización comercial de esta envergadura exporte a Europa el problema de los derechos laborales, precarios en muchos países latinoamericanos.

“Todavía es imposible aceptar el texto tal como ha sido propuesto, el gobierno brasileño hará algunos cambios”, dijo Lula en Madrid. La reunión del Mercosur que estaba prevista con Europa se aplazó por estos motivos a finales de mayo para permitir al bloque latinoamericano volver a la mesa de negociaciones con nuevas propuestas. En concreto, los países del Mercosur, Brasil en particular, parecen decididos a no aceptar la imposición de requisitos medioambientales complementarios, puesto que ya se han comprometido con mecanismos internacionales como el Acuerdo de París. También exigen que este tipo de protocolo adicional no sea el inicio de nuevas negociaciones, sino sólo una aclaración de puntos ya contemplados en el acuerdo general. Esto también se debe a que otros acuerdos comerciales, como el firmado por la Unión Europea y Canadá, incluyen protocolos complementarios pero no condiciones adicionales. Según la prensa brasileña, el gobierno de Lula está presionando para que los europeos si realmente quieren ayudar a Brasil a salir del atolladero medioambiental, utilicen el Fondo Amazonia, una iniciativa de Alemania y Noruega para proteger la floresta y promover el desarrollo sostenible que recaudó unos 198 millones de dólares entre 2009 y 2018, cuando el gobierno de Bolsonaro lo suspendió. También Joe Biden presentará al Congreso estadounidense una propuesta de financiación de 500 millones de dólares a repartir en cinco años, suponiendo que el Senado, a mayoría republicana, acepte. Sería la primera vez que EE.UU. participa en el Fondo Amazonia.

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, se abrazan mientras asisten a una rueda de prensa conjunta, en el Palacio de la Moncloa en Madrid, España, el 26 de abril de 2023. REUTERS/Juan Medina
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, se abrazan mientras asisten a una rueda de prensa conjunta, en el Palacio de la Moncloa en Madrid, España, el 26 de abril de 2023. REUTERS/Juan Medina

Cuando el acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur entre en vigor, será el mayor tratado de libre comercio del mundo, con 31 países implicados, 27 de ellos del lado europeo, para un producto interior bruto total de 20 billones de dólares. El acuerdo reducirá las barreras comerciales y arancelarias con el objetivo de estimular el crecimiento económico. Según estimaciones de la Agencia Brasileña de Promoción de Exportaciones e Inversiones (APEX), las exportaciones brasileñas a Europa podrían alcanzar los 100.000 millones de dólares en 2035. No hay que olvidar que están en juego dos zonas geográficas, Europa por un lado y América Latina por otro, que juntas representan una parte muy importante del Producto Interior Bruto (PIB) mundial.

El riesgo ahora es que, si no se superan estos obstáculos y se reanudan las negociaciones, podría pasar otra década. Lula, por su parte, juega en dos frentes. Por un lado, la Unión Europea, y por otro, el fortalecimiento del eje latinoamericano que se está apoyando en organizaciones marcadas más por la ideología que por la calidad del debate, como es el caso de la Unión de Naciones Latinoamericanas (UNASUR) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), ambas creadas entre 2008 y 2010 por Hugo Chávez para excluir a Estados Unidos.

Además, la propuesta de Lula de crear una moneda única para los países del Mercosur y los BRICS que se suma al acuerdo de Brasil y Argentina de comerciar con China en yuanes y, respectivamente, reales y pesos en lugar de dólares estadounidenses, ha causado perplejidad. La posición del presidente brasileño en relación con el conflicto entre Rusia y Ucrania también puede pesar sobre el acuerdo. A su regreso de China, Lula había declarado que Europa y Estados Unidos eran responsables de exacerbar el conflicto. En España, además de criticar a la ONU por su gestión de la posible resolución del conflicto y abogar por una reforma del Consejo de Seguridad para incluir a nuevos países como Brasil, Lula siguió dando que hablar. Una de las declaraciones más desconcertantes fue la que, sobre Crimea anexionada por Rusia en 2014 y en las raíces del actual conflicto con Kiev, dijo que no le correspondía a él establecer a quién pertenecía porque esta discusión concierne a los ucranianos y a los rusos. Quizás también por eso, a su regreso a Brasil, el Senado emitió una resolución para crear el grupo parlamentario Brasil-Ucrania para promover las relaciones bilaterales entre los parlamentos de los dos países. Por el momento, sin embargo, el único miembro confirmado es el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, Renan Calheiros, del Movimiento Democrático Brasileño (MDB).

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